domingo, 24 de diciembre de 2017

Resumen 2017 III (Julio - Septiembre)

El mes de julio viene siempre marcado en nuestro municipio por las fiestas patronales de Santiago Apóstol. Y ya desde la presentación de las mismas pudimos ver que iban a ser unas fiestas polémicas por cuanto el programa no levantó pasiones precisamente y venía a confirmar la falta de imaginación y la decadencia de las fiestas en Villalba que ya se había sufrido el mes anterior en las de San Antonio de Padua.

Se caían del programa eventos novedosos de las últimas ediciones y la programación musical estaba en clara caída en picado en cuanto a su calidad. Era claramente una apuesta muy conservadora y demasiado repetitiva de fórmulas que corren el riesgo de cansar al personal.

Y con estos prolegómenos, estaba claro que el desarrollo de las fiestas iba a estar muy condicionado desde el chupinazo inicial, donde nuevamente nuestra alcaldesa quedo en evidencia al tratar de hacer un gesto improvisado que la alejase del foco de todas las miradas. Unas miradas que fueron a parar a unos incidentes con algún cohete que explotó en el centro de la plaza y donde se encontraba algún concejal destacado de la oposición.

Fueron unas fiestas “tristes y grises” en líneas generales, pero como ya anticipé, lo que se veía que iba a suceder en los pueblos de los alrededores, nos hacía presagiar que estos eventos están en clara línea descendente en cuanto a la programación de grandes eventos musicales y superproducciones de eventos para el gran público. Estableciendo una pequeña comparativa con la avanzadilla de algún programa de fiestas que ya se había filtrado y con una encuesta sobre lo que le habían parecido las fiestas a nuestro vecinos se cerraba el mes.




Y así nos adentramos al mes del cierre, agosto. El mes que uno recuerda cuando era niño, que era el mes de las vacaciones por antonomasia y que en el caso de Villalba suponía un flujo mayor de visitantes. Ahora que nos hemos convertido en una “ciudad dormitorio” y que ya nadie pilla un mes de vacaciones de corrido, nos encontramos con que Villalba es un desierto. Un desierto falto de vida, en el que ni el comercio ni la hostelería funcionan a buen nivel y donde las instituciones locales lejos de animar la vida social y cultural del pueblo, contribuyen aún más a su letargo o agonía, elijan la palabra que mejor se adapte a su visión del tema, con el cierre de varias instalaciones municipales.

Así que me veía forzado a realizar una encuesta para saber si vivo en un universo paralelo al de nuestros dirigentes o si estoy equivocado  y solamente se trata de que mi mundo es otro como decía la canción.

Los datos que arrojó la encuesta a la que hacía mención anteriormente, me dejaron ver que la sociedad española o al menos la villalbina, ha cambiado mucho en estos años. Y esto me empujó a llevar a cabo otra que dejo otros datos que ya me sospechaba que se darían. El ocio y la hostelería de nuestro pueblo han caído a un inquietante segundo nivel y no se pasa del “vermouth tabernario” en el mejor de los casos. Nada que ver con la hostelería de primera división de lugares como Navacerrada o Guadarrama. Y eso que todos los partidos políticos llevaban en su programa el potenciar el turismo de nuestro municipio. Se lo deberían hacer mirar nuestros políticos y ponerse manos a la obra y darnos la sorpresa de acordar alguna propuesta consensuada sobre el tema. Pero claro, eso es ciencia ficción, el capítulo de enmiendas está destinado al comercio internacional, Venezuela o las esteladas, todo ello temas de capital importancia para nuestro municipio y sobre lo que nuestros concejales tienen potestad.

Y así nos adentramos en el mes de septiembre con una entrada claramente reivindicativa y de denuncia sobre un problema de seguridad que atañe a nuestro municipio. La peligrosidad de algunos de sus cruces y la falta de iluminación en buena parte del pueblo. A día de hoy, por incompetencia de nuestros concejales, el punto negro sigue sin solución. Según  se alega desde nuestro Ayuntamiento, que eso pertenece o es competencia de Fomento, pero lo cierto es que el puente continúa sin iluminación y sigue siendo un punto negro. Uno de los tantos que existen en nuestro pueblo y que provocan que nuestras calles sean “Territorio Hostil” para el peatón.

En cualquier caso,  está claro que el Ayuntamiento merece un claro tirón de orejas por no haber solucionado el asunto después de tantos meses, pues si no son suyas las competencias, sí que debe ser el garante de que terceros actores cumplan con sus deberes dentro de los límites de nuestro pueblo. Pero claro está, si empieza por no predicar él mismo con lo que le compete, como para ir a pedir. Lamentablemente, dos meses después de escribir esta entrada, tuve que escribir otra volviendo a demandar medidas correctoras para paliar los problemas de nuestras calles en este aspecto tras la muerte de un vecino en la calle Gabriel García Márquez.

Y cerré el mes con una revisión nostálgica a través de dos entradas (I y II),  de cómo era la vida del pueblo en los años de mi infancia. Lo cual no quería decir que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero si ponía de manifiesto que los años le han sentado muy mal a nuestro pueblo. 

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