domingo, 13 de diciembre de 2020

Resumen 2020 II (Abril - Junio)

 A pesar de estar en lo más crítico del estado de alarma decretado por el gobierno central, decidí meter alguna entrada relativa a la actualidad de Collado Villalba. Por un lado, había necesidad de hablar de algo distinto al Covid y, por otro lado, no quería dejar de lado lo que era un tema clave en la actualidad y el futuro de Collado Villalba. Así que era momento de publicar el resultado del sondeo realizado a fin de conocer el parecer de los vecinos respecto al giro de los acontecimientos en el tema de la ubicación del mercadillo de Collado Villalba. Un cambio que recuerden, le llevaba de forma definitiva desde la ubicación de Los Belgas al Polígono P29.

Pero el Covid seguía muy presente en casi todo lo que sucedía en esas fechas y así, la siguiente entrada fue un poco melancólica, pues miraba con nostalgia hacia lo que deberían haber sido las primeras fiestas de nuestro municipio, las fiestas de El Gorronal. Pero no estaba el horno para bollos y ya se tenía claro, que el volver a tener fiestas y eventos masivos iba para largo.

El Covid, siempre el Covid… Presente en casi todo de una forma u otra durante el mes de abril. Responsable de que las obras de remodelación de la Plaza de los Belgas se retrasasen aún un poco más. Pero ya por aquel entonces y gracias a las fotos de perspectivas privilegiadas de algún vecino, podíamos tener un esbozo del resultado final que resultaría de la polémica remodelación. El número de detractores de la obra iba subiendo, pues algunos pensaban que iban a plantar allí una especie de Amazonas y vieron sus sueños frustrados y otros veían que el gran espacio de la plaza iba a quedar reducido, así como otras deficiencias en materia de accesibilidad, etc.

Entrabamos en el mes de mayo, un mes crucial para el devenir de los próximos tres años de nuestro municipio, pues en este mes se aprobaron los presupuestos municipales a pesar de la falta de consenso y las diferentes posturas de las distintas formaciones políticas. Se hacía necesario el empezar a funcionar y más con lo que tenemos encima. Otra cosa es como se ha realizado el viaje, pues al final cogieron a la “autostopista” y no solo eso, sino que le han dejado conducir sin carnet.

A raíz de la aprobación de los presupuestos y visto el desarrollo de la pandemia y la crisis económica que irremediablemente se nos venía encima, eché la vista atrás e hice un pequeño repaso de algunas de esas obras en las que nuestros dirigentes han dilapidado buenos miles de euros y lo bien que nos habrían venido para combatir al Covid.

Pero llegados a este punto en el que uno estaba continuamente amargado por el devenir de los acontecimientos, se hacía imperioso el tratar de dar un giro al blog hacia una temática más amable y de paso, si era posible, tratar de animar al pequeño empresario local.

Y para ello decidí hacer una serie de entradas dedicadas a la búsqueda de la mejor palmera de chocolate de nuestro municipio. Era una serie que ya venía trabajando desde finales del 2019, pues la cata y análisis de tanto dulce debía de hacerse minuciosamente y evitando el ingreso por un coma diabético en el hospital. Espero que disfrutaseis tanto como yo de dichas entradas, aunque para ello hayáis tenido que engordar algún kilito para contrastar vuestro parecer con el mío.

Pero tras publicar las partes II y III de dicha serie, hice un pequeño paréntesis para hacer referencia a la despedida de Domingo Gómez, el de“Casa Domingo”. Y es que la gran nota de despedida y homenaje que le escribió el amigo Jaime Fresno, que tantas y tantas veces ha inspirado entradas de mi blog, me puso en bandeja el recordar a muchas de esas personas que han formado parte de nuestro pasado por estar al frente de esos pequeños negocios desaparecidos u olvidados y a los que hemos añorado tanto en estos tiempos en los que la proximidad en el comercio se volvió tan importante.

Y para cerrar el mes de mayo, decidí hacer una entrada tratando de comparar las medidas que había tomado nuestro municipio en la lucha contra el Covid con las que me iban llegando de municipios vecinos. Una vez más, jugábamos para evitar el descenso, muy lejos de la Champions.

Y arrancamos el mes de junio con una de las grandes noticias del año, el paso al equipo de gobierno de la concejala de Vecinos por Collado Villalba, lo que dejaba al partido echo jirones y dejaba bien claro, que el papel de bisagra que se le suponía iba a tener el partido, se había convertido en anécdota, pues las decisiones a partir de ese momento iban a girar todas en un mismo sentido, el sentido del poder. Entre otras cosas, reflexione sobre lo importante que es que los dirigentes municipales hayan mamado un mínimo de la cultura popular e historia del municipio en el que pretenden gobernar, algo que no sucede con la citada concejala.

Y claro, esto llevaba a una encuesta sobre el rumbo que iba a tomar la formación “Vecinos por Collado Villalba” a la que siguió otra encuesta en la que traté de ver como habían sido los hábitos de los vecinos villalbinos durante ese periodo de tiempo en el que estuvimos confinados cuyos resultados dieron lugar a una entrada posterior.

Y tras esto el dulce colofón de la entrada que ponía fin a la serie dedicada a la búsqueda de la mejor palmera de chocolate de ColladoVillalba. Un dulce colofón que coincidía con la llegada de la “Nueva Normalidad” o el fin de la desescalada de la primera ola del Covid. Pero eso ya será tema del siguiente resumen.

martes, 8 de diciembre de 2020

Mirar para otro lado


Recuerdo la mecánica perfectamente, pues me tocó ir varias docenas de veces a comprar material al almacén de construcciones de la Viuda de Mario Capote. Lo primero era ir al edificio del lado izquierdo de la calle, donde pedias el material y lo pagabas. Luego con la nota que te daban, cruzabas la calle y allí, Alfonso o el empleado que hubiese trabajando en ese momento, te daba la mercancía. Recuerdo que era muy llamativo el ver los distintos calendarios de “tías en bolas” que colgaban de los apartados del almacén. Recordemos que, en aquellos tiempos de las películas de dos rombos, padres que te hacían acostarte casi con Casimiro y que se consideraba porno a la revista Interviú.

Con el paso de los años, el negocio fue cayendo a pesar del boom inmobiliario. En esos últimos años ya solo recuerdo a Alfonso (por aquel entonces no sabía su nombre) en la zona de carga y descarga de material. Y finalmente, por las razones que fueran, termino cerrando.

Me imagino que entonces comenzaría el largo camino que ha dado con Alfonso en la calle. Me pareció leer por ahí, que tuvo algún otro trabajo después, pero que, al no ser una persona despierta, fue víctima de los abusos de unos y otros. Pero esto es algo que yo no puedo afirmar, aunque sí que me resulta bastante probable.

En los últimos años le vi a horas muy intempestivas salir desde donde me imagino que vivía, frente a la antigua carpintería de Garrido y comenzar a deambular por la Plaza de los Belgas, que se había convertido en su hábitat natural. Ya al mediodía era fácil verlo en los alrededores de la cafetería Vai-Ven, una de las esquinas donde mejor se puede retratar lo que es el desarraigo y el estar al borde de la marginalidad. Así me lo he cruzado durante cientos de veces en los últimos años y siempre pensaba en lo mismo, este hombre tiene que tener problemas de cabeza, porque no era normal estar a las 6:00 dando tumbos con los fríos del invierno. Además, su imagen era la típica de la persona que vive aislada en su mundo.

A raíz de la pandemia, mis hábitos de desplazamiento para el trabajo han cambiado y ya no lo veía cada día como antaño. Sin embargo, no hacía mucho que lo vi. Iba acompañado de otras dos personas y el deterioro físico y mental era ya evidente. Portaba consigo un carrito con sus pertenencias, lo que hacía pensar que ya vivía en la calle y no bajo techo. Era la típica estampa que tantas veces hemos visto en las películas americanas donde el viejo héroe del Vietnam vive con la sola compañía de una botella de alcohol envuelta en papel.

No sé qué puede haber sido lo que le haya procurado ese último paso cuando ya estaba al borde del precipicio y especular más va en contra de mi forma de pensar en estos casos. Bastante sufrimiento tiene que tener la familia, para que los extraños nos pongamos a tirar vinagre en la herida.

Y por lo anteriormente expuesto no pensaba escribir sobre el tema, pero lo leído en las RRSS y las declaraciones y oportunismo de buena parte de nuestra clase política me ha revuelto las tripas por su afán en simplificar y reducir a lo absurdo problemas tan complejos.

Decir que “La Calle Mata” y que habiendo casas vacías es culpa del Ayuntamiento el que Alfonso haya muerto, es reducir el problema a unos niveles que me hacen dudar y mucho de esos defensores de los derechos sociales. ¿A caso era yo el único que se había cruzado cientos de veces con Alfonso en los últimos años? ¿Soy yo el único que ve como han dormido y duermen algunos vagabundos en los soportales de ciertos edificios al único abrigo de unas cajas de cartón y unas mantas viejas?

El dar un techo a este tipo de gente creo que no llegaría a solucionar más de un 5% de los casos, pues al final ese quedarse sin techo no es más que la cascarilla que oculta el problema de fondo que suele ser una enfermedad mental o una capacidad distinta.

Sin exculpar al Ayuntamiento de sus obligaciones, tal vez la concejala Eva Morata, que no tardo en reunir a los medios y soltar su mitin, debería ir a ver a sus amigos del Ateneo y ver que le cuentan de esa gente que va a solicitar ayuda. O mejor incluso, a la gente de Cáritas y del comedor de la Virgen del Camino, que parece que fueron los últimos en dar una mínima ayuda a Alfonso. Pero ya sabemos que a la iglesia le pedimos, pero no la reconocemos los servicios que presta.

Y es que este triste episodio me ha hecho volver a pensar en algo en lo que siempre he discrepado. Dar ayuda, pero sin pedir a cambio nada. Recuerdo los tiempos en los que a la gente de “Pan Para Todos” se les llenaba la boca de decir que ellos daban ayuda a la gente sin que esta tuviese que demostrar su situación de vulnerabilidad por aquello de no estigmatizar. Tengo claro que no tiene que ser un trago fácil y que seguramente muchos apuren su situación al máximo antes de reconocer sus problemas, pero por otro lado nos quitaríamos mucho aprovechado y los servicios sociales podrían hacer un seguimiento más efectivo de los casos extremos para poder ayudar a la gente antes de llegar a desenlaces fatales.

Y es que uno de los mayores problemas a los que se enfrentan los trabajadores sociales, es el rechazo de esa gente a ser ¿ayudados, seguidos, rastreados? Usen el verbo que prefieran. Para ellos el ir a los servicios sociales se trata de un “tramite de fichar” para seguir percibiendo la ayuda. Es habitual que llamen a los padres para tratar de hacer el seguimiento de la familia y que este diga que tiene cosas más importantes que hacer que hablar de sus hijos y que ahí acabe la posibilidad de dar una ayuda más profesional. Imagínense que puede ser de esas criaturas en el futuro y evidentemente, creo que el estigma que pudiese sufrir el padre es un mal menor con relación a la posibilidad de tener una ayuda profesional a medio y largo plazo.

Así pues, frases como “La Calle Mata” en boca de nuestros hipócritas políticos y sus palmeros, que han colgado enlaces de gacetas de izquierda que corrieron a cambiar el nombre de la calle Ruiz de Alarcón por la que tanto deambuló Alfonso, pero que no saben ni ubicarla, no dejan de ser eslóganes políticos, pues me temo que son ellos bastante más responsables que las calles. Y conste que repito que no exculpo al Ayuntamiento de su parte de responsabilidad, pero no comparto que ellos “hayan apretado el gatillo”. Los problemas sociales no se resuelven por dar un mendrugo de pan o propiciar un techo, pues ya sabemos cómo han acabado muchos de esos barrios de acogida y de esas viviendas sociales. La calle no ha matado a Alfonso, lo ha matado la sociedad en la que vivimos. Es un fracaso de todos.

lunes, 7 de diciembre de 2020

Resumen 2020 I (Enero-Marzo)

Comienzan aquí las entradas con las que pretendo resumir lo tratado en el blog en este año tan particular que nos ha tocado vivir y que tanto ha cambiado nuestras vidas y casi seguro que nuestro futuro, al menos el más inmediato.

Quién podía imaginar que mientras escribía sobre las pasadas Navidades y comentaba el cambio de organización de la cabalgata o el éxito de las iniciativas de otros pueblos por dinamizar su turismo o comercio, el virus que por aquel entonces nos sonaba a algo exótico y lejano, iba a cambiar nuestras vidas

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Esa lejanía geográfica de los focos de infección que conocíamos en aquellos tiempos (que luego supimos que ya habían traspasado fronteras) hacía que hablase de temas más cercanos como el suelo sobre el que pisamos. Ese suelo al que no podemos perder de vista si queremos evitar un gran tropezón.

Así que seguíamos con temas mundanos y ¿qué hay más mundano que el errar? Otra cosa es que, en una actuación premeditada y estudiada ignoremos las críticas o las objeciones planteadas por los opositores de la actuación y luego alegues desconocimiento u otras coartadas para irte de rositas. El resultado de la pavimentación con adoquín ya sabemos que tiene muchos hándicaps y en el caso de Villalba precedentes nefastos que salieron muy caros, veremos qué pasa, pero avisados estaban y se trataría de un error por obcecación.

Y nos adentramos en marzo, el mes que probablemente haya cambiado para siempre nuestras vidas o al menos en el corto y medio plazo.

Empezamos con el plan para recuperar la actividad comercial, que se presentó como contraataque de la campaña iniciada por varios comercios recordando a la alcaldesa el incumplimiento de sus promesas. Todo ello con el soniquete de fondo de la ubicación del mercadillo. De las medidas presentadas, poco que decir, pues eran un “corta y pega” de algunas ya existentes y básicamente era mover las piezas del tablero de juego. Nada especialmente ilusionante para los comerciantes de la zona.

                                                        

Así pues, resultaba interesante conocer el parecer de los vecinos al respecto del cambio de opinión con respecto a la ubicación del mercadillo. ¿O tal vez estaba todo ya más que planificado?

Casi el 80% de los vecinos consideraba que el equipo de gobierno municipal les había engañado con el asunto de la ubicación del mercadillo, mientras que un poco menos del 10% no se sentían engañados y poco más del 7% lo consideraba una sabia rectificación.

                                       

Y entramos en plena pandemia y confinamiento y así me permití el salir un poco de la temática habitual del blog para contar como estaba viviendo mi experiencia personal desde mi “trinchera” en el trabajo. Era muchísimo lo que desconocíamos del maldito virus, pero ya se iba viendo que o quienes eran nuestros mayores enemigos para luchar contra él.

Evidentemente, las historias del confinamiento dominaban todo en esos días, así que hubo una segunda entrada ya con el anuncio de la primera prorroga del Estado de Alarma. Ya nos empezábamos a oler que esto iba para más tiempo del que parecía en un principio, pero aún reíamos con los memes y salíamos a aplaudir a los sanitarios mientras la muerte ya hacia barridos por UCIS y residencias de ancianos.

Recuperé las “CrónicasVillalbinas” con la mezcla de un tema de actualidad como era la crisis de un famoso concesionario de coches que llevaba sin pagar a sus empleados por aquel entonces seis mensualidades, con el recuerdo de otro de esos sueños megalómanos que tuvo uno de nuestros alcaldes y que afortunadamente nunca vio la luz. De lo poco que se ha ejecutado por la zona, solo queda un comercio un par de concesionarios y dos fantásticos esqueletos urbanísticos que aún conservan buen aspecto, pero que terminaran sumándose a otros espacios ruinosos como el que fuera antaño una de nuestras señas de identidad más conocidas en la capital, Testa.

martes, 1 de diciembre de 2020

Todos queríamos ser Maradona

 

Imagen de David Rivas "Darife"

No era esta la entrada que estaba escribiendo, pero es que la muerte de D10S está tan presente en todos los medios que hasta me hace relacionar al “pelusa” con Villalba.

Pongámonos en situación, son los primeros ochenta y los chavales hacíamos colecciones de cromos que comprábamos donde Chani o en el resto de quioscos y estancos de la localidad a la salida de misa y que intercambiábamos. No eran cromos adhesivos aún, porque Mr. Panini todavía no arrasaba en el sector.  Santillana, Juanito, Stielike o el exótico por aquel entonces Cunningham, eran las estrellas del Real Madrid, mientras que en el Barça lo eran Simonsen, Carrasco, Schuster o Quini. Pero no olvidemos que en aquellos tiempos donde solo jugaban dos jugadores extranjeros la igualdad era mayor y así, los equipos vascos ganaron cuatro ligas de forma consecutiva. López Ufarte, Arconada, Satrustegui, Zamora, Dani, Rojo, Sarabia, Goikoetxea eran referentes en sus equipos y en la lista de la selección de Santamaria que disputaría el mundial 82.

Valencia, Zaragoza y por supuesto Atlético de Madrid entre otros, también tenían grandes equipos para brillar a gran altura.

Eran los tiempos en los que los chavales a lo más que podíamos aspirar era a que nos comprasen una camiseta de algodón de nuestro equipo en Pilmod (ubicado en Honorio Lozano al lado de la peluquería de Los Montero) o Géminis (con tienda en el Gorronal cerca de la Selecta y en la Plaza de España junto a La Gaditana). De aquellas tiendas de deportes solo queda Vidal Espinosa (y sus permanentes liquidaciones por cese de negocio) y  Deportes Daniel’s, que por aquel entonces volcaba sus esfuerzos en el Club de Atletismo y que llevaba a Josefa Cruz por todas las carreras de la comarca.

A aquellas camisetas luego nuestras madres les cosían los escudos bordados que te los vendían por separado y el número de tu jugador preferido que lo pegaban a golpe de plancha.

Eran los tiempos del “balón de reglamento” Tango Adidas y otros similares, cuyos balonazos picaban como demonios y que con el agua pesaban horrores hasta el punto de casi perder el bote. Pero en las calles todos queríamos cabecear como Santillana, tener el olfato de gol de Quini o regatear como Maradona. Y a la que nos juntásemos unos cuantos, el derbi entre barrios ya estaba servido en el Campo de la Iglesia, el Campo de la Vía, El Beauty, Los Rollos o incluso en Los Belgas si el ganado no lo impedía.

El tener un amigo con un balón de reglamento era equivalente a tener un tesoro, ya que la mayoría de las veces se jugaba con balones de goma que no pesaban casi nada y cuyo impacto era menos doloroso y causaba menos daños materiales, pues no siempre se jugaba en el campo y eran más las veces que las porterías venían marcadas por las ruedas de los coches y los bordillos o por las puertas de las casas bajas. Eso sí, la escandalera siempre estaba garantizada.

Ese paisaje cambió drásticamente en 1985 coincidiendo con la plata olímpica de Los Ángeles 84 y el desembarco del proyecto que dio lugar al Club Baloncesto Collado Villalba. A partir de entonces los balones pasaron a ser Molten o Mikasa y cualquier objeto con forma circular que se pudiese colgar en una pared valía como canasta. Pero eso ya es otra historia.

 

sábado, 7 de noviembre de 2020

Aferrarse al delivery

 

Arranco un pequeño paseo por nuestro pueblo con dirección al Bar Andaluz al que suelo ir a echar la primitiva y al que he faltado en las dos últimas semanas por culpa del confinamiento perimetral de la ZBS Sierra de Guadarrama.

Por el camino veo como el cambio horario y el Covid van causando estragos por donde quiera que pase. El burger que en tiempos y con peores medios siempre tenía unos cuantos cumpleaños de chavalería, está hoy completamente vacío. En la Plaza de los Belgas no hay más que un par de críos con sus madres y lo que es peor, los carteles de “Se Alquila” empiezan a aflorar en demasiado número para ser la zona de Collado Villalba en la que había una mayor tasa de actividad vs número de locales.

Paso por algún que otro lugar de atención al cliente y veo que ya están cerrados a cal y canto. Muchos de esos servicios han sido derivados a Call Centers que están desbordados, ahorrándose así a la persona que antes te atendía y aconsejaba. Mientras, la que está teletrabajando desde su domicilio, puede llegar a atender hasta cien llamadas diarias de clientes enormemente enojados tras esperas interminables que pueden alcanzar las dos horas.

Continuo mi camino y paso por una tienda de ropa con los precios literalmente de saldo, muy por debajo de los de las campañas de rebajas de fechas anteriores. En principio no están liquidando “por ahora”, eso es lo que me dijo la dependienta, pero tanta agresividad comercial solo puede tener dos explicaciones: genero acumulado depreciándose en almacenes o necesidad de liquidez. Sea una u otra, ninguna de ellas es un buen indicador comercial.

Llego finalmente al lugar de destino, la administración de lotería del Bar El Andaluz. Como era de esperar, la suerte me sigue siendo esquiva y hay que volver confiar en la suerte para próximas semanas. Me comentan que las dos semanas de confinamiento se han notado y que hemos sido unos cuantos los que no hemos pasado por allí en los quince días precedentes.

Me despido y continuo mi regreso a casa, pero justo al pasar por delante del Mesón Domingo, asisto a una estampa desoladora, el mesón que ahora regenta Mingui está completamente vacío. Ya es de noche y evidentemente eso repercute un poco en el ánimo para estar por la calle, pero uno no espera que poco antes de las 20:00h el ambiente sea de cierre total.


 

Así que finalmente y aunque no soy muy de bares, decido entrar a tomarme una cerveza y contribuir un poco a la recuperación del lugar, no tanto en la económica, porque poco pueden hacer un par de cañas, pero si en la anímica de ver que no tienes el local vacío.

Charlo con Mingui y me comenta que están siendo tiempos difíciles, porque ha perdido clientela y que incluso algunos de sus fieles no se encuentran con ánimos de volver a su local y ver que ya no está su padre y que eso sí que le duele de verdad, ver que aun teniendo el cariño de esos clientes que le han visto crecer, muchos de ellos no están en estos momentos en los que tanto les necesita. No les reprocha nada, pero se le ve afectado por ver como el legado de su padre pesa tanto para mantener a muchos de sus fieles.

Mientras apuro mi caña, se presenta el dueño de otro conocido local y comienzan a charlar entre ellos. Tienen miedo a volver a un nuevo confinamiento como el de marzo, pues saben que, sin restañarse aún de las heridas de aquel golpe, un nuevo revolcón podría ser fatal.

“Mingui, hay que hacer algo y probar”. Se refiere al envío a domicilio al que hasta ahora se ha mostrado reticente. Empiezo a mostrar interés por la conversación y me meto de lleno en ella. Me comentan que las comisiones de las plataformas tipo Glovo, Deliveroo, Uber Eats, son altísimas, casi de latrocinio, pues oscilan entre el 30 y el 40%. Un auténtico despropósito que obliga a volúmenes de venta estratosféricos o a servicios de valor añadido con un alto margen.

Les comento mi experiencia personal reciente. Una noche de fin de semana decidimos pedir la cena a domicilio y aquí comienzan las trabas. La primera opción no tiene dicho servicio (una semana más tarde ya si lo presta), así que pasamos a la segunda opción con casi idéntico resultado, pues el teléfono esta inoperativo. Seguramente ya tenían el cupo de pedidos que pueden aceptar a lo largo de la jornada. Así que al final a la tercera fue la vencida y nos sirvieron la cena después de pedirla por teléfono.

Así pues, son varios los hándicaps a superar por parte de la hostelería a la hora de enfrentarse a la pandemia desde el delivery.

  • Por un lado, la gente no tenemos una idea global de la oferta existente en nuestra zona y solo un porcentaje mínimo está presente en las principales plataformas. Se echa en falta ese directorio que el Ayuntamiento dijo que iba a crear para potenciar el comercio local y entendemos que también a la hostelería. Porque creo que esa fue una idea que nunca se llegó a desarrollar y si se hizo, tuvo menos éxito que Remedios Amaya en Eurovisión.
  • La dificultad para tener visibilidad en internet si no se está presente en las principales plataformas de delivery.
  • La imposibilidad de tener tu propia plantilla de riders con los flujos de caja tan irregulares pone esta opción solo al alcance de las grandes franquicias que mueven un numero alto de pedidos con regularidad. Por todo ello, te tienes que tirar a los brazos de las grandes plataformas con sus enormes comisiones que te reciben dándote el abrazo del oso.

Y ante todo esto yo me pregunto, ¿qué cometido está desempeñando CYE? ¿En qué proyectos se está destinando el dinero que el Ayuntamiento ha destinado a la reactivación de la actividad empresarial en el pueblo?


Como villalbino, me siento totalmente contrariado al ver como hay perfiles de RRSS que están siendo muy buenos catalizadores de la reactivación en otros pueblos y, sin embargo, aquí nadie ha movido un dedo ni parece que lo vayan a hacer. Si quieren ver un ejemplo de esto que les digo, les recomiendo seguir el perfil @torreocio en Instagram. Una iniciativa privada pero que está apoyada por el ayuntamiento de Torrelodones y que está dando a conocer muchas actividades y locales del municipio y alrededores.

Y por último, hacer un llamamiento a tratar de ser lo más solidarios posibles con un gremio que lo está pasando muy mal. Si no te apetece salir o tienes respeto por el virus, tienes la opción de pedir a domicilio y permitir que ese negocio siga vivo. Y recuerda, siempre que te sea posible, trata de pedir directamente al local por telefono o por su web o perfil en RRSS si te dan esa opción. Evita las plataformas que les sangran sin arriesgar ellos ni un céntimo, no crean apenas trabajo y cuyos beneficios encima no tributan en España.