Imagen de una actividad navideña. |
Pues toca empezar a resumir este año 2019 que empieza a
abandonarnos. Se nos presentaba como un año muy interesante en algunas facetas,
pues la agitación política en un año electoral levanta todo tipo de pasiones e
ilusiones y más en una cita como la de este año con record de candidaturas.
Sin embargo, todo esto no se tradujo en un especial
dinamismo en lo que a mi dinámica en cuanto a la hora de actualizar el blog y
como viene siendo habitual en los últimos años, me costó mucho arrancar y no lo
hice hasta el mes de marzo salvo una entrada recién pasada la navidad en la
cual hice un breve repaso por varias de las actividades y eventos que tuvimos
durante esas fechas que ya tenemos tan cercanas.
Y esa primera entrada a la que hacía referencia del mes de
marzo, fue como una especie de ejercicio de reflexión interna y de búsqueda en
mi interior de algo que me motivase para seguir con esta “vida paralela” en la
que de vez en cuando me toca ir de Quijote o Don Pelayo.
Y no fue hasta casi acabado marzo cuando volví con las pilas
cargadas a retomar la actividad del blog, aunque por las distintas RRSS
siguiese activo. Y lo hice de la mano de una de las pocas cosas que a día de
hoy me tocan la fibra para luchar por este pueblo y eso que cada equis tiempo
sale alguien a tirarme chinitas a la cara o quererme enfrentar con mis
compañeros de fatigas para estas lides (estas cosas son algo más que un síntoma
de la enfermedad degenerativa que afecta a este pueblo).
Pero no voy a perder más tiempo en este tema, que si llegase
el momento ya hablaríamos largo y tendido del asunto, porque lo realmente
importante es la temática de aquella entrada. Y es que La Tragamillas ha
servido este año para dar a conocer a varios artistas de los que tratan de hacerse
un hueco en los escenarios y a los que casi ni conocemos en nuestro pueblo y en
el cual viven. Siempre se ha dicho aquello de que es muy difícil ser profeta en
tu tierra, pero en este caso, al menos se les ha dado un pequeño y modesto
escaparate para poder dar a conocer su talento.
Así que tras hacer un pequeño repaso al trabajo que
desinteresadamente realizaron para La Tragamillas tanto Carlos Alevito como la
gente de Improvisierra, nos encontramos con el mes de abril y con la campaña
electoral ya sobrevolando en todo tema candente de la vida del pueblo.
Victoria Cuadrillero. Posible olímpica guadarrameña |
Aún así, empecé el mes con una entrada en la que hacía una
crítica hacia el estado de salud del deporte local vistos los éxitos que
cosechan los pueblos vecinos y la escasa cosecha que logran los nuestros en líneas
generales. La relación entre habitantes, clubes y resultados ofrece un claro déficit
en nuestra contra y en algunos casos no ofrece ni tan siquiera capacidad de réplica
o debate. Algo lleva fallando muchos años en el deporte villalbino y se sigue
sin medicina o alivio para los males que sufre. Todo ello agravado este año por
el descenso del equipo de futbol por antonomasia del municipio (segundo en tres
temporadas), que tras varios años de crisis institucional, no parece que logre
hacer suelo desde el que rebotar. Un indicador muy significativo.
Ya en los últimos días de abril, tomaba protagonismo el
programa de fiestas de San Jose Obrero, o de El Gorronal. Un programa de
fiestas de cierto nivel para unas “fiestas chicas” como se las denominaría en
otros pueblos, al no corresponderse con las del patrón del pueblo y ser por
unas cosas u otras las terceras en importancia del municipio. Y como no podía
ser de otra forma, la política empezaba a salpicar todo en esos días y el
programa de fiestas no iba a ser una excepción y más después de la elección de
un artista tan posicionado políticamente como Jose Manuel Soto como artista
estrella.
Y cerré el mes con una primera parte de lo que era mi
Jose Manuel Soto. Artista de las pasadas fiestas de San Jose Obrero |
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