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Pero centrémonos nuevamente en la movida.
Hasta finales de los años 80, Collado Villalba contaba con
el único Instituto de Bachillerato de la zona, el Jaime Ferrán. Esto hacía que
hasta nuestro municipio llegasen estudiantes de todos los pueblos vecinos como
Moralzarzal, Cerceda, Collado Mediano, Becerril, Guadarrama, Alpedrete, etc.
No
fue hasta el curso 87-88 que abrió sus puertas el instituto de Guadarrama,
cuando el Jaime Ferrán dejó de ser el único centro público de bachillerato de
la zona. Como anécdota, en el curso 86-87, se llegó hasta 1ºK, dándose clases
incluso en “la pecera”, aula llamada así por su acristalamiento y todo ello con
clases de 40 alumnos.
Esto era consecuencia lógica de la llegada de los hijos del
“Baby Boom” a la adolescencia y del trasiego migratorio de las provincias a la
periferia de Madrid. Pero si nos referimos a los términos de “la movida”, lo
realmente relevante es que toda la adolescencia serrana estaba comunicada por
el nexo común del Jaime Ferrán. Todos teníamos amigos o conocíamos a buena
parte de los chavales de nuestra edad de los pueblos vecinos.
Y hablar del Jaime Ferrán, es también hablar de las fiestas
en las discotecas de Villalba para poder sacar fondos para el viaje de fin de
curso. En aquellos años los jóvenes no disponían de pagas que pudiesen permitir
el típico viaje a Roma de los estudiantes, pues eran sus mismos padres los que
no podían permitirse un desembolso repentino tan importante. Recordemos que por
aquellos años, lo más normal era que en la unidad familiar entrase un solo
sueldo, la generalización de la “mujer trabajadora” aún tendría que esperar
unos añitos.
Así que si se quería ir de viaje, el estudiante tenía que
sacar fondos por sus propios medios y uno de los más extendidos fue el de la
venta de las entradas para las fiestas de los viernes en una discoteca
villalbina. Normalmente no había fiesta ni nada especial, simplemente era un
acuerdo entre la discoteca y los organizadores del viaje de ese año, por el que
se rebajaba el precio de la entrada + consumición a cambio de llevar hasta allí
a toda la chiquillería del instituto. Negocio redondo para ambas partes. ¿Quién
no recuerda Botticelli hasta arriba y sus vapores condensados goteándote a
mitad de la noche?
He mencionado anteriormente el factor demográfico. Es cierto
que Collado Villalba y toda la Sierra del Guadarrama han visto su población
duplicada o incluso triplicada en algunos casos, sin embargo el envejecimiento
de la misma, aun siendo menor que la media nacional, es algo incuestionable.
Está claro que ya no hay tanta población joven en nuestro municipio como para
poder llenar esas macro discotecas que teníamos por aquellos años. Y más si
tenemos en cuenta otro componente íntimamente ligado al demográfico, la
inmigración.
Durante las tres últimas décadas, Collado Villalba no ha
parado de recibir emigrantes de fuera de las fronteras de nuestro país, lo que
ha añadido una variedad o dispersión cultural que no facilitaría una hipotética
resurrección de algo que pudiese parecerse a la movida. En los años álgidos del
fenómeno, existía una evidente variedad cultural y existían tribus urbanas como
puedan existir ahora. Estaban los “heavies”, “rockers”, “maquineros”, “pijos” y
una gran masa sin catalogar, pero más o menos coexistíamos sin aparentes
problemas. Existían garitos claramente etiquetados para algunas de esas tribus,
pero en la mayoría de los locales de la época o al menos en los de más éxito,
se iban secuenciando las músicas de bandas que abarcaban un gran espectro
musical. Se iban sucediendo canciones de Depeche Mode, U2, Dire Straits, Bruce
Springsteen, Héroes del Silencio, Loquillo, etc.
Loquillo "lo petaba" en aquellos años.
Ahora se me hace un tanto difícil que un amante del rock trague con el reggaetón o el electro latino o con sus variantes de los países del norte de África. Si bien en la convivencia hay una integración más o menos alta, en el aspecto cultural una buena parte de estos nuevos vecinos no han aceptado nuestros gustos musicales. Quién nos iba a decir por aquellos años que iba a ser más importante la lista de éxitos de Colombia o Miami que lo que saliese de las islas británicas.
Ahora se me hace un tanto difícil que un amante del rock trague con el reggaetón o el electro latino o con sus variantes de los países del norte de África. Si bien en la convivencia hay una integración más o menos alta, en el aspecto cultural una buena parte de estos nuevos vecinos no han aceptado nuestros gustos musicales. Quién nos iba a decir por aquellos años que iba a ser más importante la lista de éxitos de Colombia o Miami que lo que saliese de las islas británicas.
Ejemplo de hit del momento
No quiero que se vea esto como un factor xenófobo, pero evidentemente, es innegable que es otro factor a dificultar la resurrección del fenómeno. La diversidad cultural actual, choca frontalmente con la uniformidad y tolerancia cultural de aquellos años. Poca música y ambientes de consenso existen en los días que vivimos.
Continuará…