sábado, 16 de enero de 2021

El Paso de Filomena (III) Buscar pan y doblar el lomo

Imagen de un comercio cerrado

Lentamente fue pasando la tarde del sábado y poco a poco fue cesando la caída de la nieve sobre nuestro municipio. La estampa era imponente y los espesores increíbles. Caminar por la nieve virgen en la mayoría de las calles era un ejercicio reservado a los más jóvenes, pues era el equivalente a ir subiendo una buena tanda de escalones. La jornada “festiva” tocaba a su fin con casi toda su actividad “fuera de servicio”.

Así que hubo que esperar a la mañana del domingo para volver a ver “la vida pasar” por nuestro pueblo. Se trataba de un domingo especial, tan especial que hasta el gran comercio cerró “gracias” a Filomena, algo que solo sucede en cuatro días al año. Seguían existiendo grandes problemas de movilidad que hacían que muchos de sus trabajadores no pudiesen acceder hasta sus puestos de trabajo y sus tiendas tenían los accesos impracticables, por lo que la mayoría de las tiendas de la Comunidad de Madrid cerraron ante las dificultades operativas para desarrollar su actividad. Dos días consecutivos de cierre, algo que ya casi nadie recuerda en un mundo donde hemos elevado al nivel de necesidad básica cosas que no lo son, pues en tiempos no tan lejanos hemos vivido sin ellas.

Cola para comprar el pan en Los Cuatro Caños
Así que no fueron pocos los que se encontraron “descolocados” ante las dificultades para encontrar pan reciente. Los comercios de proximidad, dominados por los chinos, no eran capaces de satisfacer las necesidades de tal volumen de clientela, bien porque sus hornadas son muy pequeñas o por la falta de materia que tenían tras el aluvión de ventas del día anterior. Era fácil ver las colas a las puertas de los pocos comercios que podían ofertar el bien preciado y la suave temperatura animó a muchos a dar un paseo por las calles llenas de nieve.

Las montoneras de la nieve apartada por las maquinas eran numerosas en las arterias principales del pueblo, Calle Real, Honorio Lozano, Batalla de Bailen, Juan Carlos I… Las máquinas seguían trabajando a pleno rendimiento y en mi breve paseo me topé con dos de ellas por zonas aledañas al “cuore” comercial y de tránsito. Del mismo modo, empleados a pie trataban de adecentar los pasos de peatones de esas mismas calles. La nieve pisada empezaba a ser un peligro en algunos puntos y era preciso estar muy atentos al suelo, sin dejar de tener en cuenta los aleros y voladizos que ya presentaban riesgo de desprendimientos de grandes cantidades de nieve acumulada en las jornadas previas.

Peligro de desprendimiento


Trabajos en la mañana del domingo

Poco a poco fueron muchos los vecinos que pala en mano decidieron ir despejando los accesos de sus viviendas para poder hacer uso de ellas y “volver a la normalidad”. Era el momento idóneo para ello, pues además de evitar el peligro en caso de salir, se evitaba la formación del que a partir de ese momento pasaría a ser el enemigo número uno, el hielo.

Y es que no es lo mismo meter la pala en nieve blanda que sobre una placa de hielo. Bien es cierto que el atacar el problema de manera temprana implicaba el mover mucho más peso, pero el enemigo no se había hecho fuerte aún, algo que ya sabíamos que pasaría si dejábamos llegar la noche y no actuábamos antes de la bajada del termómetro.

Por ello, no fuimos pocos los vecinos que, con nuestros medios, mejores o peores, atacamos el problema para facilitarnos la vida en los siguientes días. Está claroque no todos los vecinos contamos con los mismos medios y que nadie imaginaba en ese momento que la nieve iba a permanecer entre nosotros tanto tiempo, aunque los meteorólogos y las autoridades no paraban de avisarnos de que estábamos ante una excepcionalidad.

Había pasado el momento del ocio y habíamos llegado al momento de doblar el lomo.

Continuará…

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