“Transformando Certezas” ha sido el título de la exposición
del artista de Collado Villalba Julián Redondo que se ha podido contemplar en
el Ateneo de Madrid, un lugar selecto y en el cual se respira por igual el
ambiente de intelectualidad y el olor a antiguo que llega a parecerse al de las
barricas de roble de las viejas bodegas.
La figura de Julián es imprescindible a la hora de acercarse
a la historia de nuestro pueblo, ya que sus dibujos, junto con los escritos de
Luis Antonio Vacas, son de lo poco que
hemos tenido las generaciones posteriores para hacernos a la idea de cómo era Collado
Villalba tiempo atrás.
La exposición tenía una muestra variada de buena parte de su
obra, desde oleos de sus inicios como “El sueño de Velázquez”, con el que el autor gana su primer premio
importante en el vecino pueblo de El Escorial y en el que se nos muestra un Velázquez
dormido al que se le aparecen varios de los personajes de sus cuadros en un
montaje que es un bonito collage. A los que suceden plumillas de rabiosa
actualidad en la serie del 15M en la que el autor muestra su crítica hacia lo
que nuestro país está viviendo en los últimos tiempos con el desmantelamiento
del Estado del Bienestar.
Todo ello salpicado con algún retrato familiar al óleo y
otras imágenes de extraordinario realismo, que solo consigues diferenciar de
una foto cuando estas a menos de medio metro y puedes ver los trazos de la
plumilla de tinta china a base de pequeñas estrellitas u otros trazos simples
para llegar a conseguir el detalle de las arrugas en las manos, las sombras de
los contrastes del tronco de un árbol o el detalle de los lacrimales de los
ojos o incluso el reflejo de lo que sus personajes ven a través de sus pupilas.
Verdaderamente espectacular.
Otra plumilla que no se podía ignorar era una réplica del
famoso mural que adornaba una de las paredes del antiguo Salón Parroquial de la
Estación. Una lástima que el derribo de ese lugar nos prive de tan grandiosa
obra cuyas dimensiones nos abrumaban de pequeños. 1.90 x 3m de mural en el que
se reflejaba a unos musculosos jóvenes tratando de mover una piedra que
simbolizaba a la humanidad, hacia una luz que se suponía que era la sabiduría y
el conocimiento. Eran los años de la transición y los desnudos de sus
personajes a punto estuvieron de ser censurados. Al menos una fotografía de una vecina ha permitido
al autor volver a recrear esa imagen
fiel a la original, aunque haya sido en un pequeño formato.
Aunque Julián ha expuesto varias veces en Villalba, va
siendo hora de que sus obras vuelvan a exponerse en su pueblo, pues está claro
tras el llenazo de la sala el pasado sábado, que Julián es profeta en su
tierra. Y si alguna vez la finca de La Malvaloca se llega a convertir en un
centro cultural, debería contar forzosamente con una exposición permanente de
nuestro gran artista, pero como esto lo fiamos para largo, ¿qué tal si la Casa
de la Cultura tuviese su aula de pintura bautizada con su nombre?, aunque lo
suyo seria que lo tuviese todo el recinto.
Pequeños detalles que debería tener el Ayuntamiento con sus
vecinos ilustres y que no cuestan nada, solamente hacen justicia.
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