miércoles, 16 de enero de 2013

Barrio melancolia

A raíz de una próxima entrada que tengo en mente, me he dado cuenta de lo mucho que ha cambiado mi barrio. Por supuesto han cambiado sus gentes, que han elevado notablemente la edad media de la zona convirtiéndose en un barrio de gente mayor, pero también han cambiado sus edificios, sus actividades, etc.

El barrio de Pradillo Herrero, era un barrio residencial, pero dentro del mismo existían una serie de negocios y otros puntos de interés que generaban riqueza para el pueblo.

Hasta donde alcanza mi memoria, existían varias parcelas por edificar que por supuesto hoy en día han sido sustituidas por bloques de pisos. La más importante era la que conocíamos popularmente como la de “los rollos”, ya que allí era donde durante mucho tiempo Telefónica almacenó  los rollos de tubo por los que luego se introducían los cables en el suelo. Esta parcela quedo diáfana posteriormente y era un lugar ideal para poder jugar al futbol o a cualquier otra cosa sin que los niños estuviésemos expuestos al peligro de los coches. Mientras, por otra parte, los más mayores tenían como punto de reunión para sus charletas adolescentes, el “muelle” que servía para cargar y descargar los camiones, que hacía las veces de banco.

Pero como he comentado, este barrio tenía su propio colegio, El Juan XXII, donde dieron clase Doña Julia, Doña Esperanza y otras de las profesoras mas recordadas del pueblo. Este colegio quedo reducido a parvulario, lo que hoy se denomina educación infantil. En ese enclave hoy se encuentra la escuela de música municipal.

El trasiego de peques de la mano de sus madres era el paisaje típico cuatro veces al día y claro está, si hay niños hay negocio. Llegó a haber hasta tres tiendas de ultramarinos donde uno de los negocios más importantes era el de la venta de “chuches” y donuts. Pero  esos niños crecieron y cambiaron las chuches por litronas que consumían antes de ir a los bares de moda de la “movida villalbina”, que también los hubo. Fresh, Las Cubas, La Costa, El Portón… También los hubo de ambiente más rockero y mucho más conflictivos como el Barros o el Shanghai, donde la droga circulaba sin control.

Es que ahora que he dado al “rewind” de mi memoria, recuerdo que incluso había un “local de señoritas”, el Bananas. Recuerdo la imagen de ver una furgoneta con varias mulatas dispuestas a la faena, lo cual era chocante para los críos de la época, que no sabíamos tanto como los de ahora y a los que nos resultaba extraño incluso ver a una persona de color. Sé que hoy resulta ridículo, pero esto era así.


El barrio tuvo un almacén de maderas, una carpintería, una cerrajería, una óptica, una tienda de frio industrial, un molino e incluso un gran almacén de cerveza que daba hasta la Calle Real justo frente al cine Alvasan. Este último será objeto de una próxima entrada, mientras que del negocio de la cerveza que decir. ¿Os acordáis de la famosa “Águila Imperial”? Esa era la marca que se distribuía desde dicho almacén que nosotros llamábamos fábrica de cerveza. Hoy dicha marca no existe, ya que la concentración de marcas hizo que el grupo Heineken la terminase borrando de un mapa donde hay cientos y cientos de marcas. Si queréis saber  lahistoria de la marca, podéis consultar la wikipedia, que os lo deja clarito.

Pero si en esa esquina cercana al estanco estaban unos negocios tan relacionados con el ocio, muy cerca de allí estaba el que tal vez sea el negocio más seguro, la funeraria “La Soterraña”. Que mal rollo daba pasar por sus cocheras y ver descargar los ataúdes.

¿Ha cambiado o no mi barrio? Hoy a duras penas queda alguno de esos negocios y los que sobreviven casi es en plan romántico o por la necesidad de sus propietarios de seguir cotizando a la seguridad social durante algún año más. Tal vez el más representativo de aquella época que todavía sigue en pie, sea el almacén de frutas de la calle Francisco Martin, que tras ser durante muchos años Frutas Titox, pasó a ser Frutas Serrano.

No cabe duda de que me he hecho mayor y de que mi camino ha sido paralelo al de mi barrio, que languidece poco a poco y donde cada vez es más difícil ver a un niño por sus calles.  Que estampa tan distinta a la de finales de los setenta principios de los ochenta, cuando todas las calles estaban plagadas de críos armando follón y jugando.

Mi barrio se apaga y un poquito de él conmigo.


8 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena la entrada.

Al hilo de ella, sería bueno que el Ayuntamiento, que tanto publicitó la retirada de esos grandes carteles que anunciaban obras hace tiempo acabadas, quitase también los que han "olvidado" anunciando la obra de Pradillo Herrero, finalizada hace ya tiempo.

Y, de paso, que quitasen algunas de las infrautilizadas plazas de aparcamiento para bicis y motos, y las habilitasen para coches. Aunque se ganen 4 o 5 plazas, algo sería.

cronicas villalbinas dijo...

O poner algun contenedor mas que facilitase la recogida de basuras y que estas no quedasen fuera de los mismos por saturación.

De rebajar los "badenes asesinos" hablaremos en otro momento.

Enrique Gª Herreros dijo...

Te olvidas de otra antiguedad. En este barrio, concretamente en el lateral de Honorio Lozano (frente al bingo) estuvo hasta 1972 la única pista de baloncesto de nuestro pueblo. Suelo de asfalto con el campo pintado y dos canastas, allí jugaban nuestros equipos federados. El arbitro se pasaba medio partido sacando a la gente del campo.

cronicas villalbinas dijo...

Es que nunca he considerado Honorio Lozano como parte de mi barrio. Eso que dices no lo recuerdo, pero recuerdo que era donde se ponian las fiestas de Santiago.

Anónimo dijo...

He descubierto este blogger y quisiera comentar cosas sobre mi barrio Pradillo Herrero donde viví 50 años y aún viven alli algunos familiares míos. Este barrio tenía su vida propia pues había de casi todo.

Una isntitución de ese barrio fue sin duda el CINE ALVASAN un cine que muchas capitales lo hubieran querido tener en esa época pues era grande y cómodo y en el que aprendimos a amar al cine todos los chicos.

En la puerta siguiente del Cine,que curiosa ,estaba la Funeraria de Mariano La Soterraña vaya contraste.

Enfrente también en Juan XXIII estaba el almacén de cervezas El Aguila y gaseosas La Revoltosa donde estaba el Sr Cuenca.

El molino de Manolo y hasta hubía en verano un almacén de frutas donde comprabamos los melones y la fruta de temporada, hasta tenian un burro para la venta ambulante.

Había hasta un colegio público el Juan XXIII ( donde esta ahora la casa de la música)al lado de la casa del maestro D. Amador.

En la otra calle Pío XII hubo de casi todo pues en los años 80 era la calle de la marcha con La Costa, Las Cubas ,El Fresh locales que daban vida a ese barrio hoy muerto totalmenta.

Antes de los 80 donde era Las Cubas estaba el Supermercado de Germán y en el local de La Costa hubo primero un almacen de vinos ( años 70)luego un supermercado y una cerrajería.

Como vereis eran UN GRAN BARRIO con vida propia.

cronicas villalbinas dijo...

La cerrajeria de Gabino yo la recuerdo un poco mas arriba, aunque tal vez este confundido con un pequeño almacen de los saneamientos Azara.

También empezó en el barrio Decormad, que tenia su almacen en la parte superior de Pio XII.

Uno tiene la sensación de que en este barrio el progreso tuvo un precio demasiado alto.

Anónimo dijo...

Si la cerrajería de Gabino al principio estuvo dos calles mas arriba de Pío XII ,pero luego se trasladó al local que fue La Costa y que hoy es la Iglesia Evangelicas.

Sí Azara tuvo un pequeño almacén en los bajos de su casa donde siguen viviendo.
No se si te acordarás que en Juan XXIII también hubo al lado de el molino de Manolo tuvo Castillo la fabrica de Pavimentos.
Efectivamente el progreso mató ese fabuloso barrio,donde ya no queda casi nada del barrio que me crié.

Jan7 dijo...

Otra industria que existía en este barrio era el taller de piedra artificial, en la calle Juan XXIII, regentado por Luis Castillo Grande. Era pequeño, y muy llamativas sus letras en piedras sobre su portal.