martes, 18 de septiembre de 2012

Buscando piso en...


¿Sabían de la existencia de un grupo punk cuyo nombre es “Tarzán y su puta madre buscan piso en Alcobendas?

No sé si acabaremos como el personaje de ficción en “taparrabos” o si tendremos que exiliarnos en algún municipio con impuestos más bajos.

Pero en el transcurso de esta semana, seremos muchos los que daremos un paso más en el divorcio entre la sociedad y la clase política. Un divorcio que se agrava por momentos gracias a la pésima gestión realizada por nuestros gobernantes, los dobles raseros, las medidas de ajuste que siempre afectan a los mismos, los casos de corrupción y las declaraciones desafortunadas como el famoso “Que se jodan”.

¿Qué es lo que pasa esta semana para que aumente el distanciamiento entre unos y otros? Pues que nuestro bolsillo se verá mermado de forma más que notable con el IBI, en un mes especialmente complicado para algunas familias por aquello de la vuelta al cole, fin de los trabajos estacionales, etc.

El IBI es un impuesto que se grava en función del valor del inmueble del que uno es propietario y que se revisa anualmente. Su importe viene dado por el valor catastral del mismo y un coeficiente multiplicador. El primer valor se revisa cada 10 años y su última revisión coincidió con el apogeo de la famosa burbuja inmobiliaria. Esto ha provocado que por no meter la subida de un golpe y literalmente asfixiarnos, nos lo van prorrateando poco a poco a lo largo de esos 10 años. Pero ahora mismo, existe la paradoja de que nuestros inmuebles pueden llegar a valer casi el 50% menos del valor en que se les tasó en aquellos momentos y sin embargo tendremos una subida de más del 14% en este ejercicio.

Ante esto, el Ayuntamiento podría haber actuado para aliviar tan grandiosa subida corrigiéndola un poco con la bajada del coeficiente multiplicador, que si es competencia municipal. Esta medida fue tomada en una ocasión por el anterior equipo de gobierno del PSOE ante una fuerte subida del valor catastral.

Lo que no puede ser, es que mientras mi sueldo solo se ha visto revalorizado un 23% de 2003 al presente año, el importe del impuesto dibuja una trayectoria ascendente de más de un 140%. Vamos, que uno está pensando en acercarse a Moralzarzal a recibir un curso de alpinismo acelerado por parte de Carlos Soria para superar tales desniveles.

Y es que mientras en 2003 el pago de este impuesto representaba un 27% de mi salario mensual, ahora se eleva a casi un 54% pese al mayor número de antigüedades de mi nómina. Si eso es terrible con los salarios actuales, imagínense la situación en esos hogares donde todos los miembros de la unidad familiar están en paro.

Y es que al paso que vamos, el carácter recaudatorio de los impuestos y tarifas de los servicios públicos, va camino de alcanzar cotas “confiscatorias”. Y es que una de las cosas que más me ha indignado siempre de nuestros políticos, ha sido que en su discurso contra las subidas salariales siempre han esgrimido que eso disparaba la inflación, pero sin embargo, son ellos los que suben los transportes por encima del IPC de forma sistemática, los que nos aumentan los impuestos, en definitiva, los que piden unos esfuerzos a todos mientras desde su atalaya la perspectiva poco ha cambiado a pesar de la crisis. Tanto en las épocas de bonanza y mejor no hablar del momento actual, han sido ellos siempre los principales responsables de que el IPC se haya disparado.

Por lo que tengo entendido, las revisiones del IBI continuaran al alza en los próximos tres ejercicios, así que prepárense hasta entonces a subidas de más de dos dígitos por año. ¿Pero que ocurrirá llegada la siguiente revisión del valor catastral? Supuestamente nuestros inmuebles valdrán mucho menos y dicho impuesto debería bajar notablemente. Sin embargo, los ayuntamientos no creo que vayan a tener la mas mínima consideración para con sus vecinos llegado el momento, porque si no la están teniendo ahora con la que está cayendo…

Seguro que cuando esto suceda, se revisará al alza el coeficiente para que a las arcas municipales siga entrando más dinero, aunque eso suponga asfixiar economicamente a miles de vecinos que pagaran un impuesto mucho más caro por una vivienda cuyo valor se habrá desplomado y que será diez años más vieja.

¿Nos apostamos algo? 



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