Y llegamos a julio, el mes del calor y las fiestas. Un mes
que comencé con otra entrada, ya a posteriori, dedicada a la historia del Club
Baloncesto Collado Villalba. Me había pillado el toro y se quedaron los años
mas gloriosos pendientes de repaso, empezando por este que fue uno de mis
favoritos.
Y casi sin solución de continuidad nos plantamos en las
fiestas y con ellas una extraña planificación de conciertos con dos actuacionespor día, lo que llevaba asociado molestias y ruidos hasta altas horas de la
noche. Curiosa estrategia esta de compactar eventos en lugar de tratar de
estirarlos y más en época de carestía como la que estamos viviendo.
Y para finalizar el mes termine con una petición de firmas
para mejorar la seguridad de uno de los pasos de peatones más peligrosos de
nuestro pueblo tras ser testigo directo de una situación de máximo peligro que
afortunadamente quedo en un susto. Pero siempre será mejor no seguir tentando
la suerte.
Y entramos en agosto, el mes en que todo se para, por las
vacaciones de unos y por la falta de recursos de otros. El caso es que parece
un mes que habría que borrar del calendario a efectos de funcionamiento de las
instituciones y de servicio a los ciudadanos. Y quien sabe si debido a este
parón, el edificio de la Policía Municipal sufrió un retraso más en su
inauguración, lo que prolongó en el tiempo las imágenes tercermundistas que
denuncie por aquí.
A esta entrada de denuncia le sucedió otra con la temporada más álgida del club de baloncesto, pero que paradójicamente fue posiblemente la que
menos disfrute de cuantas militó el equipo en la elite.
Y como durante el mes de agosto se baja tanto la guardia,
paso lo que tenía que pasar, que los zombis nos invadieron en lo que ha sido
uno de los días más interesantes de este año que nos deja. Una actividad lúdica
novedosa y que gozó de gran aceptación tanto por parte de los participantes
como por parte de los curiosos que salieron a ver el evento. Afortunadamente y
pese a unos fallos organizativos, toda la jornada discurrió sin tener que
lamentar ningún accidente destacado más allá de alguna caída.
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