Foto cortesía de J.M. Simón |
Nos plantamos en el sábado y aunque muchos no lo crean, el
que una ciudad o un municipio como Collado Villalba o no digamos nada la
capital, se despierte cada mañana con sus servicios operativos, implica que el
despertador suena a muy temprana hora para una gran cantidad de gente entre la
cual me encuentro.
Mi experiencia de más de 30 años cogiendo el tren casi de
forma ininterrumpida, me hace sospechar que no vamos a tener servicio al menos
en las primeras horas del día, pues lo más seguro es que los cambios estén
helados o inhabilitados por la acumulación de nieve y todo ello pensando
siempre en que las catenarias hayan aguantado el peso de la nieve. De
producirse alguna avería la cosa se complicaría, pues trabajar en las
condiciones del sábado para tratar de arreglarla sería realmente una odisea y
un gran peligro para los trabajadores. A todo esto, sumemos que fueron unos
cuantos los maquinistas que se vieron atrapados en carretera cuando iban a
trabajar y los que llegaron con retraso a sus trenes que, aunque pudiesen estar
en la cabecera de línea, no tenían quien los llevase a su destino
Ante tal perspectiva, en la noche del viernes me descargue
las aplicaciones de ADIF y Renfe Cercanías. Me puse a trastear, pero la
información que daban no era fiable en absoluto. No me podía creer que diesen
que salían los trenes con normalidad ¿habían conseguido solucionar el problema
durante la noche con la que estaba cayendo?
Por si acaso, decido llamar a la Policía Municipal, pues
entiendo que estarán trabajando a tope por todo el pueblo y que tienen que
estar puestos al corriente de cómo se encuentran los enclaves críticos del mismo.
Sin embargo, a pesar de que contestan la llamada, la respuesta es que ellos
tienen la misma información que yo. He de reconocer que la respuesta me
defraudó enormemente y que por mi cabeza pasó la afirmación que mucha gente ha
venido haciendo con el gremio de un tiempo a esta parte, “están demasiado
cómodos en esa comisaría”. No pedía que me abriesen camino ni nada por el
estilo, simplemente una información básica que creo deberían tener en ese
momento.
Así que pocas opciones tenía.
- Declararme “insumiso laboral”
- Lanzarme como un kamikaze en busca del tren fantasma
- Esperar a contactar con alguien que me confirmase desde zona cero, si el servicio se había restablecido.
Finalmente, la tercera opción fue la elegida. Fueron varios
los mensajes de WhatsApp que nos intercambiamos entre distintos compañeros que
estábamos en situaciones similares. A algunos ya les había echado el alto la
policía en su municipio y les mando de vuelta a casa, mientras otros habían
alcanzado la estación de Renfe de su pueblo ayudados por Protección Civil. Fue
precisamente este compañero el que me anunció que el servicio estaba suspendido
y sin visos de recuperarse, cosa que se fue confirmando por otros cuantos
después, hasta que pasado un largo tiempo, las altas instancias de la empresa
nos dijeron que definitivamente no se podía hacer nada y no se trabajaría
durante el sábado. Al mismo tiempo se me informaba de que varios compañeros
corrieron peor suerte y tuvieron que hacer noche en el trabajo y esperar a que
el temporal remitiese para poder volver a sus hogares.
Así que poco más se podía hacer, más que tratar de prolongar
el sueño unas necesarias horas más, para después levantarse con un buen
desayuno y disfrutar de la bella estampa que la nevada nos obsequió y quién
sabe si hasta hacer algún muñeco de nieve.
Foto cortesía de Denniza Nicolova |
La intensa nevada nos había regalado un día de fiesta.
Continuará…
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