Me vuelvo a permitir la licencia de dejar a un lado la temática
estrictamente villalbina por una un poco más general.
Y es que el compartir todos los días el momento del desayuno
con un par de compañeras de edad pareja a la mía pero con la responsabilidad de
la maternidad, me ha hecho reflexionar en torno a varios asuntos. Y es que en
estos tiempos que corren, que difícil es ser madre, pero no lo es menos el ser
niño.
Recuerdo con nostalgia, que cuando era niño, en mi barrio existían
varias parcelas sin edificar en las cuales podíamos jugar libremente sin peligro incluso
al futbol. Se nos permitía estar hasta medianoche hablando o jugando sin que
nuestras madres tuviesen que preocuparse más allá de la preocupación lógica de
toda buena madre.
Hoy en día esos espacios no existen salvo en el interior de
algunas urbanizaciones. Y aunque los niños de hoy prefieren jugar con las
consolas, en buena parte porque no conocen o han jugado a otros juegos más
tradicionales, difícil lo tendrían para jugar a cosas como “las chapas”.
Recuerdo que diseñábamos circuitos donde recreábamos nuestras propias vueltas
ciclistas, bien pintándolos con una tiza o dibujándolos en la arena con
nuestras manos, pero eran otros tiempos en los que los jardines y parque tenían
ese elemento tan peligroso como la arena.
Pero puedo asegurar que nos lo pasábamos tan bien o mejor de lo que se lo puedan pasar los niños
de hoy en día con los juegos de esas consolas que si no tienes eres un
marginado. Una marginación que en juegos como el descrito eran casi imposible,
ya que éramos nosotros mismos los que decorábamos las chapas tratando de
recrear los maillots de los ciclistas de moda de aquellos años. Perico, Pino,
Fignol, Hinault, Gorospe, Laguia, etc. Eran nuestros héroes, no como los
ciclistas de hoy, que se ven como auténticos apestados o drogadictos. Pero como
siempre, alguien vio el negocio y se comenzaron a vender pegatinas con las imágenes
de los ciclistas más importantes del momento.
Considero una autentica lástima que los niños de hoy no
puedan explotar su imaginación para jugar en esos pocos ratos libres que tienen
entre el colegio y las actividades extraescolares que secuestran su infancia y
parte del tiempo libre de sus progenitores. Y es que además, ahora con la
crisis, el niño sin consola o al que no se le compren juegos nuevos, es el niño
“raro” del grupo, mientras que en las chapas la pericia con el rotulador podía
compensar esas cosas para beneficio del niño y de sus padres.
Los que sean padres, hagan la prueba de preguntar a sus hijos si alguna vez han jugado a la goma, la comba, el balon prisionero, el rescate, el bote, el escondite (el ingles y el otro)...
Pero repito, eran otros tiempos y uno no sabe si es que
empieza a chochear o si es que los tiempos en algunas cosas evolucionan hacia atrás.
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