Pasaron las fiestas de Santiago y nos disponemos a penar un
año más en el verano villalbino tan falto de alicientes culturales o de otra
índole que amenicen la vida de los residentes y que puedan atraer foráneos.
Sobre lo que han sido las fiestas, poco puedo decir en
primera persona pues no he presenciado más que un par de eventos y más atraído
por el morbo que por el interés que en si me suscitaban tanto “El Pregón” como el
“Pobre de mí”. Los motivos por los que no
he asistido a ningún evento más, los pueden deducir de mi anterior entrada, un
programa de actos muy encaminado a personas muy mayores (y uno ya ni peina
canas) y muy específico en cuanto a lo poco que había para ese grueso que más
se moviliza y consume (20-50 años). Solamente las dos orquestas podían
considerarse eventos de masas para un público universal, precisamente los dos
actos que según todas las referencias lograron un éxito rotundo e indiscutible
de asistencia y calidad.
De las cosas que más me han destacado estos días, ha sido la
confirmación de que “el sábado se tira”. El día en que más gente se moviliza y
puede llegar hasta nuestro municipio, es un día que salvo el Granito (mucho
tirón pero muy específico) no logra atraer a la gente que debería atraer un
pueblo de más de 60000 habitantes como el nuestro. Y a pesar de no estar
presente en ningún acto de ese día, si puedo decir que el que se pudiese
acceder desde la A6 sin ningún tipo de atasco ni parada a las 00:00, no digo
retención, no es un buen indicador. Que la rotonda del Zoco estuviese
totalmente despejada y que casi no hubiese peatones a esa hora en esa zona,
dice muy poco en favor de las fiestas. ¿Dónde están las riadas humanas de gente
desplazándose hacia el ferial, o bajando a la zona más céntrica del pueblo? Y
la cosa se confirmó cuando al día siguiente a eso de las 6:30 eran cuatro almas
perdidas las que deambulaban de retorno a sus casas o en busca de un sitio para
desayunar. ¿Ya nadie empalma? ¿Dónde estaban los que tendrían que haber pillado
el búho cuando las paradas otros años tenían numerosas pandas de gente
esperando a volver a Madrid o a los distintos pueblos de la Sierra?
De todas formas, pese a que el consenso general es que
posiblemente estas hayan sido las fiestas más grises que todos recordemos,
seguro que hay una cosa que logró aún más consenso y es que no creo que a estas
alturas nadie tenga la menor duda de que las fiestas son el arma electoral por
excelencia. Lo fueron en los tiempos de Peñalvo (que estuvo a punto de dejar al
pueblo sin actuaciones musicales el primer año ya que tuvo que improvisar el
cartel deprisa y corriendo y algún músico amagó con el plante ya que no había
cobrado señal alguna anterior al concierto. Si mal no recuerdo, el concierto de
Loquillo empezó casi una hora tarde por ese motivo) y si mi frágil memoria no
me traiciona, llego a sufrir un intento de agresión durante el pobre de mí un
año (le arrojaron lejía).
No corrió mejor suerte José Pablo, que manejo los mayores
presupuestos que jamás se hayan movido en las fiestas de Villalba, pero aún así
sufrió algún que otro percance y fue el que decidió cargarse algo tan típico en
las fiestas como el tradicional pregón, que desde entonces ha quedado reducido
a un auténtico esperpento y a un catálogo de comportamientos incívicos. Y todo
pese a ir con viento a favor, cosa que ahora muchos han decidido olvidar.
Evidentemente Mariola no iba a ser menos y ha tenido su
buena dosis de abucheos, pitos y demás improperios. Muchos de ellos ganados a
pulso, pero otros tal vez no tanto. Ojo a la cantidad de fotos maliciosas que
han circulado por las RRSS en estos días, donde se sacaban perspectivas
distorsionadas de los eventos y según la foto, la plaza estaba abarrotada o era
un desierto. Mención especial para uno de nuestros alborotadores preferidos que
sacó una foto de la cabecera del pobre de mí a más de ochenta metros de
distancia, con lo cual solo se veía aire, cuando el evento tuvo gran afluencia
de público aunque no fuese tanto ni tan bullicioso como otros años.
Así pues, parece que hay varios ingredientes en este guiso
que hacen que el plato bordee la bazofia. Por un lado la excesiva politización de
un evento que debería ser lúdico y de carácter casi familiar. Y por otro lado,
la falta de memoria y de análisis que reina en nuestros días.
Como ya he dicho en otras ocasiones y ciñéndonos al apartado
musical, el panorama ha cambiado mucho y son muy pocos los artistas con tirón
existentes actualmente y menos aun los que se prestan a actuar ante un
auditorio gratuito, por lo que un programa de conciertos de calidad y gratuito
es casi inviable y se imponen otras alternativas como lo de una orquesta
potente cada día (especialmente el sábado). Para poner un ejemplo, fíjense en
las actuaciones que se han filtrado para las fiestas de Pozuelo (pueblo con
mayor renta per cápita de España) y juzguen si son mucho mejores que las
nuestras.
- Efecto Pasillo
- Chenoa (otra de OT, con un poco más de éxito que las que visitaron Villalba, pero con una trayectoria claramente descendente)
- D J El Pulpo
- Seguridad Social (otro grupo de hace dos décadas y que ya visitó Villalba el año pasado)
Finalizo esta entrada con dos encuestas para conocer que os
han parecido las fiestas.