lunes, 18 de agosto de 2014

Imagenes de una realidad

Imagen de El Faro de la Sierra

Hace ya algunos meses se nos anunció que pasadas las fiestas patronales de Santiago Apóstol, la policía local se trasladaría a su nueva ubicación. Cuando así sea, se producirá una de las noticias del año en nuestro municipio, ya que la policía local necesita urgentemente el disponer de unas instalaciones acordes a la población actual del municipio, así como a sus medios de parque móvil, etc. Difícilmente pueden prestar ciertos servicios cuando están en un local que ya fue un “apaño” cuando se trasladaron hace ya unas décadas.

Pero claro está, estamos en agosto, lo que en otros pueblos significa descenso de actividad  aquí es parón total, que estamos muy cansados de tanta fiesta. Así que habrá que esperar a que pase la vuelta al cole y quién sabe si hasta a los reyes magos para poder ver este edificio en funcionamiento.

A diferencia de otras inauguraciones pendientes en el municipio, en este caso su apertura no implica el  incurrir en gastos de personal extra ni otra serie de cosas, por lo que el mantenerlo cerrado no supone ningún ahorro y si por el contrario perjuicios tanto a los trabajadores como a los vecinos.

Y es que uno se pregunta cada día al volver a casa y pasar por la parte trasera de los bloques de El Pontón  cuando se abrirá el edificio y podremos dejar de ver estampas como la que ilustran la entrada del blog. ¿No tiene la policía otro sitio donde dejar los vehículos que quedan inmovilizados? ¿Hasta cuándo vamos a seguir con el peligro de unos coches abandonados en un lugar libre de paso? ¿Qué responsabilidad tendría el Ayuntamiento ante un accidente por la manipulación de esos vehículos? Si los vehículos fuesen victimas de más daños demostrables por sus dueños, ¿qué  tipo de responsabilidad recaería sobre el consistorio?
Una estampa casi permanente


Recuerdo que cuando era niño, un gran camión estuvo abandonado frente al Carlos Ruiz durante años. Era la atracción de los niños y había competiciones por subirse a él. Ahora lo recuerdo y veo que era un autentico peligro el que unos niños se montasen en él tocando frenos y toda palanca y pedal del vehículo.

Afortunadamente nunca paso nada, pero siempre es mejor no tentar a la suerte, porque al final siempre toca.

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