Lo voy a dejar mas sobado que el pasamanos de la escalera de un asilo, pero creo que por fin he sacado fuerzas para cerrar un tema que abrí en su momento y que fui abordando por partes, ya que para hacerlo todo de una sola vez iba a ser agotador para mi e insufrible para cualquiera que tratase de leerlo.
Se trata del análisis de por qué cayeron los negocios por los que tanto se conoció a Villalba en los finales de los ochenta y primeros noventa.
Está claro que por aquellos tiempos, Collado Villalba no era aún la ciudad dormitorio que es ahora y tenía un importante número de viviendas que funcionaban de segunda residencia para vacaciones o fines de semana. Vamos, que era muy habitual escuchar aquello de “nos vamos al pueblo” de los niñatos con polo de Lacoste cuando atravesaban la puerta de la “urba”, aunque fuesen pisos de los más cutres que os podáis imaginar y vi unos cuantos por aquellos años, raro es el que resultaba medianamente habitable. Recuerdo especialmente uno con fotos del Generalísimo, el yugo y las flechas de la falange y los cojines del sofá del FC Barcelona. ¿A qué parece una combinación imposible?
Pero vayamos al grano que me desvío. Está claro que Villalba tenía un atractivo casi turístico para una generación que lo más que hacia si acaso era ir a Torrevieja o Benidorm. De esta forma, fueron proliferando las terrazas que para el verano ofrecían a poco mas de 30 minutos del centro de la ciudad o incluso a un paseo desde cualquier punto de Villalba un ambiente de fiesta al más puro estilo de las zonas costeras, eso sí, con mejores precios.
Había una cierta competencia entre las más punteras y cuando una montaba una fiesta de algo, acto seguido le replicaba la otra, pero había un denominador común, eran sitios relativamente tranquilos para la cantidad de gente que albergaban. Posiblemente, porque los dueños o regentes de los negocios, Vivian casi puerta con puerta y preferían ganar algo menos a cambio de algo de tranquilidad. Y ahí pudo empezar el principio del fin, cuando los últimos en llegar quisieron hacer más dinero sin mirar la calidad de la clientela, ya fuese en ruidos, calidad musical, etc.
A todo ello se sumo que poco a poco se fueron creando áreas de copas en todos los pueblos de la Sierra, lo que provoco que Villalba dejase de aglutinar todo el ocio nocturno de la comarca y por supuesto y uno de los factores más importantes, fue el férreo acoso al que fueron sometidos algunos locales por parte de las fuerzas del orden, ya fuera a través de controles de alcoholemia o visitas sorpresa. Al respecto de este tema, muchos afirman, que algunos locales tenían “bula” y por eso aguantaron mientras su competencia caía uno tras otro.
Pero hay más factores que se pueden justificar que ya no tenga la misma pujanza el sector nocturno villalbino. Antes todos los estudiantes de bachillerato cursaban en el Jaime Ferrán, lo que provocaba que todo el sector juvenil serrano estuviese unido. Incluso los que no iban al instituto tenían amigos de otros pueblos a través de esos amigos que si cursaban en el Jaime y evidentemente, el punto de encuentro cada fin de semana tenía que ser la capital serrana. Ahora no existe esa interrelación entre pueblos serranos, lo que también debilita ese magnetismo que hacía que todo el mundo saliese por Villalba.
Otro factor que seguro que precipitó la caída del negocio, fue el típico de este tipo de negocios. Todos sabemos que la noche quema mucho y después de ganar buenas cantidades de dinero, los dueños de los locales empezaron a delegar o a arrendar la gestión de los mismos, lo que se fue traduciendo en la perdida de la identidad que los encumbró.
El boom migratorio, que introdujo nuevos conceptos musicales que también alteraron el concepto inicial con el que fueron concebidos estos negocios explicaría otra pequeña parte del desgaste de estos negocio.
Pero para finalizar, habría que resaltar dos muy importantes, la reclasificación de los terrenos de la Vía de Servicio para la creación de un polígono empresarial que a estas alturas creo que no veremos jamás y que hizo que los dueños de esos locales vendiesen sus negocios ante el run run de una posible expropiación y el poder de fagocitar todo el ocio nocturno que ha ido desarrollando en los últimos años la capital. Y es que está comprobado que Madrid ha ido ganándonos poco a poco o por imperativo a todos los que en su momento fuimos reacios a salir por el centro. Y es que este mismo problema que tiene Villalba, lo sufren también zonas que en su momento fueron muy pujantes como Majadahonda, Pozuelo, El Plantío, etc.
Lo que a día de hoy parece claro, es que aquellos tiempos no volverán y que faltan empresarios con ideas que sean capaces de tirar de un negocio en el que la inversión a realizar puede ser muy alta y la fidelidad del cliente más que incierta.