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lunes, 16 de abril de 2012

Chapado a la antigua.


Me vuelvo a permitir la licencia de dejar a un lado la temática estrictamente villalbina por una un poco más general.

Y es que el compartir todos los días el momento del desayuno con un par de compañeras de edad pareja a la mía pero con la responsabilidad de la maternidad, me ha hecho reflexionar en torno a varios asuntos. Y es que en estos tiempos que corren, que difícil es ser madre, pero no lo es menos el ser niño.

Recuerdo con nostalgia, que cuando era niño, en mi barrio existían varias parcelas sin edificar en las cuales  podíamos jugar libremente sin peligro incluso al futbol. Se nos permitía estar hasta medianoche hablando o jugando sin que nuestras madres tuviesen que preocuparse más allá de la preocupación lógica de toda buena madre.

Hoy en día esos espacios no existen salvo en el interior de algunas urbanizaciones. Y aunque los niños de hoy prefieren jugar con las consolas, en buena parte porque no conocen o han jugado a otros juegos más tradicionales, difícil lo tendrían para jugar a cosas como “las chapas”. Recuerdo que diseñábamos circuitos donde recreábamos nuestras propias vueltas ciclistas, bien pintándolos con una tiza o dibujándolos en la arena con nuestras manos, pero eran otros tiempos en los que los jardines y parque tenían ese elemento tan peligroso como la arena.

Pero puedo asegurar que nos lo pasábamos tan bien o  mejor de lo que se lo puedan pasar los niños de hoy en día con los juegos de esas consolas que si no tienes eres un marginado. Una marginación que en juegos como el descrito eran casi imposible, ya que éramos nosotros mismos los que decorábamos las chapas tratando de recrear los maillots de los ciclistas de moda de aquellos años. Perico, Pino, Fignol, Hinault, Gorospe, Laguia, etc. Eran nuestros héroes, no como los ciclistas de hoy, que se ven como auténticos apestados o drogadictos. Pero como siempre, alguien vio el negocio y se comenzaron a vender pegatinas con las imágenes de los ciclistas más importantes del momento.

Considero una autentica lástima que los niños de hoy no puedan explotar su imaginación para jugar en esos pocos ratos libres que tienen entre el colegio y las actividades extraescolares que secuestran su infancia y parte del tiempo libre de sus progenitores. Y es que además, ahora con la crisis, el niño sin consola o al que no se le compren juegos nuevos, es el niño “raro” del grupo, mientras que en las chapas la pericia con el rotulador podía compensar esas cosas para beneficio del niño y de sus padres.
Los que sean padres, hagan la prueba de preguntar a sus hijos si alguna vez han jugado a la goma, la comba, el balon prisionero, el rescate, el bote, el escondite (el ingles y el otro)...

Pero repito, eran otros tiempos y uno no sabe si es que empieza a chochear o si es que los tiempos en algunas cosas evolucionan hacia atrás.

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