El candil de nuestras ilusiones y el sueño que se había ido
construyendo poco a poco, sin prisa pero sin pausa. Pero tampoco vamos a culpar
a Jesús Gil de todos los males y de la desaparición del club.
La realidad es que el tener un equipo de baloncesto en la
época dorada de la ACB, era un sueño fuera del alcance de un pueblo como era en
aquellos tiempos Collado Villalba que no llegaba ni a los 30000 habitantes. No
había grandes empresas afincadas en nuestro pueblo por lo que la dependencia
del club era total y absoluta del patrocinador principal y lo que se pudiese
derivar de los ingresos por derechos de imagen.
¿Qué podía hacer Villalba cuando sus anunciantes en el pabellón eran la
pescadería del barrio o como mucho algún concesionario de coches local?
Recordemos que en esos años los equipos grandes rompieron el
mercado, especialmente el FC Barcelona, con el fichaje primero de Andrés Jiménez
y posteriormente y de forma muy especial el de José Antonio Montero.
Equipos con más historia que el nuestro habían caído ya con
anterioridad victimas del descontrol en el que había caído el baloncesto
patrio, Canoe, Cotonificio, Granollers… fueron son solo algunos ejemplos a los
que luego se han ido sumando otros con posterioridad a la desaparición del
Villalba como el CAI o el Huesca. Por no hablar de los apuros que están
teniendo otros en la actualidad como el Estudiantes o el Bilbao Basket.
En definitiva, la desaparición del BBV como patrocinador del
club, era un anticipo de la carta de defunción del club villalbino. Recordemos
que el panorama bancario en aquellos tiempos estaba un tanto revuelto con las
fusiones que se dispararon a raíz de la llegada de un Mario Conde ansioso por
acaparar todo tipo de poder.
Así que la llegada de Jesús Gil con una oferta bajo el brazo
por el club villalbino fue bien recibida, no tanto por la oferta, como por ser
la única opción que teníamos de poder mantener el club.
Las primeras decisiones de Gil (que en aquellos tiempos
interfería en todo tipo de gestión deportiva del club de futbol), fueron las de
tratar de crear un equipo más competitivo, pero todo ello a su manera, a pesar
de que no tenía ni la mas mínima idea de baloncesto.
Así inició una revolución que comenzó por fichar a un
técnico con poco rodaje como era Clifford Luyk, algo extraño, pues venia del
eterno rival futbolístico. Otra importante decisión fue la gran subida en los
precios de las entradas, lo que provoco que a pesar de que supuestamente
teníamos mejor equipo, la afluencia a las gradas se vio muy mermada, ya que los
precios se multiplicaron por tres. Yo fui uno de esos que paso a ver únicamente
aquellos partidos que televisaron al equipo.
Pero sin duda alguna, la diferencia principal fue la del
concepto de equipo. Se decidió apostar por jugadores americanos de extraordinario
nivel y muy espectaculares, aunque ello significase perder como bloque compacto
en detrimento de las individualidades. El peso de los jugadores españoles en el
sistema de juego cayó en picado y mas tras las bajas de hombres que habían sido
muy importantes como Marrero o Juan Carlos Barros.
En definitiva, teníamos un entrenador mediocre y un equipo
descompuesto donde los españoles defendían y los americanos atacaban. Poca
disciplina de entrenamiento y mucho correcalles y saltos de saltimbanquis.
El equipo cayó hasta los puestos de descenso, donde Jesús
Gil debió de escuchar a alguien con algo más de conocimiento que él en los
temas del baloncesto y así se tomaron medidas drásticas como el cese del
entrenador, trayendo a Tim Shea y posteriormente el cese del indisciplinado
Shelton Jones, que había ido descendiendo en su rendimiento de forma alarmante
y que no entendía du rol de secundario ante la gran estrella Walter Berry.
La incorporación de Howard Wright y la llegada del nuevo
entrenador propiciaron la remontada del equipo en la clasificación hasta lograr
entrar en los Play off por el titulo y lograr plaza para jugar en la Copa Korac
al año siguiente.
Fue la mejor clasificación del club, pero para muchos este
ya no era el Villalba, era otra cosa, independientemente de que aquí jugase el
mejor jugador de la liga y que pulverizase los records de anotación o de que el
otro extranjero ganase el concurso de mates. El sueño se agotaba y el candil estaba a punto de apagarse de
forma definitiva.
La ruptura del pacto entre políticos locales y Jesús Gil en
aquel verano, fue la puntilla definitiva para que el club desapareciese.
Son pocas las cosas que puedo rescatar de aquel año a nivel
de emociones o recuerdos, solo me quedan
los números y algún video que circula por internet.