Cartel del programa de actos |
Este año nos volvemos a encontrar en una situación extraña,
pues no habrá fiestas como tal, pero si habrá algunos eventos para festejar el patrón.
Ante la situación epidemiológica que atravesamos, cabe
hacerse la pregunta de si el organizar estas “No Fiestas” es una decisión
acertada o no.
Está claro que a pesar de que los planes de vacunación se
van ejecutando a buen ritmo, la tasa de incidencia se ha estancado en las
últimas semanas y no conseguimos que “la doblez” de la famosa curva de la que
nos hablaba Fernando Simón hace un año, sea más pronunciada.
Y es que, por el cansancio de unos para seguir las normas,
por la relajación de otros al rebufo de las vacunas o por la aparición de las
nuevas cepas, el virus promete seguir con nosotros durante un buen tiempo.
Aunque es difícil comparar la situación de este año con respecto al pasado,
pues han cambiado hasta la forma en que se nos comunican los datos, lo cierto
es que parece que en números absolutos la cosa esta incluso peor que el año
pasado. Si bien es cierto que las condiciones en las que nos enfrentamos al
virus y el conocimiento que tenemos de cómo enfrentarnos a él poco tienen que
ver.
Pero que no se nos olvide lo ocurrido el año pasado que,
tras ver tasas muy residuales de contagios en junio y julio, el final de agosto
empezó a marcar un punto de inflexión que acabó con la llegada de la segunda
ola en la parte final de septiembre. Ojo que no se repita la escena a pesar de
las vacunas.
Pero hecha esta entrada de situación, vayamos al tema
principal de la publicación. ¿Es razonable que se realicen actividades por las
fiestas de San Antonio?
Pues vayamos poniendo pros y contras en la balanza.
- Por un lado, la gente está necesitada de evasión y diversión después de tanto tiempo sometidos a las mayores restricciones que jamás hayamos conocido buena parte de nosotros. Llamémoslo salud mental. Y no olvidemos el factor económico, pues se hace necesario un plan de reactivación de la economía.
- En el lado opuesto está el factor sanitario, aún muy lejos de poder decir adiós al dichoso virus y más cuando la población que más se suele mover en estos eventos, es la que aún no habrá tenido acceso a la vacuna.
Ante esta perspectiva, nuestro Ayuntamiento se ha marcado un
programa de fiestas light. Y yo me pregunto, ¿es mejor esto o nada?
No voy a entrar en el capítulo de si los artistas gustan más
o menos, pues para gustos los colores, sino que voy a tratar de ir un poco más
allá.
Con estas fiestas sin barras de bares y sin aglomeraciones,
no evitamos el que se está demostrando como el gran enemigo para el control del
virus, los botellones y las fiestas domésticas. Así que no creo que el factor
disuasorio y de control haya podido tener peso en la toma de la decisión.
Entiendo que el Ayuntamiento y demás entidades públicas,
traten de buscar la dinamización de la economía y traten de apoyar a sectores
especialmente vulnerables como está siendo la cultura, que va más allá de los
Bardem, Willy Toledo o Alberto San Juan. Detrás están también técnicos de
iluminación, sonido, etc. Personal que lleva sin trabajar demasiado tiempo. Sin
embargo, me sorprende que se hayan “olvidado” del gremio de los feriantes. Otro
colectivo si cabe más vulnerable aún y que ha visto como bajo férreos controles
se ha ido reactivando en otros lugares.
Seguramente dándole un par de vueltas al asunto, se podría
haber montado una feria de atracciones para los peques y los adolescentes.
Control de aforos, desinfección de las atracciones… Si en otros pueblos se ha
podido hacer, seguro que aquí también.
Foto del acto de presentación |
Y es que las entradas se agotaron casi de inmediato. Es más,
me gustaría saber si llegaron a salir a la venta o quedaron por los pasillos
del Ayuntamiento. Nuevamente, llueve sobre mojado, pues les invito a que
intenten hacerse con alguna entrada de nuestro teatro cuando hay un montaje más
o menos digno, tipo Yllana y no me refiero a ahora por el tema Covid.
En definitiva, son unas fiestas que más que alegrarme, lo que han producido en mí es tristeza por ver las carencias y déficits que presenta nuestro pueblo en algunos campos y lo pesimamente dirigido que está desde hace muchos años, demasiados.
Aún así, que viva San Antonio.
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