Comienzo con esta entrada la serie dedicada a resumir este
segundo año de pandemia que, si bien no ha sido tan complicado como el
anterior, también ha tenido lo suyo.
Y es que hay que recordar que empezamos fuerte, que digo
fuerte, muy fuerte, pues arrancamos el año con el temporal de nieve más
importante que se recuerda en la localidad. Y así dividí el paso de Filomena en
varias entradas, comenzando por una primera en la que analizaba los distintos
escenarios de las previsiones, el amago del día anterior y las primeras horas
del temporal en las que se empezaba a ver que esta vez la cosa era sería.
En la segunda narraba como fue el despertar en un pueblo incomunicado,
pero con una estampa preciosa y con imágenes que si nos las llegan a contar sin
haberlas visto no las habríamos creído. ¿Gente esquiando en Villalba? Que
locura ¿verdad?
En la tercera entrada relataba como nos sumergíamos en la
tercera jornada de temporal y empezábamos a tener algunas necesidades mientras
el pueblo seguía bloqueado. Nos tocaba doblar el lomo a los vecinos para poder
recuperar la normalidad lo antes posible a pesar de que la climatología no
ayudaba lo más mínimo y mientras, las colas para comprar el pan parecían las
colas del hambre en el tercer mundo.
En la cuarta y última entrada dedicada a Filomena, traté de
analizar lo acontecido en esa difícil semana. ¿Había fallado la previsión? ¿No
se tenían suficientes medios para abordar esta situación tan excepcional? ¿Se
debe invertir más en el plan de inclemencias invernales? ¿Se debería trabajar
en la creación de un plan de contingencia que permita al Ayuntamiento una
actuación más rápida ante situaciones como esta?
Y cerraba el mes con una entrada dedicada a las antiguas salas de juegos o recreativos, que en
poco se parecen a las actuales salas. Aquellas no servían bebidas, sin embargo,
eran un punto de encuentro para la juventud y una de las formas más importantes
que había para sociabilizar. Hubo un desarrollo tecnológico que las hizo
evolucionar y hasta llegar a ser el eje sobre el que pivotaba el ocio de la
juventud del momento. Tal vez esa tecnología accesible a todos fue su tumba,
pues en unos años, la gran mayoría ya tenía ordenadores tan potentes como los
emuladores de las salas de juegos en sus propias casas.
Y empezamos el mes de febrero que fue especialmente
complicado en nuestro municipio, pues empezamos a enlazar cierres perimetrales
de todo tipo a consecuencia de la pandemia y uno no sabía que sentir, si coraje, frustración o desilusión por ver como todo lo avanzado se iba al garete
a pesar de que se estaba empezando a vacunar a nuestros mayores. ¿Tan mal lo
estábamos haciendo los Villalbinos? ¿Nos había mirado un tuerto?
Y continuamos con una entrada dedicada a un importante
cambio en la circulación vial en Villalba, el cambio de ubicación del semáforo de El Zoco. Un cambio motivado por la construcción de un supermercado y que ha
condicionado desde entonces la forma de circular en dicho lugar, pues han
aumentado los atascos y la congestión de la rotonda, si bien es cierto que yo
me lo imaginé peor en su momento, pero está claro que hay más atascos y una
circulación menos fluida.
Y sobre la nueva ubicación del semáforo realice una encuesta entre los visitantes del blog, cuyos resultados publique en una nueva
publicación y que coincidían mayoritariamente con mi punto de vista.
Eso sí, antes llego una reflexión a raíz de una polémica carta de nuestra alcaldesa pidiendo prioridad hacia nuestro pueblo en los
planes de vacunación dada la elevada Incidencia Covid que venía arrastrando
nuestro pueblo por aquellas fechas. Hubo opiniones para todos los gustos y se
generó un interesante debate similar al que se produciría unos meses más tarde
sobre la conveniencia de vacunar a los menores de edad saltándose franjas de
edad aún sin vacunar.
Y nos metimos en el mes de marzo, un mes en el que La Tragamillas ha gozado de un importante protagonismo pues tanto el blog como la
popular carrera nacieron casi de forma simultánea y para quien esto escribe ha
sido una experiencia muy gratificante hasta la fecha. Así que como no iba a
echar de menos a nuestra Media Maratón en este difícil año (recordemos que la
edición del 2020 se celebró casi sobre la bocina del confinamiento). Y es que
aproveché este esperemos “parón técnico” para repasar un poco lo falto de
tradiciones que está nuestro pueblo y el escaso éxito del que han gozado
algunas de ellas lanzadas con gran respaldo y buena acogida en un primer
momento, pero con un corto recorrido. La Tragamillas parecía ser la excepción
que confirmaba la regla. El tiempo dirá.
Continuábamos el mes con una entrada política de esas que
cada vez me da más pereza escribir, pero el movimiento de Diana Barrantes y su
ruptura con el partido de Vecinos por Collado Villalba era un hecho noticiable.
Por un lado, el PP asestaba un golpe definitivo a la oposición, pues al pasar
la tránsfuga a engrosar el Equipo de Gobierno, este pasaría a tener una mayor
estabilidad. Por otra la opción municipalista se veía herida de muerte, pues la
falta de estructura y la herida dejada por Diana, son de muy difícil cura y más
con el evidente “divorcio electoral” entre electorado y partido. Pero esto es
algo de lo que ya tenemos precedentes en Collado Villalba con el caso ADEI y su
líder caído en desgracia. ¿Se repetirá la historia?
Y seguimos con el dichoso Covid y la evolución de lo que en
aquel momento era la tercera ola. Como estábamos bajando desde aquellas
terribles cifras de cuatro dígitos, pero no conseguíamos estabilizar la curva
en valores que no fuesen preocupantes. ¿Se acuerdan lo que nos costó bajar de
los famosos 500?
Y Terminé el mes de marzo con una entrada que tal vez se
tenía que haber escrito hace mucho más tiempo, pues
la importancia del Guadarrama en nuestro municipio es clave. Factor clave para que los primeros
pobladores se asentaran en este lugar y para que años después lo hiciesen
algunas de las importantes empresas que llegaron y permitieron el desarrollo
del pueblo. El volver a ver al rio en grandes cotas de esplendor gracias a las
lluvias y a Filomena, me han facilitado el saldar la deuda pendiente.
Este año la Semana Santa se nos coló en el mes de abril y
con ella llegó uno de los dulces más típicos, clásicos y universales de nuestro
país,
la torrija. Y aunque es un dulce que mucha gente hace en sus casas por
estas fechas, en los últimos tiempos se ha convertido en un clásico en la carta
de postres de muchos restaurantes (algunos con versiones que poco tienen que
ver con el original y a un precio de quitar el hipo más que el hambre pese a su
alto valor calórico). Y por ello me quise acercar a uno de los lugares de
Villalba más mencionados en las RRSS por la calidad de su torrija y así
certificar si la calidad se ajustaba a los comentarios.
Pero abril fue también un mes muy extraño, pues murieron
casi sin separación temporal dos personas importantes de nuestro municipio, dos
concejales que, aunque en las antípodas ideológicas, eran representantes de
todos los Villalbinos en la elección de los designios de este municipio. Todo
ello dentro del marco de una feroz campaña electoral por el poder en la
Comunidad de Madrid que supuso el desfile por nuestro municipio de casi todos
los primeros espadas de la política de la región.
Y para finalizar el mes, un año más dedique una entrada a
la tradicional ruta de la tapa, que en esta ocasión tenía una gran importancia por
suponer un importante respaldo para un sector tan capital y que tan mal lo ha
pasado durante toda la pandemia. Aunque no la disfrute mucho, sí que puedo
decir que lo que probé me gustó bastante y que en líneas generales se vio una
franca mejoría con respecto a otros años. Esperemos que se consolide la línea
ascendente para futuras ediciones.