sábado, 10 de abril de 2021

Torrijeando

Torrijas de Nunos
Pues ya ha pasado otra de las fechas marcadas en rojo en el calendario, la Semana Santa. Ha sido la segunda vivida en mitad de la pandemia y esperemos que sea la última, pero a día de hoy todo sigue moviéndose en el terreno de la incertidumbre y las especulaciones.

Con respecto a la del año pasado hemos ganado en movilidad pues, aunque hemos tenido el Estado de Alarma con sus toques de queda y los cierres perimetrales autonómicos, al menos dentro de nuestra Comunidad Autónoma nos hemos podido mover, que recordemos que el año pasado a estas alturas estábamos en casita saliendo solo para lo imprescindible, que para muchos era poco más que hacer la compra de alimentación y tirar la basura.

Ha sido una Semana Santa un tanto extraña sin procesiones de Cristos, Marías Magdalenas y demás iconografía eclesiastica y con las peregrinaciones por la A6 notablemente reducidas. Así que, a falta de poder disfrutar de placeres mayores, nos hemos tenido que encomendar a los placeres más accesibles como el de disfrutar de unas buenas torrijas.

Y es que cuando llegan estas fechas, las RRSS se pueblan de imágenes del famoso dulce y se empieza a preguntar en donde se puede comer la mejor torrija. Algo parecido a lo que sucede en Reyes con el tradicional roscón. Sin embargo, aquí los obradores juegan con el inconveniente de tener que luchar contra las tradicionales recetas que van pasando de generación en generación y que hacen que una gran parte de la gente se hagan ellos mismos el famoso postre, pues la receta no es tan complicada como la del dulce navideño.

Así que en contra de mi “no dieta”, recopilé algunos lugares donde leí críticas muy favorables sobre la calidad de sus torrijas con la idea de probar alguna de ellas, a pesar de que en casa había un buen arsenal.

De un tiempo a esta parte, la torrija se ha ido convirtiendo en un elemento pujante en la carta de postres de algunos de los mejores restaurantes. Unas torrijas de diseño que cada vez se alejan más del dulce austero del que disfrutaban nuestros padres.

Particularmente soy reacio a tomar ese dulce cuando salgo fuera, pues han sido bastante más los patinazos que los aciertos. Por no hablar de hace un par de años cuando bajamos a Madrid a probar las de uno de los obradores más famosos “Nunos”, que se suponía había ganado el galardón a la mejor torrija en el año anterior. Pues bien, las torrijas no eran tan excepcionales ni guardaban mucha relación con el espíritu del dulce tradicional. Eso sí, la ostia al bolsillo era para enmarcar el ticket, pues al venderlas al peso no te podías hacer una idea de la magnitud del ostión.

Por lo cual y ante los precedentes ya mencionados, este año apostamos por opciones más clásicas como la de Paco Pastel (San Lorenzo de El Escorial) que había ganado el premio a la mejor torrija de Madrid de este año, la de Hernández (Guadarrama) que también había sido bastante nombrada en RRSS y de la que mi cómplice de fechorías se declara admiradora y finalmente la de la Cafetería Barquín.

Así que, puestos a la faena de la cata, deciros que la de Paco Pastel es una gran torrija de estilo tradicional. ¿La mejor? Pues sinceramente en mi opinión no, pues presenta una dominancia del aceite excesiva. Ya sabemos que es un dulce frito y que la presencia del aceite es tan ineludible como las calorías que aporta, pero en mi opinión se hace excesivo

Torrijas de Paco Pastel

En cuanto a la de Hernández, puedo corroborar como muchos decían en RRSS que es la gran torrija tradicional de la Sierra. Al contrario que en la de Paco Pastel, en esta no se aprecia el sabor del aceite pues queda borrado por completo por la emulsión de leche, azúcar, etc. en la que casi nada la torrija. Por ponerle algún pero, la canela es casi imperceptible, pero eso también pasa en la de Paco Pastel y en casi todas las torrijas que he probado últimamente.

exterior cafetería Barquin
Y por último, la torrija de la Cafetería Barquín, que fue la primera en caer y de la que no dispongo de testimonio gráfico. Lo primero destacar que si he elegido esta y no la de un obrador de pastelería, es debido a las inmejorables referencias de las que gozaba. Es curioso que un lugar como este se vea apoyado de forma tan unánime y ante un público tan heterogéneo en las RRSS. Debo destacar que me costó convencer a mi alter ego en temas de glotonería de que diésemos una oportunidad a este lugar, pues las apariencias no le atraían, pero ya le dije que si tanta gente estaba compartiendo la misma opinión y ese lugar no se caracterizaba por tener “hooligans” en las RRSS, es que algo tenía que haber.

Y es que cuando uno ve la decadencia generalizada en nuestro municipio y de pronto se encuentra con ciertos locales que aguantan estoicamente al pie del cañón, es que tienen algo especial o gozan de alguna especialidad que les hace casi únicos y que respalda el que sigan ahí contra viento y marea, aguantando tempestades y pandemias.

Torrijas de Hernandez
Y efectivamente, su torrija poco tenía que envidiar a las que tanto alardean de premios otorgados bajo sabe dios qué criterio. Una torrija muy correcta en su textura y sabor y de grandes dimensiones. Más fina que las anteriores, especialmente que la de Paco Pastel, pero todo ello debido a que el pan está cortado de forma más sesgada. Nos comentó la encargada del local que ya habían servido más de 400 torrijas en las dos semanas previas a la Semana Santa y eso que se quedaron sin pan, pues lo traían de fuera de Villalba. Eso os da una idea del volumen de trabajo y el éxito del producto, pues seguramente que finalizada la campaña, esa cifra se habrá doblado sin problemas. Y yo bien que me alegro de que un negocio humilde y sin florituras goce del éxito que tantas veces les negamos por aquello de que menospreciemos lo nuestro o valoremos por encima de lo que se merece el postureo.

Pero si este año y en esta entrada he decidido irme por lo clásico en cuanto a las versiones del dulce, estaría mintiendo si no hago mención a la pequeña licencia que me permití en la mejor heladería
de Madrid de la cual tenemos sucursal a pocos kilómetros en el vecino pueblo de Torrelodones. Y es que gracias a esa heladería uno puede paliar una de las grandes carencias de "La Capital de la Sierra", la falta de una heladería como es debido. Pues bien, después de una cola de cerca de 15' pude degustar su helado de torrija con ron, también tenían de torrija sola, pero si habíamos ido a jugar...

Por cierto, si esta “entrada glotona” te ha gustado, tal vez te interese la serie que dediqué a la búsqueda de la mejor palmera de chocolate de Collado Villalba.

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