Imagen de un comercio cerrado |
Lentamente fue pasando la tarde del sábado y poco a poco fue cesando la caída de la nieve sobre nuestro municipio. La estampa era imponente y los espesores increíbles. Caminar por la nieve virgen en la mayoría de las calles era un ejercicio reservado a los más jóvenes, pues era el equivalente a ir subiendo una buena tanda de escalones. La jornada “festiva” tocaba a su fin con casi toda su actividad “fuera de servicio”.
Así que hubo que esperar a la mañana del domingo para volver
a ver “la vida pasar” por nuestro pueblo. Se trataba de un domingo especial,
tan especial que hasta el gran comercio cerró “gracias” a Filomena, algo que
solo sucede en cuatro días al año. Seguían existiendo grandes problemas de
movilidad que hacían que muchos de sus trabajadores no pudiesen acceder hasta
sus puestos de trabajo y sus tiendas tenían los accesos impracticables, por lo
que la mayoría de las tiendas de la Comunidad de Madrid cerraron ante las
dificultades operativas para desarrollar su actividad. Dos días consecutivos de
cierre, algo que ya casi nadie recuerda en un mundo donde hemos elevado al
nivel de necesidad básica cosas que no lo son, pues en tiempos no tan lejanos hemos
vivido sin ellas.
Cola para comprar el pan en Los Cuatro Caños |
Las montoneras de la nieve apartada por las maquinas eran numerosas
en las arterias principales del pueblo, Calle Real, Honorio Lozano, Batalla de
Bailen, Juan Carlos I… Las máquinas seguían trabajando a pleno rendimiento y en
mi breve paseo me topé con dos de ellas por zonas aledañas al “cuore” comercial
y de tránsito. Del mismo modo, empleados a pie trataban de adecentar los pasos
de peatones de esas mismas calles. La nieve pisada empezaba a ser un peligro en
algunos puntos y era preciso estar muy atentos al suelo, sin dejar de tener en
cuenta los aleros y voladizos que ya presentaban riesgo de desprendimientos de
grandes cantidades de nieve acumulada en las jornadas previas.
Peligro de desprendimiento |
Y es que no es lo mismo meter la pala en nieve blanda que
sobre una placa de hielo. Bien es cierto que el atacar el problema de manera
temprana implicaba el mover mucho más peso, pero el enemigo no se había hecho
fuerte aún, algo que ya sabíamos que pasaría si dejábamos llegar la noche y no actuábamos
antes de la bajada del termómetro.
Por ello, no fuimos pocos los vecinos que, con nuestros medios, mejores o peores, atacamos el problema para facilitarnos la vida en los siguientes días. Está claroque no todos los vecinos contamos con los mismos medios y que nadie imaginaba en ese momento que la nieve iba a permanecer entre nosotros tanto tiempo, aunque los meteorólogos y las autoridades no paraban de avisarnos de que estábamos ante una excepcionalidad.
Había pasado el momento del ocio y habíamos llegado al momento de doblar el lomo.
Continuará…
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