viernes, 9 de noviembre de 2012

Las bicicletas son para todo el año.


Venia rumiando desde tiempo atrás esta entrada, pero no sabía si con el tiempo perdería vigencia. Pero por sorpresa a pesar de estar en el mes de noviembre y con la lluvia de por medio durante varias jornadas, la entrada goza de extraordinaria salud en su temática.

Todo aquel que me siga, sabe que me gustan los deportes y especialmente el ciclismo y el atletismo. Tal vez porque mis escasas condiciones me han hecho que no tuviese cabida en ningún deporte de equipo donde el talento estuviese por encima del trabajo o el sacrificio, que es lo mas que puedo ofrecer y que no da para grandes logros en ningún deporte, pero que al menos sirve para mantenerse en forma.

Creo haber expresado por aquí y por las redes sociales, mi opinión hacia la bicicleta no solo como herramienta para la práctica deportiva y de ocio, sino también como medio de locomoción, algo que nuestros políticos y los encargados del desarrollo de las ciudades de nuestro país ignoran. No hace falta irse a Ámsterdam, donde es una religión el uso de la bicicleta para tal fin, para sentir autentica envidia en cuanto se sale de nuestro país.

Como caso más cercano y notable del desprecio que aquí se le hace a la bici, tenemos nuestra querida obra de Honorio Lozano. Una obra millonaria en la que se liberaban miles de metros cuadrados para el peatón y en la que supuestamente se le daba mayor fluidez al tráfico, pero que ignoraba la posibilidad de crear un carril bici separado de la circulación motorizada.

Sí que es cierto que después se creó un carril bici que supuestamente se debería integrar dentro de una red de la Comunidad de Madrid. Pero como ya exprese en su momento y vuelvo a  repetir, se trataba de un carril bici que no lleva a ninguna parte y con numerosos puntos negros como los accesos del CC Los Valles.
Pero no voy a extenderme en este punto, que como he dicho, ya he tratado en anteriores ocasiones en el blog. Quiero dar una vuelta de turca más al asunto y dar otra perspectiva o enfoque al tema.

El año pasado, en una de esas múltiples tertulias que a diario tengo en la hora del desayuno en las que entre compañeros tratamos de salvar el mundo y especialmente tratamos de salir de la crisis empezando por salvar nuestros cuatro duros, una compañera dijo que estaba pensando muy seriamente el ir a trabajar en el verano en bicicleta, pues por cercanía podía hacerlo y se ahorraba el tener que “dar de comer” al coche.

La hipótesis primera dio paso a la voluntad decidida de hacerlo, que choco en primera instancia con la dificultad de tener un lugar para guardar la bici en el trabajo, algo que no sin insistencia, termino por solventar.

Este caso particular me ha hecho ver que no estamos ante una situación aislada. Y es que a finales de verano comencé a ver que varias personas iban con su bici a trabajar dentro del tren. De hecho, en alguna ocasión he llegado a contar hasta tres bicis en medio tren, pues es más o menos donde me suelo posicionar, lo que hace que solo alcance a ver la primera parte del mismo.

No sé si les empujó la necesidad o si solamente es un cambio de hábitos y de cultura, pero sea como sea me reconforta ver que pese a las adversidades haya gente, tanto hombres como mujeres, que han decidido apostar por la bici, algo que nunca han hecho aquellos que deberían promover su uso mas allá de un triste y testimonial día de la bicicleta. Y lo mejor de todo, es que el verano ha pasado y siguen siendo bastantes los que siguen usando la bici para ir al trabajo cada mañana a pesar de la falta de luz, los fríos y lluvias del invierno serrano.

Chapeau por todos vosotros.

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