Venia rumiando desde tiempo atrás esta entrada, pero no sabía
si con el tiempo perdería vigencia. Pero por sorpresa a pesar de estar en el
mes de noviembre y con la lluvia de por medio durante varias jornadas, la
entrada goza de extraordinaria salud en su temática.
Todo aquel que me siga, sabe que me gustan los deportes y
especialmente el ciclismo y el atletismo. Tal vez porque mis escasas
condiciones me han hecho que no tuviese cabida en ningún deporte de equipo
donde el talento estuviese por encima del trabajo o el sacrificio, que es lo
mas que puedo ofrecer y que no da para grandes logros en ningún deporte, pero
que al menos sirve para mantenerse en forma.
Creo haber expresado por aquí y por las redes sociales, mi
opinión hacia la bicicleta no solo como herramienta para la práctica deportiva
y de ocio, sino también como medio de locomoción, algo que nuestros políticos y
los encargados del desarrollo de las ciudades de nuestro país ignoran. No hace
falta irse a Ámsterdam, donde es una religión el uso de la bicicleta para tal
fin, para sentir autentica envidia en cuanto se sale de nuestro país.
Como caso más cercano y notable del desprecio que aquí se le
hace a la bici, tenemos nuestra querida obra de Honorio Lozano. Una obra
millonaria en la que se liberaban miles de metros cuadrados para el peatón y en
la que supuestamente se le daba mayor fluidez al tráfico, pero que ignoraba la
posibilidad de crear un carril bici separado de la circulación motorizada.
Sí que es cierto que después se creó un carril bici que
supuestamente se debería integrar dentro de una red de la Comunidad de Madrid.
Pero como ya exprese en su momento y vuelvo a
repetir, se trataba de un carril bici que no lleva a ninguna parte y con
numerosos puntos negros como los accesos del CC Los Valles.
Pero no voy a extenderme en este punto, que como he dicho,
ya he tratado en anteriores ocasiones en el blog. Quiero dar una vuelta de
turca más al asunto y dar otra perspectiva o enfoque al tema.
El año pasado, en una de esas múltiples tertulias que a
diario tengo en la hora del desayuno en las que entre compañeros tratamos de
salvar el mundo y especialmente tratamos de salir de la crisis empezando por
salvar nuestros cuatro duros, una compañera dijo que estaba pensando muy
seriamente el ir a trabajar en el verano en bicicleta, pues por cercanía podía
hacerlo y se ahorraba el tener que “dar de comer” al coche.
La hipótesis primera dio paso a la voluntad decidida de
hacerlo, que choco en primera instancia con la dificultad de tener un lugar
para guardar la bici en el trabajo, algo que no sin insistencia, termino por
solventar.
Este caso particular me ha hecho ver que no estamos ante una
situación aislada. Y es que a finales de verano comencé a ver que varias
personas iban con su bici a trabajar dentro del tren. De hecho, en alguna ocasión
he llegado a contar hasta tres bicis en medio tren, pues es más o menos donde
me suelo posicionar, lo que hace que solo alcance a ver la primera parte del
mismo.
No sé si les empujó la necesidad o si solamente es un cambio
de hábitos y de cultura, pero sea como sea me reconforta ver que pese a las adversidades
haya gente, tanto hombres como mujeres, que han decidido apostar por la bici,
algo que nunca han hecho aquellos que deberían promover su uso mas allá de un
triste y testimonial día de la bicicleta. Y lo mejor de todo, es que el verano
ha pasado y siguen siendo bastantes los que siguen usando la bici para ir al
trabajo cada mañana a pesar de la falta de luz, los fríos y lluvias del
invierno serrano.
Chapeau por todos vosotros.
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