Pues casi podría empezar la crónica de esta edición de la Tragamillas del mismo modo que comencé la del año anterior, ya que al igual que paso en el 2007, la noche previa a la carrera estuve de lo más inquieto. No logré acostarme todo lo pronto que quería, ya que atar los últimos flecos relativos al tema de la organización me entretuvo hasta bien entrada la noche.
El caso es que creo que dormí poco más de una hora, muy poco para el esfuerzo que iba a realizar en pocas horas, pero es que no podía dormir por tanta tensión y para remate, la Guardia Civil pasando a toda pastilla por el barrio con las sirenas a eso de las cuatro de la mañana. Vamos que hice la preparación ideal en las horas previas, aunque la inquietud y el desasosiego me hicieron que a las cuatro de la mañana me pusiese a hacer estiramientos de espalda.
Así pasan las largas horas de la noche hasta que decido levantarme y desayunar para que el cuerpo tenga tiempo de asimilar todos los nutrientes y obtener la mayor reserva de energía posible.
Antes de ir a la línea de salida decido pasar por el que será uno de los puntos calientes de la carrera, el famoso túnel de la A6 que tanta guerra nos dio el año anterior y que supuso que tuviésemos fuertes criticas por su falta de seguridad debido a que fallo su iluminación. Cuando llego allí, el túnel esta aún sin iluminar, así que nada mas llegar a la salida es lo primero que le comento a Javi, el cual esta intentando llevar el timón del asunto como buenamente puede pues va a ser el único capitán al mando tras el infortunio que sufrió José por la muerte de un familiar en esa misma noche. Afortunadamente éramos una buena cantidad de voluntarios y socios del club como para poder hacer que todo saliese bien gracias al gran trabajo desarrollado en los días previos.
Hay muchas tareas y nos las tenemos que repartir. Unos se dedicaran a inflar los globos con los que marcamos los puntos kilométricos y a irlos distribuyendo, las mujeres de otros se encargaran de la gestión del ropero, mientras otro grupo vuelve a marcar el recorrido con la cal muerta, ya que en varias zonas se ha borrado de un día para otro. También es preciso revisar la zona del Coto, ya que aunque se dejo marcada el día anterior, la presencia de botellones en la zona hace que no te puedas fiar ni un pelo, pero afortunadamente la policía esa noche le presto especial vigilancia a dicho punto y nos lo encontramos tal como lo dejamos en la noche previa.
A eso de las 8:45 comienzan a llegar los primeros atletas, en este caso es la expedición del club “Ciclote” de Aranda de Duero, cuyos integrantes lo primero que buscan es un sitio donde poder desayunar. Prácticamente de forma simultánea los patrocinadores van montando sus parafernalias de arcos, carpas, etc.… Mientras el cronometraje también comienza sus trabajos correspondientes y la organización reparte los chips y los dorsales de los atletas que no se inscribieron a través de un punto físico.
El tiempo pasa a un ritmo frenético y ensimismado con mi tarea en la línea de salida, apenas me doy cuenta de que es la hora en la que tengo que buscar un relevo que haga mi tarea para poder ir a prepararme para la carrera.
De esta forma y tras apenas unos diez minutos de un muy suave calentamiento, estoy ya dispuesto para la salida. Salgo en la parte delantera del pelotón, aunque tampoco demasiado, pues ahí los empujones y codazos pueden ser muy peligrosos. Aún tengo fresca la salida del año pasado, donde hice el afilador con otro atleta y por poco me veo inmerso en una magnifica montonera.
Afortunadamente, el hecho de que la salida sea en subida, provoca que la gente salga con los ánimos más templados y solo se producen adelantamientos extraños al llegar a los giros, donde los “recortadores” hacen acto de presencia y se producen los lógicos “cierres”. Justo en la bajada que lleva al pabellón Quique Blas tomo la referencia de un conocido y decido que me haga de liebre para el objetivo marcado en un principio de bajar de 1h 40’. Así entramos en la dehesa, donde una vez pasados los famosos árboles decido empezar a regular, pues he pasado con éxito el primer punto conflictivo de la carrera y no he pillado atasco. Es muy importante no ir despilfarrando fuerzas entre los kilómetros 2 y 4, pues luego empezara la gran subida.
Justo al pasar por el colegio Daniel Vázquez Díaz, lugar donde el ganador hizo su arranque, empieza el primer tramo duro de la carrera, el cual se me hace mas liviano que en los entrenamientos, supongo que por ir entre la gran masa de gente que corría ese día y que no te hacia pensar en los metros que faltaban ni mirar al final de la subida. Justo en el cruce de la carretera de Moralzarzal hay una furgoneta con la música de “Chariots of fire”, luego me he enterado de que eran gente del
A.D. Samburiel de Cerceda animando a los suyos y por supuesto a todos los demás. Pero ese breve respiro que supone la calle del Opencor pronto finaliza y comienza la subida que nos deja en el ayuntamiento.
El casco antiguo del pueblo aún no se ha quitado las legañas y se pueden escuchar nuestras fuertes pisadas reteniendo la bajada desde la Plaza de la Constitución buscando la Plaza de los Cuatro Caños, donde los parroquianos han salido a apoyar a otra leyenda del atletismo local, “Kubala”. Este no vive su mejor momento tras un rosario de lesiones que le han tenido en el dique seco todo este otoño, pero esos ánimos le impulsan y sigue ahí, rodando en 4’35”en ese punto de la prueba.
Salimos de la Plaza y vamos en búsqueda del punto más alto de la jornada, el Parque Peñalba. Ahí la acumulación de los desniveles empezará a pasar factura a los más débiles y ojo del que este empezando a dar los primeros síntomas de debilidad y se confié al ver superado el gran obstáculo de la jornada. En mi caso, no he apreciado nada anormal, voy rápido pero creo que ese ritmo es sostenible y sigo con él a la espera de aprovechar los siguientes kilómetros para recuperar y llegar lo mas entero posible a “El Coto”.
La rápida bajada de Peñalba se ve cortada por el brusco giro que nos meterá en el Camino de la Fonda, donde este año si vamos a subir hasta ver la Fuente del Caño Viejo. Esa zona esta siendo remodelada por el ayuntamiento y el suelo presenta bastante polvillo y suciedad, aunque esta libre y despejada, lejos del caos de palets, barro y restos de obras que presentaba la semana anterior. En la bajada de la Fuente hasta el Camino nos encontramos con otro punto complicado, pues se ha creado una especie de isleta con la reforma, que no se había tenido en cuenta cuando se diseño el recorrido. Afortunadamente no hay problemas y todos los atletas la pasan sin dificultades.
La serpiente multicolor enfila el Camino de la Fonda, donde se producen los primeros comentarios al llegar a los puntos donde el terreno es más irregular. Los noveles en la carrera empiezan a tener el primer contacto con la “esencia” de la prueba. Es mejor no arriesgar en esta bajada para poder mantener la integridad física, además de esta forma se podrá llegar mas entero al punto decisivo de la carrera. Justo en la salida del camino se produce una de esas anécdotas que no se pueden prever, una mujer ha sacado a su perrito a pasear y este anda libre por allí prácticamente cruzándose entre nuestras piernas. La señora es ajena al peligro que supone para todos nosotros e incluso su mascota y no hace nada por retirarlo, es mas, casi intenta meterse en el camino para recorrerle contra la marea humana lanzada a más de 14km/h en ese punto del pelotón.
Por fin salimos a Peñanevada IV y la gente comienza a demandar agua, el caluroso día esta empezando a pasar factura, pero afortunadamente entre las puertas del colegio Cantos Altos y las del Canal de Isabel II se encuentra el primero de los avituallamientos, donde unas amables “piratas” nos dan nuestra botellita, que poco a poco vamos bebiendo aprovechando la bajada. Contrariamente a lo que se suele hacer en días que no son de calor extremo, decido conservar la botella el máximo tiempo posible, ya que se que el siguiente avituallamiento esta demasiado lejos y pueden venir síntomas de deshidratación.
Al finalizar la bajada, llegamos al punto más débil de la carrera, el paso por el túnel de la A6. Mucho hemos trabajado para cuidar su acondicionamiento, pero los trabajos no dependen de nosotros en última instancia. Finalmente todo ha salido como era de desear y el túnel tiene una iluminación que garantiza su paso sin problemas y todo ello aderezado por un grupito de gente que esta animando el lugar como si estuviesen en una terraza de verano con la barra de la Taberna “Eufemiano Fuentes”. Esta era sin duda la nota de humor de la carrera.
Tras la salida del túnel viene la bajada más rápida de la carrera y el lugar en donde hacer el último acopio de energías. Pego el último trago y arrojo la botella cerca de un contenedor para facilitar su recogida.
Así llegamos al famoso kilómetro 9, donde la carrera toma otra dimensión y como me ha pasado siempre que he corrido por este lugar la velocidad empieza a decaer y las piernas a bloquearse. Ha bastado la primera subida para darme cuenta de que tal vez he ido pasado de vueltas en los kilómetros anteriores, lo que obliga a un cambio de ritmo de forma inmediata para no ahondar en el error y acabar el Coto desfondado. Así poco a poco “mi liebre” me va soltando sin que yo haga nada por ir hasta él. Comienza otra carrera, la carrera en solitario. A partir de ahora seremos yo, mis referencias y mis sensaciones las que tendremos que afrontar la segunda mitad de recorrido.
En el Coto los cambios de ritmo están rompiéndonos a todos y tan pronto adelantas a un corredor como vuelves a ser sobrepasado por este, es imposible mantener un ritmo constante y las últimas cuestas hacen auténticos estragos en algunos corredores. Precisamente este último tramo que va desde los corrales hasta la puerta se incluyo al final para evitar el tener que hacer caracoleos extraños como el año anterior, que dotaron a la carrera de una gran dureza en sus últimos kilómetros.
Aún a pesar de su dureza El Coto se esta convirtiendo en la referencia de la carrera y a las expresiones que calificaban su dureza se añaden las de admiración por poder correr entre la naturaleza, pudiendo escuchar el canto de multitud de aves, solo eclipsado por nuestra respiración y el arrastrar de las suelas de las zapatillas, a las que cada vez es mas difícil elevar.
Así hemos salido del “pequeño cross” insertado dentro de la media maratón y continuamos con rumbo hacia el polígono, pero la salida de “Las Suertes” y la entrada en “El Parque de la Coruña” son otro punto mas de desgaste, ya que hasta llegar a la carretera de Galapagar y para abandonarla, es preciso superar dos rampas con fuertes desniveles. Solo al llegar a la calle Ramón Fernández Soler se puede respirar tranquilo al encontrar un largo tramo sin dificultades salvo el puente de cruce de la vía.
Pero aquí ya soy consciente de que mi ritmo ha bajado y mucho. Además el calor empieza a hacer mella y el segundo punto de avituallamiento aún esta lejos. Justo al paso por la rotonda de “MADE”, ahora “Forjanor”, vislumbro el avance de lo que luego demostró ser el lunar mas grande de toda la carrera, los problemas de tráfico. Sabíamos que iban a existir y que en algunos puntos estos serian relativamente importantes, pero lo que no me podía imaginar es que la policía estuviese abriendo el trafico en un punto como en el que iba yo de la carrera, que no era demasiado cabecero, pero lejos de la cola y de los grandes espacios que se abren en la parte trasera. Además daba el paso en el sentido de la carrera, por lo que el peligro era bastante importante y al fin y al cabo el conductor se encontraría de nuevo con el problema unos metros después.
El caso es que atravesamos el parque de Romacalderas y nos adentramos en el Gorronal tras el paso por el puente de la Hidroeléctrica. Justo a la altura del bar Rolfi nos topamos con el ansiado segundo avituallamiento, donde están disfrazados de mexicanos y de otras extrañas formas, por fin algo de animación. Y así nos disponíamos a salir de El Gorronal pasando al lado del edificio polifuncional, que según creo no funciona los domingos, lo que fue una lastima, ya que yo esperaba que los abueletes nos animasen, pero se ve que el domingo lo usan para descansar después de los bailes que se meten los sábados.
Y así llegamos a “la travesía del desierto” y es que tengo que confesar que me defraudo mucho la escasa presencia de público en la Calle Real y Batalla de Bailen. Y eso que habíamos hecho lo posible y lo imposible por dar a conocer la carrera y pensábamos que con el día que hacia y que casi todo el mundo conocía a alguien que la corría serian argumentos sólidos para contar con el favor del espectador a pie de calle. Tal vez ese tramo habría sido el lugar más idóneo para poner a la banda de música, pero desde el ayuntamiento se obcecaron en que fuese en la pista, donde su relevancia iba a ser mucho menor y además entorpecería la labor del speaker. Pero en esos momentos yo ya iba “jodido”, mi tripa iba dándome mucha guerra y además el gemelo derecho hacia amagos de subirse.
El ritmo a la altura del Mercadona es ya casi veinte segundos mas lento que en los primeros diez kilómetros y las sensaciones muy malas. Un helicóptero sobrevuela la zona y el claxon de los coches me hace presagiar que el atasco tiene que ser de aupa. Sin embargo según constatamos luego, la A6 no tuvo problemas por nosotros, lo que era un alivio, así que me quedo con la idea de que todos esos pitidos eran para animar a los participantes.
Ya solo quedan un par de obstáculos antes de alcanzar la entrada en meta. El primero es el puente de El Planetocio, donde uno de los compañeros del club, que ha ido de menos a mas me alcanza y hacemos sociedad hasta casi la entrada del estadio, pasando juntos por la subida al cuartel de la Guardia Civil, una subida dura, pero que se ha hecho mas llevadera gracias a la música puesta a todo trapo por los del club Samburiel de Cerceda. Fue escuchar la sintonía de Rocky y sentir que sacaba fuerzas de flaqueza y que los gemelos se recuperaban, pero como es lógico, solo se trataba de una ilusión, un efecto pasajero.
Por fin hemos atravesado el globo del kilómetro 20 y aunque la recta es larga, una vez que ves el estadio y la fiesta allí montada, todo se hace más llevadero y más si en la rotonda hay música animando la entrada gracias a un DJ. En el graderio del estadio también hay música, pero esta se confunde con los comentarios del speaker, que trata de darnos el último empujón hasta llegar al arco de meta.
Una vez concluida la prueba las sensaciones son extrañas, por un lado físicamente estoy muy tocado sobretodo en los gemelos y los puentes de los pies y en lo anímico, no he logrado bajar de la barrera prevista, pero si he logrado mi MMP, bajando en 1’24” mi marca del año anterior. Así pues, a titulo personal he conseguido batir mi record y en lo colectivo hemos logrado también otros cuantos para la carrera.
Estas dos ultimas fotografias de Jose M. Santamaria muestran la espectacularidad del recorrido por el coto lleno de gente.
#Mas de 1100 inscritos frente a los 800 de la edición anterior
#949 llegados a meta contra los 727 del año anterior y eso sin contar a los que corrieron con dorsal, pero al ser nuevos no sabían la necesidad de recoger el chip.
#1h 12’ 05” fue el registro para el ganador, que baja en más de un minuto la marca del ganador del año anterior y eso que estuvo solo la mayoría de la prueba y se limito a regular la ventaja obtenida en el kilómetro 5.
#Un 25% más de mujeres llegaron a meta con respecto al año anterior.
Más de 80 clubes con representación.
#41.30% de incremento en las visitas al foro de referencia del atletismo nacional en el post dedicado a nuestra prueba.
#Mas de 200 atletas inscritos de Collado Villalba
#Más de 110 voluntarios asignados a seguridad, servicios al atleta y animación.
Y otros muchos más records que seguro me habré dejado en el tintero y que suponen el listón a superar para el año que viene, en la que esperamos tener una Tragamillas más fuerte aún si cabe, para lo cual nos disponemos a trabajar desde hoy mismo. Y no es una expresión retórica.
Fotografia ganadora del concurso.
Titulo : La soledad del campeón
Autor: Rubén Martín Santos.