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lunes, 23 de marzo de 2020

Crónica desde el "No Encierro"

Uno de los pocos aliados en la lucha.


Ayer se anunció que el Estado de Alarma Sanitaria se prolongará otros 15 días más. Algo que no debe pillarnos por sorpresa viendo los datos estadísticos de cada día y viendo que replicamos la curva italiana solo que en paralelo por arriba con datos comparables sensiblemente peores.

Antes de que se anunciasen estas medidas drásticas y antes de que nos estallase en la mismísima cara, el coronavirus era motivo de chistes y chanzas con los chinos como víctimas de las mismas. Es más, durante los primeros días del “encierro”, la imaginación de algunos no paraba y era casi imposible asimilar la gran cantidad de memes y chistes que nos llegaban y además para postre, todos los días a las 20:00 salíamos a la ventana o la terraza a aplaudir en un acto de reconocimiento-folklore.

Sacar el “Resistiré” de El Dúo Dinámico como nuevo himno nacional y todas estas ideas creativas para aliviar el confinamiento domiciliario están bien, pero están llegando casi agotadas a la segunda semana del encierro cuando ahora ya sabemos que este se prolongará por lo menos hasta las cuatro. Y poco a poco vamos cayendo en el pesimismo e incluso en la depresión en los casos más severos. Ya sabemos que no se dan estadísticas de suicidios, pero esas también se han tenido que disparar y recordemos que arrojan cifras tanto y más importantes que los accidentes de tráfico.

Y digo todo esto siendo uno de esos “soldados de segunda fila” que se ven obligados a batallar todos los días desde mi puesto de trabajo y vemos como la gente aún no es consciente de lo que nos estamos jugando, de la entidad del enemigo y de la magnitud de la batalla a librar.

Desde mi experiencia personal, el cierre no está siendo todo lo efectivo que podría ser por la ambigüedad de ciertas medidas y la falta de control de las mismas. Se ha dejado a ciertos sectores seguir su actividad a pesar de que no son tan importantes y podrían estar esos días cerrados. Pero sobretodo, han dejado “comodines” para poder saltarse la ley sin ser multados.

Dejando a un lado la picaresca mas canalla y la gente cuyo ADN se asemeja mas al de los primates, caso del cazador de Pokemons, la nieta que va a visitar a su abuela en el maletero del coche, los runners y riders de encefalograma plano, hay algunos puntos claramente mal regulados en un Decreto chapuza que tuvo que ser rectificado casi desde el minuto uno.

Está claro que los perros tienen unas necesidades, pero salvo en algunos municipios, no se controla el que los dueños no aprovechen para bajo esa coartada para dar un largo paseo.

¿Son tan imprescindibles las compras de las 2 primeras clientas?
Estoy cansado de que cada día al llegar a Villalba después de currar, vea una actividad en la rotonda de El Zoco muy similar a la de un día normal. Y es que solo se ve realmente el parón cuando finaliza el horario comercial. Y es que ahí está la otra gran “carta comodín” de la baraja. Gente que aprovecha la compra como momento de ocio y esparcimiento. Ahora el pan, esta tarde un tomate, mañana la leche… Si con el aumento de ventas de las semanas anteriores lo normal sería que solo tuviesen que ir a lo sumo 2 veces a la semana para comprar los productos frescos. Y por supuesto nada de ir a comprar más de una persona. ¿Qué es eso de ir en pareja, aunque disimuléis pillando uno un carro y otro una cesta? ¿Para que llevas a tu hija adolescente que ya tiene hasta edad de quedarse preñada a comprar, para estar expuesta y exponiendo a los demás mientras solo está pendiente de su móvil?

Ahí pido más comprensión a la gente, para que use los supermercados con sensatez y no como un parque de atracciones. Valorarlo como un servicio esencial en el que hay gente que está trabajando muy duramente y en condiciones precarias en estos momentos. No sabéis lo que supone al cansancio físico el añadir el emocional de no saber si tú serás el siguiente. Todos llegamos a casa con la garganta tocada y con ganas de toser y no sabes si el virus te ha agarrado o solo es consecuencia del resecamiento de boca provocado por el uso de una mascarilla que encima no te protege de nada. El miedo de saber que eres un “vector de transmisión” y que puedes estar llevando el virus a tu casa y provocar lo peor entre tus seres queridos. Vas poniéndole nombre y cara a muchos casos y te das cuenta de que ya estas casi en primera línea de fuego y solo dispones de un triste rifle para luchar contra un enemigo con un AK47 y no te queda otra que cruzar los dedos o rezar.

Y también pido a las autoridades competentes que controlen más estos lugares. Que controlen el uso que hacen los ciudadanos de los mismos y sus aforos, pues no es normal lo poco que han bajado el número de operaciones si de verdad se estuviese cumpliendo con la ley. Que se vigile el espacio en la colas y accesos y que no entre más gente de la precisa. El tener que tragarte una cola es la mejor forma de disuadir al cliente ocioso, a ese que se enrolla con cualquiera y el que consulta a Mari Pili por el móvil si compra yogures de fresa normales porque los desnatados se han agotado. Ese cliente insolidario que una vez dentro ya olvida que hay gente en la calle esperando a poder pasar y exponiéndose a ser víctima del virus.

Tampoco estaría de más que las autoridades se pasasen a revisar los lugares de trabajo y las áreas comunes y de descanso de estas empresas, pues está muy bien lo de recomendar el guardar 1.5m de distancia y poner pegatinas en el suelo y luego que tu personal se hacine en un salón de 40m cuadrados con tres mesitas para poder desayunar o merendar, pues se han cerrado todas las alternativas donde poder llevar a cabo el reglamentario y necesario descanso.



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