Muchos han sido los que durante la pasada semana estuvieron
pendientes de las distintas procesiones que se suceden por nuestra geografía durante
la Semana Santa. Unos para disfrutarlas, otros para criticarlas, pero poco o
casi nada he visto a cerca de las procesiones que de verdad deberían habernos
preocupado desde hace meses.
Las últimas nevadas que cayeron en la primera quincena del
mes de marzo, nos devolvieron una estampa invernal que cada vez es más difícil
de ver en el paisaje de nuestra Sierra del Guadarrama. Ya sabemos que la nieve
en esta comarca dura poco, pero su presencia es garantía de reservas de agua
para el cada vez más largo verano y sus altas temperaturas.
Sin embargo, este año tras la desaparición de las nieves nos
estamos encontrando con un paisaje muy distinto al que deberíamos tener. ¿No se
han dado cuenta? Pues les pido que levanten su mirada hacia nuestro querido
Cerro del Telégrafo (Cabeza Mediana) y observen el paisaje.
No es que yo sea un experto en temas forestales, pero el
otro día me pareció que el color que presenta no es el verde que le
correspondería a esta época del año, especialmente en las faldas de Moralzarzal
que también son visibles desde nuestro municipio. Fue por ello por lo que le
pregunté a una de las personas que mejor conocen esos parajes, si estaba
equivocado al pensar que nuestra montaña estaba enferma.
Lamentablemente me confirmó mi sospecha y me dijo lo que ya intuía.
Hace meses ya se hicieron muy habituales las quejas entre la gente que
frecuenta esos parajes, por el gran número de orugas que había. Como anécdota,
me comento que en su salida habitual de todos los años hasta la cima de El
Cerro para despedir el año viejo, las procesionarias ya franqueaban las cunetas
de la pista forestal. Y con el paso de los meses las urticarias después de una
jornada de entrenamiento se han convertido en algo habitual hasta el punto de
que algunos dan por muertos casi todos los arboles de nuestro querido cerro.
Una lástima tras verle estos años cada vez un poquito más verde y en especial
tras el replantado efectuado en el municipio vecino.
Sea como sea, el problema es que la plaga de procesionarias está
aquí. Ya no solo en el monte, sino que ha llegado a nuestros pueblos. Y amenaza
con devorar todo a su paso con una velocidad increíble en cuanto el calor
apriete mínimamente, pues aún hay millones de orugas en sus nidos esperando a
salir. Muchas de ellas ya llevan cómodamente instaladas desde hace tiempo, pues
pueden llegar a estar esperando el momento de su salida hasta cinco años, pero
parece ser que este año ya han encontrado las condiciones óptimas para ello.
¿A quién le pedimos responsabilidades ahora por no tomar
medidas cuando aún se estaba a tiempo?
Me temo que eso es una pregunta sin respuesta. Pero desde
aquí quiero instar a las autoridades de nuestro municipio a que tomen la
iniciativa en esta dura guerra para evitar más daños. Seguramente no tengan los
medios para poder hacer frente a tal empresa por si solos, pero tal vez se
podría liderar un movimiento a nivel comarcal sumando fuerzas todos los
ayuntamientos para pedir ayuda a la Comunidad de Madrid en la lucha contra una
plaga que amenaza con convertirse en una auténtica tragedia medioambiental,
pues sus daños están empezando a llegar a la zona de Navacerrada y como he
comentado antes, con el calor seguramente su llegada esté ya muy próxima. De
ser así, estaríamos hablando de la mayor catástrofe medioambiental de la comarca,
incluso mayor a los incendios de hace unos años en Collado Mediano o el del
monte Abantos.
Por ello, sea la oposición o sea el equipo de gobierno, se
hace necesario el que con carácter de urgencia se empiecen a tomar medidas de
choque, pues me parece que viven de espaldas a lo que se avecina. Por cierto,
casualmente el otro día en el trabajo tuve contacto con un concejal de un
municipio vecino al que pregunté si tenían el problema y que estaban haciendo.
Su respuesta fue “sancionar al vecino que no cuida sus árboles”.
Como comprenderán, me quede anonadado y le replique que como se podía sancionar
a un vecino si el problema procedía del monte, por lo tanto competencia de la
institución pública competente. Ante
esto balones fuera, “eso es tema de la Comunidad de Madrid”. Pero vamos, que
digo yo que al menos podrían nuestros municipios ejercer presión o canalizar la
demanda de una necesidad como esta.
Esta respuesta me pareció la de una persona despreocupada
del tema (a pesar de que me pareció entender que era usuario habitual de la
Mountain Bike). Tal vez en su municipio aún no haya alcanzado la alarma tanto
nivel, pero lo cierto es que en Villalba la situación es muy preocupante, pues
en determinadas urbanizaciones se ven grandes concentraciones de procesionarias
y en muchos parques ya han sido detectadas, lo que representa un gran peligro
para niños y mascotas.
Por ello pido a nuestros políticos que tan amigos son de
mociones peregrinas, que agarren al toro por los cuernos y den una solución a
un problema que ya está ahí y por el que cada minuto juega en nuestra contra.
Todo sea por nuestra naturaleza, la que al fin y al cabo es la mejor garantía
de nuestra salud, ya que poco pintamos saliendo en una foto por el replantado
de 1500 ejemplares de arboles jóvenes (de los que habrá que ver cuantos
agarran), si dejamos morir sin mover un dedo a los que llevan décadas en
nuestro paisaje.
Imagen de ejemplares próximos al Parque de la Tejera (Moralzarzal) |
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