martes, 29 de marzo de 2016

De las procesiones a la procesionaria

Muchos han sido los que durante la pasada semana estuvieron pendientes de las distintas procesiones que se suceden por nuestra geografía durante la Semana Santa. Unos para disfrutarlas, otros para criticarlas, pero poco o casi nada he visto a cerca de las procesiones que de verdad deberían habernos preocupado desde hace meses.

Las últimas nevadas que cayeron en la primera quincena del mes de marzo, nos devolvieron una estampa invernal que cada vez es más difícil de ver en el paisaje de nuestra Sierra del Guadarrama. Ya sabemos que la nieve en esta comarca dura poco, pero su presencia es garantía de reservas de agua para el cada vez más largo verano y sus altas temperaturas.

Sin embargo, este año tras la desaparición de las nieves nos estamos encontrando con un paisaje muy distinto al que deberíamos tener. ¿No se han dado cuenta? Pues les pido que levanten su mirada hacia nuestro querido Cerro del Telégrafo (Cabeza Mediana) y observen el paisaje.

No es que yo sea un experto en temas forestales, pero el otro día me pareció que el color que presenta no es el verde que le correspondería a esta época del año, especialmente en las faldas de Moralzarzal que también son visibles desde nuestro municipio. Fue por ello por lo que le pregunté a una de las personas que mejor conocen esos parajes, si estaba equivocado al pensar que nuestra montaña estaba enferma.

Lamentablemente me confirmó mi sospecha y me dijo lo que ya intuía. Hace meses ya se hicieron muy habituales las quejas entre la gente que frecuenta esos parajes, por el gran número de orugas que había. Como anécdota, me comento que en su salida habitual de todos los años hasta la cima de El Cerro para despedir el año viejo, las procesionarias ya franqueaban las cunetas de la pista forestal. Y con el paso de los meses las urticarias después de una jornada de entrenamiento se han convertido en algo habitual hasta el punto de que algunos dan por muertos casi todos los arboles de nuestro querido cerro. Una lástima tras verle estos años cada vez un poquito más verde y en especial tras el replantado efectuado en el municipio vecino.

Sea como sea, el problema es que la plaga de procesionarias está aquí. Ya no solo en el monte, sino que ha llegado a nuestros pueblos. Y amenaza con devorar todo a su paso con una velocidad increíble en cuanto el calor apriete mínimamente, pues aún hay millones de orugas en sus nidos esperando a salir. Muchas de ellas ya llevan cómodamente instaladas desde hace tiempo, pues pueden llegar a estar esperando el momento de su salida hasta cinco años, pero parece ser que este año ya han encontrado las condiciones óptimas para ello.

¿A quién le pedimos responsabilidades ahora por no tomar medidas cuando aún se estaba a tiempo?
Me temo que eso es una pregunta sin respuesta. Pero desde aquí quiero instar a las autoridades de nuestro municipio a que tomen la iniciativa en esta dura guerra para evitar más daños. Seguramente no tengan los medios para poder hacer frente a tal empresa por si solos, pero tal vez se podría liderar un movimiento a nivel comarcal sumando fuerzas todos los ayuntamientos para pedir ayuda a la Comunidad de Madrid en la lucha contra una plaga que amenaza con convertirse en una auténtica tragedia medioambiental, pues sus daños están empezando a llegar a la zona de Navacerrada y como he comentado antes, con el calor seguramente su llegada esté ya muy próxima. De ser así, estaríamos hablando de la mayor catástrofe medioambiental de la comarca, incluso mayor a los incendios de hace unos años en Collado Mediano o el del monte Abantos.

Por ello, sea la oposición o sea el equipo de gobierno, se hace necesario el que con carácter de urgencia se empiecen a tomar medidas de choque, pues me parece que viven de espaldas a lo que se avecina. Por cierto, casualmente el otro día en el trabajo tuve contacto con un concejal de un municipio vecino al que pregunté si tenían el problema y que estaban haciendo.

Su respuesta fue “sancionar al vecino que no cuida sus árboles”. Como comprenderán, me quede anonadado y le replique que como se podía sancionar a un vecino si el problema procedía del monte, por lo tanto competencia de la institución pública  competente. Ante esto balones fuera, “eso es tema de la Comunidad de Madrid”. Pero vamos, que digo yo que al menos podrían nuestros municipios ejercer presión o canalizar la demanda de una necesidad como esta.

Esta respuesta me pareció la de una persona despreocupada del tema (a pesar de que me pareció entender que era usuario habitual de la Mountain Bike). Tal vez en su municipio aún no haya alcanzado la alarma tanto nivel, pero lo cierto es que en Villalba la situación es muy preocupante, pues en determinadas urbanizaciones se ven grandes concentraciones de procesionarias y en muchos parques ya han sido detectadas, lo que representa un gran peligro para niños y mascotas.



Por ello pido a nuestros políticos que tan amigos son de mociones peregrinas, que agarren al toro por los cuernos y den una solución a un problema que ya está ahí y por el que cada minuto juega en nuestra contra. Todo sea por nuestra naturaleza, la que al fin y al cabo es la mejor garantía de nuestra salud, ya que poco pintamos saliendo en una foto por el replantado de 1500 ejemplares de arboles jóvenes (de los que habrá que ver cuantos agarran), si dejamos morir sin mover un dedo a los que llevan décadas en nuestro paisaje.


Imagen de ejemplares próximos al  Parque de la Tejera (Moralzarzal)

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