Situémonos en los mediados ochenta. Ya hice una entradilla
del panorama del ocio de Collado Villalba antes de aquellos años, donde los ejes principales eran las famosas salas de juegos de la época, en especial la de la galería de Las Cigüeñas donde hoy está la perfumería Clima. En ella había una maquina de esas donde podías elegir la canción para que sonase y se repetían los éxitos de los grupos de heavy nacional como Obús, Barricada, Leño, Barón Rojo… que se alternaban con los rumberos Calis, Chunguitos, Chichos, etc. Esto servía de lugar de encuentro antes de ir a las discotecas de la época que mas triunfaban como el Quinto Infierno o El Bus Stop. Por cierto, ¿alguien recuerda el Harris?
del panorama del ocio de Collado Villalba antes de aquellos años, donde los ejes principales eran las famosas salas de juegos de la época, en especial la de la galería de Las Cigüeñas donde hoy está la perfumería Clima. En ella había una maquina de esas donde podías elegir la canción para que sonase y se repetían los éxitos de los grupos de heavy nacional como Obús, Barricada, Leño, Barón Rojo… que se alternaban con los rumberos Calis, Chunguitos, Chichos, etc. Esto servía de lugar de encuentro antes de ir a las discotecas de la época que mas triunfaban como el Quinto Infierno o El Bus Stop. Por cierto, ¿alguien recuerda el Harris?
Resulta extraño que en este hábitat se pudiesen insertar los
seguidores o seguidoras de otros tipos de música como por ejemplo Los Pecos o
luego un poco más adelante los primeros inicios de Mecano.
Pero a mediados de los ochenta la supuesta bonanza económica
fruto de la consolidación de la democracia tras el fallido 23F, provoca el auge
de una clase media tan vapuleada hoy en día, que comienza a tener segunda
residencia en la sierra y que en el caso de Collado Villalba provoca que las
urbanizaciones que hasta ese entonces estaban casi desocupadas, pasen a
llenarse los fines de semana y que se proyecten mas y mas.
Esta entrada masiva de gente procedente de la capital generó
un intercambio cultural que hizo que la juventud villalbina se abriese a los
nuevos gustos musicales (no siempre mejores que los autóctonos) que llegaban de
la movida madrileña, si bien ya no eran tanto los Burning, Nacha Pop o Gabinete
Caligari, como los fenómenos de fans que fueron otros grupos como Tennessee,
Modestia Aparte y especialmente Hombres
G.
Los pelos largos y enmarañados daban paso a los de punta que
inmortalizo Julia Otero en el 3x4 y los pantalones de ciclista a los que nunca
les encontré el sentido por mucho que los llevase mi mito erótico Patsy Kensit.
Un ir y venir constante de ciclomotores por todo el pueblo, especialmente por
la zona de los “bares de calentamiento” que estaban especialmente concentrados
en “el barrio vaticano”. Y es que en aquellos tiempos, adolescente con un poco
de dinero, adolescente al que papá le compraba la Vespino, la Puch Cóndor,
Rieju o la Piaggio de turno.
Ya se ha producido un cambio de look, de hábitos, de gustos…
En definitiva la semilla estaba en la tierra, pero había que trasplantar para
que se viesen los frutos, aquellas macetas (antiguas discotecas villalbinas) no
daban respuesta a los gustos de sus nuevos posibles usuarios.
Pero creo que antes de entrar en el análisis de las
discotecas y disco terrazas, convendría hacer primero una reseña a los que eran
los “locales de calentamiento”.
Aunque las discotecas por aquellos tiempos seguían conservando
aquellos horarios partidos de tarde y noche, cada vez se iba posponiendo más la
llegada de la gente a horarios más tardíos. Eso de acabar la noche a poco más
de las 10:30 se estaba acabando. Sin embargo la gente bebía más y quería llegar
“a tono” a la discoteca, donde las consumiciones eran más caras. Habia que buscar
locales más baratos en los que poder tomar su mini de cerveza o calimocho antes
de ir a la discoteca. Los menos pudientes directamente tiraban de litrona del súper
de turno o de la tienda de golosinas que paso a engrosar sus cuentas gracias al
fenómeno botellón. No saben los chinos lo que perdieron en este pueblo durante
esos años.
Como he dicho, el barrio por excelencia del calentamiento
era el de Pradillo Herrero, donde pronto proliferaron varios locales ante el éxito
de los que mostraron el camino. Increíble el ajetreo en el barrio de pandillas
de jóvenes que iban desde Las Cubas o Fresh hacia Porche. Y es que estos bares ofrecían
precios relativamente bajos para tomarte tus minis antes de ir a dar el golpe a
la discoteca de turno y en el caso de Fresh, este ya contaba con su pincha
discos que mezclaba éxitos de aquí con las mejores bandas de fuera. Recuerdo
que era mi sitio favorito para empezar la salida gracias a que allí escuchaba a
Depeche Mode, Bruce Springsteen o U2. Pero ese era mi gusto, mientras que para
otros muchos, creo que más aún que los
coincidentes conmigo, el mejor lugar eran Las Cubas donde sus bocatas tenían mucho
que decir en su favor.
Y claro, luego vino La Costa con sus porrones de sidra, La
Facultad, etc. Para los vecinos fue un tormento de ruidos y otras molestias,
pero cabe destacar que antes de que estos bares triunfaran, estaba el esperpéntico
“Bananas” al que luego sucedieron el Shanghái y el Barros. Dos locales en los
que las drogas campaban a sus anchas y las peleas estaban a la orden del día.
Otras zonas tenían otros locales que cumplían esta misión,
pero sin duda los más destacados eran estos y los que casi todos tendréis en la
memoria.
Y como aún queda mucho que hablar de la movida villalbina,
lo mejor será dejarlo aquí por el momento, pero son muchos locales y muchos
grandes momentos los vividos por los que una vez fuimos jóvenes en un pueblo
que aspiraba a ciudad.