Uno de los juegos referentes de la época |
El otro día me senté frente al televisor para ver un poco la
televisión, algo que cada vez hago menos y comencé a ver “Me Cambio de Década”.
Un programa en el que hacen viajar a una familia al modo como se hacía en la
década de turno, en este caso los 70’s. Ni que decir tiene, que como todos los realities
es más ficción o guión que realidad. Bastante más recomendable es el programa
que le sigue “Yo viví los…” mezcla de documental amable y de “Deja vu” de
famosetes, aunque solo por la música ya mereció la pena verlo el otro día pese
a no aportar gran cosa con respecto a otros programas similares, al menos para
los que si vivimos aquellos años.
Pero volvamos atrás (no hasta los 70’s), sino a lo que me
pareció el programita de marras. De salida la familia no representa para nada
lo que era una familia tipo de la época. Y es que claro, prima el show y todo está
grabado en el domicilio, muy ambientado en la época, pero que evidentemente no
refleja más que una pequeña parte de la vida de una familia.
Nos retratan al cabeza de familia como un tipo que no hace
nada en su casa y un completo gañan. Cierto es que raro era el hombre que
ayudaba en casa por aquellos tiempos, pero casi tanto y más el que se podía
permitir el estar con la pata estirada en el sofá. La mayoría de la gente
trabajaba más allá de las 8h estipuladas por ley, era la única forma de poder
llegar a tener ese plus para comprar el electrodoméstico de turno y los más
privilegiados poder ir de vacaciones. Muchos de los que trabajaban en MADE
luego tenían sus chapucillas, jardines que cuidar, etc.
En el programa ponen a los jóvenes a aburrirse como hongos
jugando con los Juegos Reunidos o viendo programas tremendamente obsoletos a
día de hoy. Y eso que son unos privilegiados y ya les ha llegado en los 70’s la
“protoconsola” con el juego de la bolita y los palitos, tienen el Cinesin y
hasta tienen una cámara de súper 8. Pero es que en esos tiempos, la diversión
estaba en la calle.
En definitiva, la vida en los 70’s, al menos la mía, era muy
distinta a como la retrata ese programita. Por eso voy a abrir el baúl de los
recuerdos y voy a escribir como era la vida tipo (al menos la que yo viví) de
un chavalín de Villalba. Algunas de estas cosas ya las habré contado, pero con
los años me voy volviendo más nostálgico y me voy convirtiendo en el abuelo
cebolleta.
La Saga de los Porretas |
Un día cualquiera sonaba el despertador a eso de las 8:45 más
o menos si mal no recuerdo. La hora no la tengo grabada, pero si la secuencia
de programas radiofónicos con los que comenzaba la jornada: “Radio Hora” y sus
pitidos cada minuto con esos flashes de noticias salpicados por igual dosis de
anuncios en aquellas emisoras de onda media con unos sonidos de acoples
infernales, Radio España creo que era la cadena por la que se emitía dicho
programa, si bien Radio Intercontinental también tenía su versión, pero el
pitido del 918 OM hacia insufrible su escucha. Ese soniquete era con el que mi
madre iba preparando todo hasta que entraba en mi habitación y ya había que
salir de la cama escopetado. Ella antes había pasado a Radio Madrid 810 OM para
escuchar a “La Saga de los Porretas”, que tantos años puso en pie a
generaciones y generaciones de españolitos.
Pantalones de pana, camisa y jersey de punto hecho por “La
Mamma” con las ideas que pillaba de los escaparates de Nacaran, La Menchu, La
Oca o Don José entre otras. Un jersey al que un año se le añadía una cenefa y
al siguiente se le sustituía por otra para compensar el estirón del joven. Eso
si tu madre era mañosa, de lo contrario a rascarse el bolsillo y comprar la ropa para el niño que en aquellos
tiempos a pesar de no vivir en tan pendientes de las marcas, comparativamente
era mucho más cara que ahora.
Se desayunaba a toda pastilla, se guardaba el bocadillo o
bollo que tocase para el recreo y caminito hacia el colegio. En mi caso tenía
que atravesar medio barrio de la Estación para bajar desde Pradillo Herrero
hasta el Carlos Ruiz
, pero recuerdo empezar a hacerlo con 8 años yo solo, algo impensable hoy en día.
Los profesores del "La Transición" en el Carlos Ruíz |
La enseñanza en aquellos tiempos comenzaba a “relajarse”,
pues estábamos en la época entre La Transición y el 23F. Pero sin duda
estábamos a años luz de la educación de hoy en día. En algunos casos me temo
que no hemos salido ganando con el cambio. Cierto es que el Carlos Ruiz era ya
por aquel entonces un colegio un poco “pasado de onda”, pues como heredero del
famoso Grupo Escolar de los bloques de El Pontón, tenía a buena parte de sus
antiguos profesores en nómina y como podrán imaginar, sus métodos no eran los más
novedosos de la época. Y así todavía recuerdo tener que rezar al empezar la
clase con algún profesor y la presencia de la campanilla en la mesa de Don
Feliciano, así como su vara que me toco probar una vez sin comerlo ni beberlo.
Otros ya tenían callo pero para mí aquello fue un auténtico shock.
Antes he comentado que la indumentaria habitual era el
pantalón de pana y el jersey de punto. Bueno, pues había un día excepcional que
era el día de gimnasia, en el cual nos subían hasta el polideportivo si el mal
tiempo no lo impedía (recordemos que aún no se había construido el Quique
Blas), previo pago de las correspondientes 15 pesetas que había que pagar por
el transporte en aquellos autobuses de desguace de la empresa Heras. Parece una
cantidad ridícula, pero puede rondar el 1.5-2.00€ de la actualidad y los más
espabilados muchas veces hacían pellas y usaban ese dinero para gastarlo en
cigarrillos sueltos.
Pero la vida iba mucho más allá del colegio y de los viajes
de ida y vuelta al mismo, 2 al día ya que no existía la jornada intensiva y el
colegio no tenía comedor, así que con nuestras mochilas a la carrera a comer y
a llevar un poquito de estrés a nuestra madres. Eso sí, aún con todo y con eso
siempre nos quedaba un buen ratito en esas dos horas para poder jugar un poco
en la calle con los amigos.
Continuará…
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