Tenía en mente realizar una entrada de otro tipo tras unas reflexiones efectuadas a lo largo de la última semana y tras un intercambio de opiniones un tanto fuera de lugar a raíz de una intervención mía en el muro del facebook de una conocida peña de la localidad. Creo que deje clara mi opinión tanto en el citado muro como de forma privada a los responsables de la citada peña. Tiempo habrá para abordar el tema de fondo de la polémica con mayor profundidad y detenimiento.
Y el cambio de impresiones ha venido motivado por mis últimas aventuras en mi afición por correr.
Durante el frio invierno, la falta de luz nos obliga a correr en circuitos que nos hemos montado donde predomina el asfalto con todo lo que ello conlleva. Mayores probabilidades de lesión, accidentes en esos cruces o rotondas que nos toca atravesar donde muchas veces los coches entran demasiado deprisa, humos, cortes de ritmo por subir y bajar aceras, cruces, etc.
En definitiva un rollo que en cuanto los días alargan sus horas de luz nos hacen que tomemos la dehesa y que aquellos más fuertes se metan con recorridos más largos con la dehesa de Alpedrete o la Sierra de Hoyo o nuestro Cerro del Telégrafo.
Mi nivel no ha dado nunca para atreverme a esos circuitos encadenando subidas y bajadas por cortafuegos, trialeras, etc. Pero si es cierto que años atrás cuando la continuidad en los entrenamientos y la ausencia de lesiones me lo permitieron, sí que me atrevía a coquetear con las faldas del cerro para llegar hasta Moralzarzal e incluso un año celebre las fiestas de Villalba con un ascenso en solitario desde el tanatorio villalbino hasta la cumbre a mas de 1300m siguiendo siempre las amplias pistas que salen desde el municipio vecino.
Pero a día de hoy no tengo ni el fondo, ni la chispa ni la capacidad de sacrificio para sobreponerme ante los dolores y molestias de un ejercicio para el cual no tienes preparado el cuerpo. Así pues me tengo que contentar con ir acercándome poco a poco hasta el corazón del pulmón verde de Villalba.
Y eso es lo que hice el pasado jueves, ir poco a poco llevando a cabo esa labor de aproximación hacia esos lugares donde el tiempo parece detenerse y donde todo suena e incluso huele mejor.
Una vez que abandoné la dehesa de Villalba, tocaba cruzar la Chopera dejando a la derecha las obras de lo que será el futuro hospital de Collado Villalba. Poco a poco y según iba ascendiendo, mi respiración se iba acelerando al igual que mis pulsaciones. El camino flanqueado por algún arroyuelo a la derecha pronto se convierte en una “pared” de piedra por la que me resulta realmente complicado correr y en la que tengo que tirar de todo mi orgullo para no ceder. Finalmente logro subir hasta algo más allá de la cota de los 1000m en mi afán por buscar caminos nuevos, de los que me han hablado varias veces pero que no soy capaz de localizar.
La falta de fuerzas y la aparición de un descarado conejo me hacen parar con la peregrina idea de que mi silvestre compañero estará dispuesto a posar para una instantánea. Tras un momento tratando de buscar un nuevo voluntario para la instantánea, me deleito con el paisaje y el frescor de la montaña en un día en que la temperatura es realmente alta, lo cual seguramente ha sido el acicate para que los pájaros no paren en sus canticos. Sonidos y sensaciones olvidados tras los ruidos que a diario soportamos en los centros urbanos.
Todo es distinto allí arriba, incluso los paseos de la gente con sus mascotas. Impresionante y majestuoso, un husky siberiano fue durante un rato compañero integrado en el paisaje. Daba gusto verle correr arriba y abajo en su búsqueda para lograr atrapar a algún conejo.
En definitiva, en una semana dura y complicada como ha sido la pasada, esos minutos “aislado” en las faldas de la montaña, supusieron un oasis de tranquilidad y de meditación para poner orden ante los distintos retos que se me plantean en el futuro inmediato.
En próximas tentativas, tendré que buscar cotas mayores a ver si los beneficios son directamente proporcionales a la altura alcanzada y quien sabe si algún dia llegar a unirme a alguna quedada como la ilustrada con la fotografia de inicio de la entrada.
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