miércoles, 23 de febrero de 2011

Nota aclaratoria.

No es ningún secreto que el responsable de este blog es un aficionado al atletismo y que además es un socio del Club El Castillo y que como tal ha venido aportando su granito de arena más o menos importante en la organización de la Tragamillas como la práctica totalidad de sus socios, los antiguos y los que se han ido sumando a lo largo de estos años. Solamente gracias al trabajo de los mismos, a los voluntarios y a la colaboración de patrocinadores y Ayuntamiento, ha sido posible llevar a cabo este proyecto a lo largo de estos años.


Sin embargo, al parecer se ha creado una cierta confusión en el entorno que conviene aclarar en beneficio de todos.

El objeto de mis entradas sobre la Tragamillas ha sido siempre con el único propósito de publicitar un evento del cual estaba muy bien informado y siempre he tratado que fuese en apoyo al mismo. De hecho, la primera referencia que apareció en Internet con relación a la Tragamillas fue lo que escribí de ella. Afortunadamente el Club cuenta hoy con una página web oficial que informa oportunamente de cuanto considera oportuno.

Pero al parecer se ha producido una asociación entre mis ideas personales y el Club que es conveniente aclarar. Las opiniones que se han vertido a lo largo de estos años en el blog, son única y exclusivamente mis opiniones personales, nunca las de un colectivo determinado, en este caso el Club El Castillo de Villalba. Resalto esto último para evitar perjuicios tanto al Club, como al evento que organiza el mismo como a los socios a título personal, que se han visto incomodados en los últimos tiempos en situaciones de las que no son responsables.

Por todo ello ni desde este blog ni desde el perfil de facebook asociado al mismo volveré a hacer comentarios sobre la Tragamillas. Es un día triste para mí, pero espero con esta decisión cerrar un problema que se había generado ajeno a mi voluntad.

sábado, 19 de febrero de 2011

Mas que la obra de El Escorial

Siempre se ha dicho cuando una cosa se prolonga su ejecución en el tiempo, que "dura mas que la obra de El Escorial", la cual duró un poco menos de 21 años. Cuando uno contempla ahora esa maravilla y se pone a pensar en los ingenios de la construcción de la época, piensa que debieron de trabajar a un ritmo altísimo, cierto es, que no creo que hubiese restricciones en el presupuesto para la misma dada la situación de el país, el motivo por el que se hacia y quien era el impulsor de la misma.

Pero para no ser tan extremista, vamos a retroceder solamente un par de años y vamos a pensar en el túnel de Honorio Lozano, el cual tardó lo suyo, si mal no recuerdo cerca de dos años y medio (uno y medio mas de lo inicialmente previsto). Pues bien, si comparamos las dimensiones de las dos obras citadas con la remodelación del barrio de Pradillo Herrero, esta última promete llevarse la palma en lo que a duración vs magnitud e impacto de la misma y es que hay calles que llevan cortadas al trafico mas de un mes y sin avances importantes. De hecho, sigue siendo difícil lograr ver operarios trabajando en alguno de esos frentes que la empresa ha abierto en la ejecución de la misma.

Y todo ello sucede sin que se vea en ningún momento un cambio en la forma de abordar las obras para eliminar molestias. ¿Es tan difícil pegarle un toque a la empresa y que le meta un empujoncito? Me imagino que no son ellos los que mas prisa tienen en terminar, ya que si no hay una cartera de obras previstas, se verán amenazados por el cese de actividad, problemas con su personal fijo, etc. Luego quietos y que esto dure. Esa es toda la impresión que a mi me esta dando.

Como muestra, otra foto del mismo lugar el pasado jueves a las 17:15. Lo mas parecido a la actividad de una obra eran dos obreros (que no me atrevo a asegurar que perteneciesen a la misma) recogiendo un cubo con una maceta y poco mas. Me parece mucha calle, poco obrero y menos medios si cabe. Podéis juzgar vosotros mismos.

jueves, 10 de febrero de 2011

Qué alguien interceda.

Hace ya un par de semanas publique mi primera valoración sobre las obras del barrio de Pradillo Herrero. La cual era no se estaban llevando al ritmo que debieran o con la coordinación necesaria para eliminar en la medida de lo posible las molestias a los vecinos, lo que se va confirmando cada vez que paso por una de las calles afectadas y veo como siguen estando cortadas para la circulación y sin visos de que puedan estar habilitadas en un corto-medio plazo.


Hasta ahora, las únicas manifestaciones han respecto han sido por parte del Ayuntamiento diciendo que la dirección de la obra corresponde a la Comunidad de Madrid y que ellos ya habían expuesto las dificultades que iban a sufrir los habitantes de la zona, pero que pese a todo han tratado de interceder con la empresa adjudicataria para buscar medidas que mejorasen la calidad de vida de los vecinos durante la ejecución de la obra (con escaso éxito, añado yo). Claro, que según el Ayuntamiento, la empresa quería aislar el barrio durante todo el tiempo de ejecución de la misma.

El caso es que hasta ahora no tenemos ninguna valoración del tema por parte de la CAM ni de los partidos de la oposición ante la tomadura de pelo que están significando estas obras para los vecinos de la zona.

La foto que ilustra esta entrada está tomada en la tarde de hoy jueves pasadas las 19:00h y como ven, no difiere mucho de la que adornaba la anterior entrada, pero lo más importante es el motivo por el cual no hay cambios. ¿Pueden creerse que dos horas antes solo estuviese trabajando en esa calle un operario pasando una apisonadora de rodillo como la de la foto del principio de la entrada?

¿A quién se le conceden las obras? ¿Qué criterio se sigue? ¿Quien supervisa que se cumpla lo pactado?



martes, 8 de febrero de 2011

Recuerdos de infancia.

Uno de esos más de trescientos amigos que uno ha ido admitiendo vía Facebook, ha desempolvado en los recuerdos de mi más tierna infancia cosas que tenía casi olvidadas. Los que siguen el blog desde sus inicios o han ido trasteando por él, habrán podido comprobar que siempre le he echado en cara a este, nuestro querido pueblo, la falta de señas de identidad, lugares con carisma, con una historia propia o unas particularidades que le hiciesen distinto al paisaje monótono del ladrillo y el acero.

Algunas de estas señas de identidad han ido cayendo fruto del avance y el progreso, pero otras podrían haber perdurado o haberse ido integrando a las nuevas necesidades como ha sucedido en otros pueblos.

Posiblemente, el área que más haya cambiado a lo largo de los últimos treinta años de vida sea la Plaza de la Estación. Una plaza de la que uno conserva aún el repicar del martillo estampador de MADE, cuyas puertas estaban justo donde hoy empieza la calle Rafael Alberti por cuyo paso de peatones pasamos miles de ciudadanos día tras día. Allí estaba el control de camiones junto con la enorme báscula que presidia el acceso a las instalaciones de la que fue durante años la empresa bandera y el motor económico del pueblo.

Justo en esa esquina estaba la tienda “Caprichos”, especializada en regalos y que a día de hoy es la cafetería más cercana a la Estación de Renfe una vez que la que había dentro ha cerrado.

Si cruzamos la vista hasta la otra acera, el paisaje no ha cambiado menos, pues aunque no se han levantado edificaciones, la Plaza de la Estación no tiene nada que ver con la que disfrutábamos de niños. Esa enorme plaza de forma cuadrada con sus cuatro puertas en las esquinas, con un paseo perimetral en el que abundaban los bancos donde poder sentarse las personas mayores y los niños darse un respiro en sus carreras alrededor de la plaza que dejaban nuestros calcetines polvorientos. Recuerdo ese puesto de helados y chucherías así como la gran farola que coronaba el centro de la Plaza. Hoy no sé si por la edad o por los cambios la tengo presente como algo más frio y sin imán para hacerme pasar una tarde allí como lo han hecho nuestros padres con nosotros.

Pero llamándose Plaza de la Estación, no podía por menos que terminar mencionando a la misma. Para todos los pueblos que tienen la suerte de contar con infraestructura ferroviaria, la estación se convierte irremediablemente en un edificio de referencia. Cuando a principios de los noventa se acometió la reforma de nuestra vetusta y obsoleta estación, nadie pensó en que el cambio iba a tener tantísima repercusión. Estoy seguro que es una decisión cuyos responsables no repetirían a día de hoy. Seguramente se replantearían el concepto y tratarían de hacer algo distinto añadiendo nuevos módulos funcionales al viejo edificio restaurado. Claro, que también es posible que el resultado no fuese satisfactorio en ese caso, pues paisajísticamente los resultados en este tipo de actuaciones suele dejar mucho que desear, como en el caso del Ayuntamiento.

Pero el caso es que la noche que se derribo el edificio se fueron con él muchos sentimientos que solo perduran en la memoria de los que pudimos vivir aquellos maravillosos años. Ese viejo edificio con su particular olor y el contraste de la temperatura cuando salías de él. El estanco, la cantina y kiosco de prensa
donde los niños nos acercábamos a ver las portadas de los comics “Don Mickey”, “Mortadelo y Filemón” o “Superhumor”, con la esperanza que rara vez se cumplía de que nuestros padres nos los compraran.

En su lugar hoy tenemos un edificio frio en su concepto, y no me refiero a las corrientes de aire que se generan en el mismo, sin un lugar donde la espera se haga más llevadera o donde poder parar a tomar un café caliente. En definitiva, lo que debería ser un enclave de referencia, es solamente un lugar de paso.

Para los que no hayan podido ver cómo era la estación antes de la reforma, en el edificio de Radio Villalba hay una maqueta que están construyendo los “amigos del ferrocarril” y que exponen junto con fotos y otros recuerdos del gremio.

P.D. Gracias a Grupo El Teide por compartir la foto que ilustra esta entrada.



domingo, 6 de febrero de 2011

Cielos de Villalba

Villalba sigue conservando en algunos aspectos ese encanto de pueblo. Un pueblo extraño acorralado por las carreteras y el asfalto que ha ido cercando poco a poco el municipio, pero sin embargo, su proximidad a la Sierra del Guadarrama, hace que podamos disfrutar de algunos bellos paisajes, una buena calidad del aire que respiramos y otras cosas más.

Así, el mismo día que cientos de vecinos se veían atrapados en el atasco de la Carretera de Moralzarzal como consecuencia del asfaltado de la nueva rotonda, a pocos metros podía disfrutar de los cielos de Villalba. Unos cielos que según atardecía el día iban cambiando de color y que eran surcados por pájaros de todo tipo, desde los de acero a las bandadas de aves migrando en busca de su hábitat más apropiado.

Varias fueron las bandadas que pude divisar en el corto espacio de tiempo durante el que estuve parado mirando al cielo, pero siempre es bonito ver ese espectáculo sobre las cumbres de las montañas.