Como el mes de enero me cundió mucho en el tema de dar vida al blog, he decidido partir el resumen en dos partes y aquí va la segunda entrega.
La siguiente entrada fue una reflexión personal sobre loscontrastes que nos ofrece nuestro municipio en el cual podemos encontrar una puerta a la naturaleza a muy poca distancia de nuestros hogares y el derroche comercial de los tiempos modernos. En dicha entrada lanzaba una cuestión al aire ante la situación tan extraña que viví un día en el que el campo tenia mas actividad que el supuesto motor económico del municipio.
Continué con una entrada totalmente festiva y es que en este año tuve la ocasión de vivir por primera vez la fiesta de la luminaria de San Sebastian. Una costumbre ancestral para la gente que vive en el casco antiguo del pueblo, pero que nos es bastante ajena a los que no somos de esa zona. Una curiosa tradición de esas que hay que tratar de no perder y que no creo que resulte demasiado cara para las arcas municipales y que sin embargo sirve para vertebrar la vida social del pueblo.
Y finalmente concluí el mes haciendo referencia al que iba a ser uno de los caballos de batalla del año, la obra de Pradillo Herrero. Una obra con un desarrollo caótico, resultado ampliamente decepcionante, por cuanto se han reducido muchísimo las plazas de aparcamiento en beneficio de plazas para motos y bicis que nunca están ni creo que lo lleguen a estar ocupadas y otros aspectos estéticos y funcionales que no han convencido a la mayoría de los vecinos. Para más inri, se han puesto una serie de badenes, algunos de los cuales son de una altura que estoy casi seguro de que son ilegales y que si se propusiese habría que deshacer y volver a construir. No estaría mal para seguir dando empleo a esos obreros que tras esta obra fueron al INEM. De paso podrían venir a colocar las papeleras que a día de hoy seguimos esperando.
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