domingo, 7 de octubre de 2012

La Esperanza


Caminar siempre es un ejercicio muy saludable y recomendable. Además, te permite evaluar otros aspectos de la vida y de tu entorno a los que no prestas atención en tu día a día.

Una tarde de la semana pasada, decidí acercarme a la Casa de la Cultura para ver una exposición de retratos de uno de nuestros vecinos. La verdad es que salí un tanto contrariado, ya que no conseguí identificar claramente a ninguno de los retratados, aunque los nombres de algunos de ellos sí que los conozco. Quise culpar de mi deuda con la historia de este pueblo a mi supuesta juventud, escudándome en que esa parte de la historia no la vivi.

Pero la historia se escribe día a día y según salía de la Casa de la Cultura me tope de bruces con la cruda realidad. Como he comentado, fui andando calle abajo y el gris de nuestras sucias calles solo era superado por el gris de ver como este pueblo se me asemeja a esos pueblos que hace unos años empezaron a quedarse  vacíos por culpa de una juventud que emigraba hacia las capitales en busca de trabajo y mejores condiciones de vida.

Al evitar la calle principal del pueblo para bajar y usar otras vías  céntricas, pero no tan importantes, el paisaje fue el de ver prácticamente todos los locales comerciales cerrados con carteles de “Se Alquila”, “Se Vende”, “Se Traspasa”… Y no podemos echarle la culpa en exclusiva a las grandes superficies y macro centros comerciales y máxime cuando el más joven de ellos a pesar de su remodelación lleva agonizando varios años con una actividad comercial casi nula pese al glamur y la estética rompedora de la que le han dotado sus nuevos gerentes.

Así el paseo continuó entre comercios languidecientes, algunos de ellos con sus puertas y escaparates forzados o reventados,  calles por limpiar, obras inacabadas y que tardaran en retomarse. De hecho, en algunas de ellas, tras la costosísima excavación para los cimientos, ahora se han visto obligados a volver a tapar el agujero y tapiar la obra por motivos de seguridad.

El problema no es único de Villalba, pero probablemente aquí alcanza cotas extremas. Y es que algunos no se dieron cuenta de que el pueblo tenía una grave herida por la que se estaba desangrando económicamente y durante años, no es que no se le administrase la medicina que cerrase la herida, es que no se le puso ni una tirita. Y ahora nos están administrando tales recortes, que el sistema circulatorio (en este caso el económico), presenta varios fallos multiorganicos a consecuencia de los “trombos” de la falta de crédito y consumo. Pero claro, si al enfermo le suministramos heparina (siempre que  la señora Merkel quiera abrir la sonda), volverá a sangrar si nuestros políticos no cambian antes su forma de actuar y empiezan por ejemplarizar lo que piden al ciudadano.

Y así estamos, como Paquirri en Pozoblanco, sabiendo que hemos sido corneados y encomendando nuestras vidas a unos médicos que no logran dar con el equilibrio, mientras el paciente se debate entre morir de un ictus o desangrado.

Pero pese a todo, la esperanza es lo último que debemos perder como he comprobado en mi paseo, donde el único cartel de “próxima apertura” que pude ver fue el de un local destinado a un centro cristiano.
Oremus pues.

P.D. Esta deberia haber sido la crónica a emitir el pasado lunes 24 de septiembre en el programa Gente de la Sierra de no haberse producido los cambios en la parrilla de programación.

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