Un nuevo alto en la temática habitual de mi blog se impone
ante el correo recibido por parte de un amigo. Y cuando hablo de amigo, hablo
de amigo con mayúsculas, no con la ligereza que hablamos hoy en día a la hora de
usar ese término cuando uno atesora hasta cerca de 1400 amigos virtuales en la
principal red social, mientras que en la realidad creo que no he tenido más de
tres o cuatro a lo largo de mi vida y curiosamente ninguno de ellos usa las famosas redes.
Pero vayamos al grano. Mi amigo como tantos otros dejó hace
años Collado Villalba por motivos laborales y familiares, ya que al contraer
matrimonio decidieron establecer su residencia en otra parte de la Comunidad de
Madrid. Pero este es un factor intrascendente para lo que me ocupa en estos
momentos.
Conocí a esta persona en la época final del instituto,
cuando conoces a tanta y tanta gente, pero que pocos son los que dejan huella
en la memoria de uno. Pero este no fue el caso de este amigo con el que compartía
gustos y aficiones en algunas cosas y no tanto en otras, pero con el que
siempre se podía hablar, incluso para discrepar desde el más absoluto respeto.
En aquellos tiempos era un adolescente atípico, por cuanto
militaba en varias ONGS, desde Amnistía Internacional, hasta Cruz Roja. Pero no
era solamente una militancia de ser socio y pagar una cuota y acudir de vez en
cuando a una reunión. Por poner un ejemplo, fue uno de los miembros capitales
para el montaje de la infraestructura de asuntos sociales de Cruz Roja en uno
de los municipios serranos más importantes con menos de 25 años.
Así, mi amigo ha empleado buena parte de sus mejores años
trabajando desinteresadamente por el beneficio de los más desprotegidos, una
vocación que posteriormente terminó convirtiéndose en su profesión y donde conocía
a la que hoy es su esposa y que como no podía ser de otra forma, también es una
profesional del trabajo social.
Así han estado durante los últimos años trabajando por los más
desfavorecidos que hasta el estallido de la gran crisis, en la mayoría de los casos habían llegado
hasta esa situación límite por causas de exclusión o marginación como la
emigración, raza, drogas, alcohol, enfermedades mentales, etc.
Sin embargo, esto ha cambiado en los últimos tiempos y todos
tenemos ejemplos muy cercanos de gente a la que conocemos que está atravesando
problemas sin pertenecer a esos grupos y que la mala suerte y la pésima clase
política que nos ha gobernado en los últimos casi 20 años ha puesto a los pies
de los caballos.
Y este ha sido el caso de la familia de mi amigo, que debido
a los recortes en los programas sociales ha visto como su mujer ha perdido su
trabajo y el ha estado durante un tiempo sin él, aunque afortunadamente el
ayuntamiento último donde trabajó ha recuperado el programa en el que trabajaba
aunque haya sido en peores condiciones, pero que al menos le han permitido volver
a posicionarse en el otro lado de la historia, en el de los que ayudan, en el
activo, en el de volver a sentirse una persona útil no solo para él y su familia, sino para los demás.
Pero a pesar de todo, si existe justicia, ya sea la de un
ser superior llamado Dios o la que quiera que sea, “mi gran amigo” tiene que
abandonar esta situación rápidamente. Es tremendamente injusto que alguien que
tanto ha ayudado a los demás de forma desinteresada, sin hacer ruido, sin buscar
fotos ni ventajas para sí mismo, se pueda ver avocado a la triste realidad del
paro y de necesitar la ayuda de otros para poder sacar adelante a su familia.
Por eso desde aquí, te doy un fuerte abrazo por ser uno de
mis pocos amigos. Un amigo que tanto me ha influido a lo largo de los años de
amistad que nos han unido. Y te dedico esta canción que seguro que te gustará, porque yo también quisiera ser un poco "Como tú".
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