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Retomando las entradas publicadas ya hace un tiempo (I y II), vamos a
adentrarnos en lo que fueron los años gloriosos de la Movida Villalbina. Si,
esa movida que conseguía atraer no solo a los jóvenes de los pueblos
limítrofes, sino que en las épocas estivales, conseguía traer a buena parte de
los jóvenes que no abandonaban la capital.
Lo habíamos dejado en el punto en el que el “barrio
vaticano” era el punto neurálgico “de calentamiento” previo a la subida a las
discotecas de la vía de servicio, por aquel entonces Porche y Pachá.
Pero en esas circunstancias, la masa no paraba de fermentar,
lo que dio origen a nuevos focos de atracción para la aparición de nuevos
locales de ocio nocturno en nuestro pueblo. Había pastel suficiente a repartir
para todos.
La principal zona alternativa a la que originó el fenómeno
de la movida, fue la que luego fue conocida como la zona del Edificio Europa.
Un edificio que fue concebido para oficinas y que terminó siendo un edificio
con varias decenas de pequeños locales de copas. Pero antes de que esto
sucediese, ya existían por la zona otros locales que forman parte de la memoria
de los que por aquel tiempo éramos jóvenes. Seguramente el más famoso fue
Borsalino, famoso por sus minis de calimocho con un dedo de azúcar, su terraza
y su trilogía de despedida, pues siempre cerraban el local con la misma
secuencia musical (Hotel California, Love Song (The Blade Runner) y New Kid in
Town).
Después aparecieron otros locales que alcanzaron tanta o más
importancia como Choice y en torno a estos, un sinfín de bares como Carioco,
Cocktail… y finalmente el ya citado Edificio Europa. Quién podía imaginar
cuando unos osados abrieron un pequeño local de copas en una segunda planta de
un edificio, aquello iba a terminar así. No recuerdo si fue el primero, pero
sin duda fue el más carismático del edificio el Topete, aunque también
destacaron otros como Stadio.
Y a todos estos sitios hay que sumar algún que otro local
que había por ahí suelto como El Divino (en el Parque de La Coruña). Un local
con música alternativa a las músicas que se ponían por el resto de locales. Muy
en plan Radio 3.
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Tratar de hacer un inventario de los locales de estas
características que había en Collado Villalba en la primera parte de la década de
los noventa se hace misión imposible, tanto por el número, como por el continuo
cambio de nombre de algunos de ellos. Pero lo cierto es que hasta esos años,
apenas hubo cierres y no paraban de abrirse nuevos locales que no dejaban de
atraer a más y más público que llenaban de vida las calles de nuestro pueblo.
Otra cosa eran las molestias que se generaban por esas masas
incontroladas de gente en las calles. Basura, malos olores, ruido… Y todo ello
en el mismísimo centro del pueblo, algo que no se podía permitir. Muchas veces
se habló de que se iban a llevar parte de estos negocios al polígono, donde las
molestias serían menores, pero los dueños no se atrevieron a dar el paso y
terminaron cerrando todos poco a poco. El éxito de estos locales era el que podías
ir hasta ellos andando y cambiar de uno a otro sin necesidad de vehículo.
Recordemos que por aquellos tiempos no eran muchos los menores de 25 años con
carnet y coche y desde la DGT, se comenzó a perseguir el consumo de alcohol al
volante, algo que ha salvado muchas vidas desde entonces.
Es lógico que los dueños de esos locales prefiriesen apurar
sus oportunidades antes de arriesgarse a una aventura fuera del núcleo urbano.
Algunas discotecas como Volumen o Fax lo intentaron, pero no fueron capaces de
vencer el hándicap de salir al extrarradio.
Pero todavía queda mucho por desgranar de aquellos
maravillosos años, pues estos locales cerraban a eso de las 2:30 y como en la
película, Villalba estaba abierta hasta el amanecer.
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