Arranque el trimestre con una crítica hacia el programa de fiestas más pobre de los últimos años desde cualquier punto de vista que se
utilice para el análisis y es que se trataba de un programa poco atractivo para
el posible visitante foráneo, carente de imaginación y con los niños como
grandes olvidados. Unas fiestas muy “carrozonas” y “poligoneras”.
Se había rumoreado que iban a ser unas fiestas pobres ya que
el equipo de gobierno saliente había tirado la casa por la ventana en otras
cosas antes de las elecciones, pero nunca se pensó en un programa de fiestas
tan flojo y falto de imaginación.
Y justo poco antes de las fiestas, se tuvo conocimiento de
la imputación de Alberto Sánchez en el sumario de la Púnica. Un concejal al que
al final la sombra de la duda terminó atrapándole, forzando su salida del PP
aunque aún figure como concejal no adscrito y según muchos con voz y voto más allá
del salón de plenos. Precisamente de la sospecha que muchos tenían sobre su
implicación en la Púnica fue la entrada de mediados del mes de julio.
Mientras que la entrada con la que cerré el mes, era una que
quedó pospuesta desde hacía un año y que no había sido concebida como tal, sino
como un capítulo de un libro que nuca vio la luz sobre la época dorada del baloncesto villalbino.
Y con el eco de las fiestas recién pasadas, pasamos al mes
de agosto, pero justo con una entrada en la que hacia un pequeño repaso a las distintas fiestas del municipio y a la conveniencia de ajustarlas un poco más a
la realidad de nuestro pueblo que es muy distinta a la de otros pueblos con los
que se establecieron comparaciones.
En el mes de agosto, también reflexioné sobre las enormes diferencias entre la educación cívica de nuestro país y la de otros países,
especialmente los del centro o el norte de Europa. Algo que me toca recordar
cada vez que veo nuestras papeleras en el suelo o rebosando basura, cuando ves
que al ciclista se le mira como a un bicho raro… en fin, que hay mucho camino
que recorrer en este aspecto.
Y cerraba el mes con una metedura de pata antológica de nuestra alcaldesa, que ignoraba que la atmósfera no entiende de fronteras y que
buena parte de sus vecinos tienen que bajar a Madrid a ganarse la vida.
Hubo tiempo en el mes de septiembre para acercarnos a un
personaje que ha mantenido una importante vinculación con nuestro municipio y
que aún hoy que ya no vive en él sigue manteniéndolo. Se trata de Alma Obregón,
una de las blogueras más importantes de nuestro país y un auténtico referente
del mundo de la cocina y del atletismo popular, en definitiva de un nuevo
estilo de vida que cada vez es más pujante en la vida actual.
También hubo tiempo para volver a efectuar un repaso a las últimas
dotaciones de infraestructuras de nuestro municipio. Con su mayor o menor
utilidad, pero que volvían a llegar con la sombra de la duda por delante.
Y así y como quien no quiere la cosa, llegamos al mes de
septiembre, el mes del palo del IBI. El mes en el que hay que tirar de
calculadora para poder cuadrar el balance y salir a flote. Supuestamente en
este año deberíamos notar una mejoría en la carga fiscal que soportamos y que
se hace ya insufrible, pero tras hacer números, mejor esperaremos a que nos
llegue el recibo del primer pago en el mes de enero para aquellos que lo hemos
fraccionado, antes de hacernos ilusiones.
Y llegamos a otro momento cumbre del despropósito
organizativo en nuestro municipio cuando se hizo coincidir el mercado medieval
con las fiestas de Moralzarzal. El resultado no podía ser otro más que un
sonoro fracaso. Parece como si el equipo del PP tuviese a algún topo que se
ocupase de hacer fracasar todas sus iniciativas.
Y terminamos con un análisis de lo que fue el primer pleno
municipal del curso y casi de la legislatura. Un pleno en el que lejos de
abordarse los temas claves del municipio, algunos se dedicaron a hablar del
sexo de los ángeles. En definitiva, un avance de lo que puede ser la
legislatura, enganchones dialécticos y no agarrar al toro por los cuernos en el
intento por reflotar este municipio.
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