Las promesas se cumplen, así rezaba un cartel que se ha
hecho muy popular en las últimas fechas, pues gran cantidad de locales
comerciales de nuestro municipio lo han exhibido cuando empezó el run run de
que el mercadillo no volvería a su ubicación histórica pese a las “promesas” de
nuestra alcaldesa de que la ubicación en el P29 era una solución transitoria
mientras durasen las obras. Y el que lo hayan exhibido gran parte de los
comercios de la Calle Real no creo que haya sido por un acto de solidaridad,
sino porque se ha visto afectado el comercio de todo el eje de la Calle Real y
alrededores. Incluso el Ahorramas ha visto mermadas sus colas y por supuesto
sus ventas.
Mi opinión al respecto del asunto de la ubicación del
mercadillo y el proyecto ganador en la reforma ya ha quedado claro desde que salieron los finalistas del concurso
de ideas para la remodelación de la plaza. Y ojito que como dije, los conciertos
de las fiestas de Santiago Apóstol y otras actividades también verán comprometida
su celebración tal como los hemos conocido hasta ahora tras la remodelación de
la misma. Sabían lo que hacían y han encontrado la coartada perfecta con la
recogida de firmas de los vecinos. Por lo que se ve, la recogida presentada con
la opinión contraria de tantos o más vecinos, no merece la pena ser atendida.
Esta forma de actuar y el incumplimiento de las promesas
electorales no debe pillarnos de sorpresa. Recapitulemos algunas que están por
cumplirse y que ya veremos cuando y como se llevarán a cabo (ampliación del
Pabellón Kike Blas, Zona de lanzamientos de atletismo, pasarle la factura de la
pasarela peatonal que une El Soto con el Hospital a la gestora del mismo…) Por
el contrario, vamos teniendo una pequeña colección de despropósitos en los que
se ha tirado una buena cantidad de dinero público (pasarela de Honorio Lozano y
ahora la macro reforma de la Plaza de los Belgas). Así que igual que los
Lannister siempre pagan sus deudas (aunque estén en bancarrota), ya sabemos que
los políticos nunca cumplen sus promesas.
Las ventas del mercadillo e incluso su importancia para mí
como cliente me resulta irrelevante. Sin embargo, el daño al tejido comercial y
por ende a la vida del municipio va a ser muy notable y me atrevo a decir que
irreparable y eso si que nos afectará a todos. Empobrecer el centro del pueblo
es un mal negocio para todos.
Y es que ahora nos quieren vender con un lazo rosa sus
propuestas para la dinamización del comercio local y más concretamente el de la
Calle Real y la Plaza de los Belgas. Un pastiche de reciclado de cosas que ya
se venían haciendo (algunas con escaso éxito) y otras que ya veremos (como dijo
el ciego). Me imagino que, si todas esas actividades se pasan a la Plaza de los
Belgas, la Carpa de la Malvaloca va a quedar sin actividad y salvo para algún
concierto o acto similar en Navidad poco sentido tendrá.
Pero díganme ustedes si van a ir a pasear por un rastro de
libros de segunda mano a propósito. Una cosa es encontrártelo por la calle
según bajes y otra ir adrede a visitarlo. Y como este caso, buena parte del
resto de eventos, muchos de los cuales
estaría por ver si llegan a buen puerto o abortan por el camino. ¿Food Truck,
Feria Gourmet…? Consigan de una vez hacer una buena Ruta-Feria de la Tapa y
luego hablaremos. ¿Dónde quedó la Feria del Deporte?
Está visto de un tiempo a esta parte, que solo salen
adelante en este pueblo aquellos proyectos donde la gestión es casi 100%
privada y eso conlleva el servilismo y el clientelismo. Así que, si al final la
batería prometida se cumple, y no es una promesa “Lannister” más, trabajo le
espera a la oposición teniendo que revisar contratos y pliegos de contratación
para las distintas actividades.
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