Salir del trabajo y conectar los datos del móvil mientras
esperas la llegada del tren se ha convertido en una de mis rutinas habituales.
Es el momento en el que te entran decenas de whassaps, alertas de Facebook,
Twitter y en definitiva, es cuando te pones un poco al día de lo que ha pasado
mientras has permanecido encerrado durante las horas de trabajo. Cierto es que
no es la biblia informativa, pero que para según qué casos es el único modo de
enterarte de ciertas cosas y la más rápida.
Y justo eso es lo que ha pasado en la tarde de este lunes.
Empiezas a pasar rápido el dedo por el Facebook buscando algo de interés y ves
que se repiten varias fotos en varios muros, alguno de los cuales es de forzada
referencia para saber lo que pasa en este nuestro pueblo. Esto fuerza el primer
alto, “algo ha tenido que pasar”. Entras a leer la noticia y descubres que ha
muerto Pablo Casado.
Para muchos un nombre más, pero para otros un nombre ligado
a la historia más o menos reciente de nuestro pueblo, todo depende del
horizonte personal que cada uno plantee. Pablo fue el tercer entrenador que
tuvo el Club Baloncesto Collado Villalba en su aventura en el baloncesto
profesional. Recogió el equipo en la Primera División B después de que el año
anterior fuera de transición desde la División de Honor (Ahora ACB) al proyecto
más a largo plazo que se construyó gracias al patrocinio del Banco de Bilbao
para lograr el ascenso.
Muy pocos jugadores repitieron de un año para otro y tal vez
gracias a ello, Pablo empezó a forjar un proyecto más coherente con una
plantilla más compensada entre los jugadores interiores y exteriores, los jóvenes
y los veteranos. El empezó a darse cuenta de la importancia de tener un jugador
alto lo suficientemente alto y fuerte para ayudar en el rebote, pero a su vez
con buena muñeca y rápido para poder jugar por el perímetro. Aito García
Reneses había logrado eso con Andrés Jiménez y el más o menos lo logró con Juan
Carlos Barros.
No buscó grandes estrellas sino una plantilla donde hubiese
dos jugadores por puesto para disputarse la titularidad y que fuesen más o
menos complementarios (salvo la excepción de los extranjeros). Supo explotar al
máximo las habilidades y virtudes de sus jugadores y cambió notablemente la
forma de entrenar del equipo.
En la cancha no era hombre de grandes aspavientos y gestos
desmedidos, más bien todo lo contrario. Y es que aunque tenía todo el crédito
del público, no fueron pocas las veces que los aficionados no entendíamos su
pasividad a la hora de pedir un tiempo muerto cuando los rivales se nos iban de
8 o 10 puntos o nos daban la vuelta a un partido que teníamos encarrilado. Pero
está claro que él sabía cómo nadie como manejar a la plantilla y así lo demostró
durante todos los años que estuvo al timón de la nave villalbina y es que sin
duda, Pablo Casado es uno de los nombres clave del sueño que fue el Club
Baloncesto Collado Villalba. El hombre tranquilo que siempre llevó al club un
peldaño más arriba
D.E.P.
Acompaño esta entrada con el audio de la entrevista de Jaime
Fresno con motivo del partido homenaje por el 30 aniversario del club que se
disputó hace un par de años entre las leyendas del Villalba y las del Real
Madrid.
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