lunes, 2 de agosto de 2021

Sueño olímpico

Lucía en el Cross de la Dehesa haca 6 años
Recuerdo que en mi época de niño también soñé con los JJOO. Recuerdo mirar y remirar un libro que tenía del Cola Cao en el que se hacía un repaso por los distintos deportes olímpicos y sus grandes héroes. Tenía otro de Phillips si mal no recuerdo.

Eran libros con grandes fotografías de la historia de los Juegos modernos. Zátopek corriendo descalzo, el salto de Beamon, las piruetas de Comaneci o la poderosa batida de Mark Spitz entre otros.


En aquellos años de infancia recuerdo madrugar y trasnochar para ver las retransmisiones de los Juegos de Los Angeles principalmente por ver luchar a nuestra selección de baloncesto contra los invencibles americanos después de haber llegado a lo más alto tras ganar a la temible Yugoslavia. Quería correr y saltar como Carl Lewis y me emocioné con la medalla de Abascal.

Eran otros tiempos en los que Teledeporte era un pequeño espacio de unos 15’ que servía para cerrar la programación nocturna antes de poner el himno y concluir la emisión diaria. Ese programa marcaba nuestro propio toque de queda, pues queríamos estar informados de todo lo que pasaba no solo en futbol, sino en todos los deportes. Es una pena que, teniendo un canal temático de deportes público, se de tan poca cobertura a la mayoría de deportes. Pero sale más rentable poner frente a la pantalla a gente como Roberto Gómez o similar.

¿Y todo este troncho a cuenta de qué?

Pues que en cada cita olímpica no puedo por menos que mirar a mi alrededor y buscar lo que me pilla más cerca. Poder vibrar con un atleta local en una cita como esta de Tokio, sería un gran orgullo. Y si bien algo pudimos sentir con Marina Damlaimcourt en las olimpiadas de Londres, no me quedo claro si era de aquí o si vivía en Galapagar o algún pueblo limítrofe, lo que más me gustaría es vibrar con alguien con el que has ido viendo su evolución a lo largo de los años, cosa que no me pasó con Marina, pues no la tenía fichada.

Y como una cita olímpica más esto no se ha podido dar con nuestro municipio, permítanme que me quede con el caso más cercano que tenemos y que es el de Lucía Rodríguez.

Y es que en Tokio hemos podido llegar a tener hasta tres representantes de la comarca en distintas disciplinas olímpicas, pero al final solo ha llegado a clasificarse la atleta gurriata, en parte gracias al aplazamiento por el Covid, pues por edad no llegaba a tiempo en el 2020. Ese mismo aplazamiento ha jugado en contra de Victoria Cuadrillero, la gimnasta de Guadarrama hija del conocido atleta popular Juan Antonio Cuadrillero, a quien una decisión más política que deportiva, la alejó del sueño olímpico. Pues justo a unos pocos meses de iniciarse la clasificación para las olimpiadas, la Federación de Gimnasia Rítmica decidió cambiar al cuerpo técnico y por ende hacer un borrón y cuenta nueva y empezar de cero, lo que dejaba muy mal paradas a las chicas que componían el equipo desde que se inició el ciclo olímpico a la conclusión de los Juegos de Rio. Quién sabe qué habría pasado de haberse disputado los juegos en 2020. De momento, Victoria trabaja como entrenadora en una escuela de gimnasia de Villalba, así que quien sabe, seguramente habremos ganado una entrenadora Premium que pueda hacer que alguna de las niñas de hoy sea una olímpica mañana.

Y el tercer representante podría haber sido Carlos Verona, el cual sonó mucho en las quinielas del seleccionador para ir como gregario para la prueba en ruta gracias a la gran campaña 2020 y el buen inicio de este año 2021. Desgraciadamente la caída de principios de Tour le alejó de poder tener cualquier tipo de opción de ser olímpico.

Así que finalmente solo Lucía ha podido lograr la clasificación para Tokio casi in extremis.

Lucía en el pódium de la S. Silvestre de Villalba
A Lucía la empecé a seguir hace unos añitos cuando vino “tapada” a disputar la II San Silvestre de Collado Villalba en 2014. Por aquel entonces era una adolescente que “insolente” ella, se le subió a las barbas a Marina Damlaimcourt, aunque aún había mucha distancia entre ambas. Una era una atleta consagrada y la otra una joven de apenas 16 años. Recuerdo que al llegar a meta y preguntar por los ganadores, inmediatamente pregunté por la segunda chica, pues al cruzarme con la carrera en Los Belgas, me quedé impresionado por lo cerca que iba de la primera clasificada. La respuesta fue, “es la hija de Josito”. Entonces en ese puzle de locos empezó a cuadrar alguna pieza. Tanto talento y calidad tenían una base fuerte como la del atleta del Capol que arrasaba en todas las carreras populares unos diez años antes, justo cuando la vida familiar en casa de los Rodríguez Montero dio un trágico giro con la muerte de la madre de Lucía.

En ese momento Lucía era una niña que no tenía ni 10 años y su padre apartó las zapatillas y priorizó a la familia pues había dos pequeños que se habían quedado sin su ángel protector. Josito no quiso en un primer momento que su hija fuese atleta, pues él era más que consciente de que eran muchos los sacrificios y que era poca la recompensa y las posibilidades de triunfar hasta ganarse la vida con ese deporte. Y así trató de que “la niña” se aficionase a un deporte menos sacrificado como el golf al que él se había pasado. Sin embargo, Lucía cayó rendida al brillo de los trofeos de su padre y cuando se idolatra a la figura paterna, ¿por qué no seguir sus pasos? Así que la “cabezonería adolescente” pudo más y al final “la niña” fue atleta.

En los años siguientes empezó a ganar todo en categorías inferiores en un bonito duelo de rivalidades con su amiga Celia Antón, un año mayor que ella y que nos anticipaba que estábamos ante dos atletas que posiblemente iban a dominar el futuro del medio fondo español en un medio plazo.

1777, el número que nunca olvidará

Esos triunfos no pasaron desapercibidos para el Playas de Castellón que no tardó en ficharla desde su club de origen, Las Ardillas de El Escorial, que buena parte de culpa tienen en todo este periplo de Lucia. Pues el trabajo del club está siendo buenísimo desde hace años y los resultados van llegando y seguirán llegando gracias al buen hacer de Coti.

En estos últimos ocho años, el club escurialense ha sacado ya un buen puñado de atletas de un nivel extraordinario y ojo a lo que viene por detrás con Ronaldo Olivo como cabeza de lanza.

Entrenada por Luis Miguel Martin Berlanas, Lucía pasó dos años en el conjunto levantino hasta que la firma Nike se fijó en ella como atleta de proyección para un futuro inmediato. Sin embargo, el 2018 y especialmente el 2019 no son años fáciles. Lucía alterna buenas actuaciones con otras más oscuras y aparecen algunas lesiones que impiden que tenga regularidad. Algo está fallando y la progresión ya no va al ritmo.

Así que Lucía da un giro en su carrera y decide cambiar de aires y de entrenador pasando a estar bajo la dirección de Arturo Martín. Ese principio de temporada 2019-2020 empieza a enseñarnos que Lucía ha vuelto.

Pero la progresión vuelve a tener un contratiempo con la aparición del Covid. El confinamiento ha supuesto un gran hándicap para muchos deportistas que han tenido muchas dificultades para entrenar. Incluso Lucía tuvo algún disgusto con algunos vecinos que no entendían que para ella el correr era su trabajo, que no se trataba de placer sino de ganarse la vida y que para nada se estaba saltando el confinamiento. Fueron meses de reseteo y de poner a prueba el sacrificio y la capacidad mental de los atletas ante la falta de competición durante casi 6 meses.

La vuelta a la competición tras la pandemia nos muestra que Lucia ha gestionado bien la misma y que confirma la línea ascendente que mostraba desde el inicio de temporada. Pero, aun así, el regreso a la competición fue muy extraño tanto por la falta de pruebas como por los distintos estados de forma de los competidores ante la falta de un objetivo claro.

Así que de esta forma comenzamos la temporada 2020-2021. Una temporada en la que Lucía da un gran salto de calidad y empieza a pensar que tal vez sea posible engancharse al tren que la lleve a Tokio. Para ello el camino no va a ser nada fácil, pues debe rebajar muchísimo sus marcas y aunque las va metiendo buenos bocados, la cosa no pinta para tal cosa ni de broma. Debe sortear aún muchos pasos intermedios.

Sin embargo, lo que está claro desde que comienza la temporada es que Lucía cambia la forma de leer las carreras y pasa de ser una observadora que se presenta “a ver que sale” a ser aspirante seria o incluso la dominadora de las pruebas. Solamente la veterana Esther Guerrero esta fuera de su alcance cuando se enfrenta a ella. A las demás las hace frente de tú a tú, aunque luego tal vez los resultados no la terminen de sonreír. Pero ya no es la juvenil que se quedaba encerrada en las calles interiores o la que hacía toda la carrera entre las calles 2 y 3 para evitar los encajonamientos y los famosos pisotones y empujones.

Consigue un tercer puesto en el tardío campeonato de España de 1500 y un subcampeonato en el 5000 sub 23 nacional como puestos más destacados del final del 2020 que despide con un abandono en la San Silvestre Vallecana.

Últimos metros en la prueba de Tokio
El 2021 comienza con un baile entre las distintas distancias y compitiendo muy poco en la que había sido su gran distancia hasta la fecha que era el 1500. Seguramente su entrenador calibró las posibilidades que existían de poder acudir a los JJOO si subía de distancia. Y aunque no logra subirse a lo más alto del cajón en ninguno de los campeonatos nacionales, espinita que sigue teniendo pendiente pero que no tardará en sacarse, debuta en su internacionalidad absoluta en el europeo de pista cubierta en Torun, donde acude para correr la distancia de 3000m. Allí consigue colarse en la final gracias a lo comentado anteriormente. Deja de sentirse como una invitada de piedra y pasa a mostrar galones evitando un enganche que descolocó a un par de rivales. En la final logra un meritorio octavo puesto, pero lo que es más importante, la reafirmación de que tiene en sus piernas la posibilidad de la clasificación para la gran cita.

Ya en mayo vuelve a vestir la internacional para defender a España en el Campeonato de Europa de Naciones y nuevamente en la distancia de los 3000m. Allí consigue un más que meritorio segundo puesto que daba casi la máxima puntuación al combinado nacional. El sueño se acercaba pese al pequeño tropiezo que supuso el no lograr el Campeonato de España absoluto en Getafe en una prueba que dominó de principio a fin y que solo cedió en los últimos metros ante el férreo marcaje al que se vio sometida.

Parecía que el sueño no se iba a poder alcanzar, sin embargo, al final entro en la lista de elegidos para la gloria y así nos hizo disfrutar de su carreron el pasado día 31, donde “fundió” su record personal de los 5000m bajo unas condiciones de temperatura y humedad terribles mostrando que aún hay margen de progresión.

¿Qué podemos esperar en el futuro? Pues sin duda una carrera más que prometedora ahora que se ha visto reforzada y que empieza a correr pruebas internacionales en las que va a tener que dar un plus para poder estar ahí, pero que le van a reforzar y hacer ganar experiencia. Esos mítines internacionales que se disputan en verano la tienen que aportar mucho en la emergente carrera que lleva desde que está bajo la dirección de Arturo Martin y entrena con el #tagarroteam.


Lucía exhausta tras el esfuerzo

P.D. Quiero agradecer a Jaime Fresno, Suso Alamo y a su padre Jose María Rodríguez el que nos hayan tenido tan informados de la evolución de Lucia. Y a la propia Lucia no solo el gustazo de haberla podido ver en los JJOO, sino el ser una chica trabajadora, humilde y accesible. No cambies nunca independientemente de tu rendimiento como atleta, sigue siendo ante todo Lucía Rodríguez Montero.

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