
A mediados del mes de abril llegaba una de las noticias más
positivas del 2016. Tras años en los que no veíamos más que la desaparición de
medios de comunicación, la irrupción de un nuevo periódico comarcal era una
gran noticia y más cuando este llegaba con la calidad de “Aquí en la Sierra”.
Un proyecto que ha nacido para quedarse mucho tiempo entre nosotros y que se
iba antojando como muy necesario tras tanta defunción mediática.
Y volvimos a recuperar un tema recurrente, el de la inseguridad vial de nuestras calles, especialmente el de un punto negro dentro
de una de nuestras principales arterias como es Honorio Lozano, que no para de
dar sustos y que esperemos que no nos dé un titular cualquier día, pero tanto
va el cántaro a la fuente…
Finalizamos abril con una pequeña encuesta sobre las fiestas de San José Obrero. Y es que las fiestas para bien o para mal, suelen dar mucho
que hablar y evidentemente en el blog trato de reflejar el pulso popular hacia
las mismas.
Y ya entrados en el mes de mayo llegó otro momento
nostálgico y es que decidí retomar el análisis de lo que se dio en llamar “la movida villalbina” y así continué con un análisis al que había dejado en
standby desde hacía bastante tiempo. Y es que aquellos años dieron mucho de sí
y mucho de lo que poder hablar. Y seguiremos escribiendo sobre el asunto si
Dios quiere.

Y cerraba el primer semestre con una triste noticia, el adiós de un vecino que seguramente sin proponérselo, se había colado en
nuestras casas y nos había hecho parar un segundo y pensar sobre el sitio en el
que vivimos. Su afición se había convertido en una especie de recuperador de la
memoria de todo un pueblo y su rutina de dar los buenos días con fotos que
había ido recopilando de Collado Villalba se nos había hecho casi
imprescindible. Desgraciadamente y como tantas y tantas veces, te das cuenta de
las cosas cuando ya no puedes agradecerlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario