Han finalizado las fiestas y comienza un nuevo año. Es en
estos días cuando uno trata de fijarse metas con vistas al futuro más o menos
cercano, metas que en algunos casos se lograran y en otros no, pero al fin y al
cabo, estímulos que le permitan a uno buscar esos alicientes que le lleven a la
superación en los momentos complicados y la recompensa del éxito cuando se
logran alcanzar las metas fijadas.
Es ahora cuando uno mira ese viaje soñado, ese capricho que
se quiere dar y que se le resiste. También esta ese objetivo que requiere de un
trabajo mas allá del que le permite poner un plato caliente de comida cada día
en la mesa. Algunos serán sueños utópicos, otros simples retos personales sin
importancia más allá de uno mismo.
Y con ese afán de tratar de recuperar la ilusión por
afrontar esas pequeñas metas que van mas allá de la mera subsistencia, me
acerque en el día de ayer a inhalar el aire fresco de la cabalgata de reyes que
tantos años hacia que no veía pasar por las calles de Collado Villalba. Quería
por un lado comprobar si era la cabalgata que se le supone a un pueblo como el
nuestro o si por el contrario seguía desfilando el famoso pavo que hizo una
peña hace no sé cuantos años. No sabía si los personajes de las carrozas que
normalmente son personajes clásicos, habían sucumbido al empuje de las Monster
High o los Pokemon.
Pero vi que en esencia todo sigue igual, los clásicos siguen
siendo los clásicos. Hook, Campanilla, Alicia y todo con pastores, romanos y
otro montón de personajes típicos de nuestra propia cultura navideña.
Abría la cabalgata un grupo de equilibristas acompañados de
los sonidos de una batucada. La cosa empezaba animada, pero sorpresivamente un
gran espacio se había abierto entre este grupo y el resto de la cabalgata. ¿Qué
pasaba? ¿Cómo podían estar dando paso a coches y autobuses en medio del evento?
Eso me hacía presagiar que algo no estaba saliendo conforme al guion escrito.
Todo ello se me confirmo cuando vi subir a paso acelerado a
dos altos cargos municipales al encuentro del convoy. Algo estaba pasando. Con
casi treinta minutos de retraso el resto de la comitiva bajo a hacer las
delicias de los más pequeños todo ello regado de un aluvión de caramelos.
Al parecer, una de las carrozas había sufrido un conato de
incendio por una de las luces. Tal vez eso explique la cara con la que se ha
visto publicado el concejal de festejos en varios muros de facebook. Y no es
para menos, ya que los dos eventos estrella de las fiestas se han visto
enturbiados por pequeños incidentes que afortunadamente han quedado en nada,
pero que tienen que servir de toque de atención para que no se repitan y
tengamos que lamentar algo gordo.
Pero una vez pasado el día de la magia y la ilusión, toca
volver al día a día de la lucha y la batalla. Y hoy lo he hecho en parte con
una imagen que me ha golpeado la conciencia. Al ir a tirar la basura, he
descubierto que los contenedores presentaban el aspecto de un día cualquiera,
lejos de esas imágenes llenas de embalajes de juguetes que no caben en ellos.
Debo reconocer que la imagen me ha impactado muy tristemente y me ha hecho ver
que vivo en un barrio de viejos. Es la vuelta a la triste realidad.
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