
Aunque lo primero que debo hacer en honor a la justicia, es
felicitar a la concejalía de juventud por haber vuelto a insuflar aire al
proyecto de la Semana de la Juventud, a la que en las últimas ediciones habían dejado
languidecer peligrosamente. Nuevas iniciativas como la carrera de los colorines
y recuperar la música en la calle me parecen muy interesantes.
Pero vayamos a lo gordo del asunto, el programa de fiestas
de Santiago Apóstol. Partiendo de las premisas de la anorexia de la tesorería municipal
y de lo difícil que es satisfacer a todo el mundo, me parece que el programa se
ha quedado pobre y descompensado. Y es que cuando no hay mucho dinero y tienes
que mantener un pilar tan importante como es Granitorock (este año con elenco
internacional nuevamente) con elevadísimos costes de producción y contratación,
la cosa se complica y mucho. A todo ello, sumémosle la feria taurina, que este
año con la recuperación de una corrida de toros, también tiene que haber subido
en gastos. Así pues, poco dinero y dos eventos que consumen porcentualmente
demasiados recursos y provocan una descompensación.
Evidentemente, son dos cosas con una gran cantidad de
fieles, pero no del agrado de la inmensa mayoría, que ve como las opciones de
eventos de sus gustos quedan mermadas. Pero sigamos con el análisis, pues no se
trata de un debate a favor ni en contra del “Metal” o “La Tauromaquia”. Está
claro que las actividades más demandadas siempre han sido las musicales y que
evidentemente, los conciertos gratuitos antes en el polideportivo y ahora en Los
Belgas llevan varias décadas siendo referencia y estandarte de las fiestas,
pero como ya he explicado por aquí en más de una ocasión, el panorama musical
nacional ha cambiado de forma radical en estos últimos 15-20 años. La industria
se mueve en otros registros y los cantantes ya no sacan la pasta de la venta de
discos, sino de las actuaciones. Son pocos los que tienen un público de masas y
de esos, menos aun los que tocan en lugares de forma gratuita, aunque la minuta
al receptor de los servicios sea de aúpa. Consideran que es devaluar su caché o
que la calidad de su espectáculo se ve alterada por un público no fiel y
entregado al 100%.

Pero estos tendrán su cuota
con el certamen de DJ’s, algo que agradará a una parte pero que dejará
insatisfecha a otra buena parte de los menores de 30.
Así pues ya hemos visto que es difícil la cuadratura del círculo
y cuando resulta que dan con una fórmula que puede corregir todo esto, como es
la contratación de orquestas de amplio registro en repertorio y puesta en
escena como Pikante o La Huella, para que sirvan como refugio a los que no ven
satisfechos sus gustos con Granitos y otros eventos de amplias minorías, van y
la cagan.
Y no es que estas dos orquestas sean malas, que para nada lo
son, el problema es que no son las únicas, cosa que no parecen haberse dado
cuenta en nuestro pueblo. No puedes traer a estos grupos tres veces al año a
actuar en menos de 4 meses y súmales las posibles actuaciones en pueblos
vecinos. Es un comentario generalizado el que se escucha por ahí de que si, que
están bien pero ya cansan.
Así pues, la conclusión es que el programa presenta las
mismas carencias que el del año pasado, solo que acrecentadas e incurriendo en
un nuevo y peligroso defecto como es el de la repetición y el cansancio. Una
orquesta como Pikante o La Huella, puede empezar a no ser atractiva para el
posible asistente local y especialmente foránea de nuestro municipio si ya las
han visto en las fiestas de San Jose, San Antonio, en años anteriores y encima
han tocado por varios pueblos de la geografía de la Sierra del Guadarrama. Si a esto le sumamos la mala colocación dentro del programa de fiestas, pues doble error. Y es que una de estas orquestas o una de corte similar tendría que haber ido el sabado, pues a la gente de menos de 60 años y no aficionada al heavy metal, le han avocado al exilio o al botellón.
La orquesta Vulkano es otro ejemplo del gran abanico de orquestas de este tipo que podrían cubrir ese hueco que acaparan La Huella y Pikante.
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