El motivo por el que escribo esta entrada, es el mensaje de
Facebook que hace pocos días leí en el muro de una persona bastante activa por
esos mundos de las redes sociales. En el mismo, esta persona pedía que el
pregón de fiestas no fuese dado por la alcaldesa, sino por un vecino insigne o
por algún famoso.
Lo cierto es que esto fue así hasta no hace mucho tiempo. La
memoria no me permite asegurar con certeza, pero creo que fue bajo el mandato
de José Pablo González cuando se adoptó el formato actual de pregón de fiestas.
Hasta ese momento, se buscaba a un famoso con vinculación
con el pueblo o a un vecino muy significado del mismo para que diese su
discurso antes de proceder al chupinazo que da comienzo a las fiestas de
Santiago Apóstol, algo similar a lo que se hace en San Antonio en la zona de
Villalba Pueblo y en la inmensa mayoría de localidades de nuestra geografía.
Pero entonces, ¿Por qué no se hace bajo este formato en el
barrio de la estación? Como ya he comentado, hace unos años se decidió cambiar
el formato y ello vino casi obligado por la falta de educación y la degradación
que había ido adquiriendo el acto en sus ediciones previas.
A la plaza llegaban riadas humanas (algunas de ellas en
avanzado estado de embriaguez) que no prestaban ni la más mínima atención ni
respeto hacia el pregón. Atrás quedaron los años en los que el pregón era un
acto cargado de color e imaginación con la competitividad por el slogan más
chulo en los grupos de amigos, la mejor puesta en escena tuneando vehículos para
la ocasión, disfraces, etc…
En estos últimos años, la competición parecía ir
por otros derroteros más trogloditas, quién chilla más, quien ha bebido más…
quien mancha más a quien. Y el resultado era el desprecio total hacia el
pregonero, al que se le interrumpía el pregón hasta el punto de que alguno no
pudo finalizarlo e incluso acabó rebozado en harina, proyectando una imagen vergonzosa de nuestro municipio
como en el caso de cuando lo dio el doctor Gil Bergua, que me parece que fue el
último en tener el honor y sufrir el castigo.
Por ello se decidió que el pregón fuese mucho más corto en
duración, hasta dejarlo en la mínima expresión, con una mínima representación
de las peñas y la corporación local sobre el escenario en el chupinazo.
Cierto es que este actual formato da un mayor protagonismo a
la máxima autoridad local hasta rozar el monopolio, pero a aquellos que llaman
al boicot al pregón el próximo jueves, recordarles parafraseando a nuestro
presidente en funciones, que “son los vecinos, los que quisieron que el alcalde
fuese el pregonero” o algo así.
En cualquier caso, disfruten de las fiestas lo que puedan o
les dejen…
Igual la alcaldesa se nos arranca por sevillanas...
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