El mes de julio viene siempre marcado en nuestro municipio
por las fiestas patronales de Santiago Apóstol. Y ya desde la presentación de
las mismas pudimos ver que iban a ser unas fiestas polémicas por cuanto el
programa no levantó pasiones precisamente y venía a confirmar la falta de
imaginación y la decadencia de las fiestas en Villalba que ya se había sufrido
el mes anterior en las de San Antonio de Padua.
Se caían del programa eventos novedosos de las últimas
ediciones y la programación musical estaba en clara caída en picado en cuanto a
su calidad. Era claramente una apuesta muy conservadora y demasiado repetitiva
de fórmulas que corren el riesgo de cansar al personal.
Y con estos prolegómenos, estaba claro que el desarrollo de
las fiestas iba a estar muy condicionado desde el chupinazo inicial, donde
nuevamente nuestra alcaldesa quedo en evidencia al tratar de hacer un gesto
improvisado que la alejase del foco de todas las miradas. Unas miradas que
fueron a parar a unos incidentes con algún cohete que explotó en el centro de
la plaza y donde se encontraba algún concejal destacado de la oposición.
Fueron unas fiestas “tristes y grises” en líneas generales,
pero como ya anticipé, lo que se veía que iba a suceder en los pueblos de los
alrededores, nos hacía presagiar que estos eventos están en clara línea
descendente en cuanto a la programación de grandes eventos musicales y
superproducciones de eventos para el gran público. Estableciendo una pequeña
comparativa con la avanzadilla de algún programa de fiestas que ya se había
filtrado y con una encuesta sobre lo que le habían parecido las fiestas a
nuestro vecinos se cerraba el mes.
Y así nos adentramos al mes del cierre, agosto. El mes que
uno recuerda cuando era niño, que era el mes de las vacaciones por antonomasia
y que en el caso de Villalba suponía un flujo mayor de visitantes. Ahora que
nos hemos convertido en una “ciudad dormitorio” y que ya nadie pilla un mes de
vacaciones de corrido, nos encontramos con que Villalba es un desierto. Un
desierto falto de vida, en el que ni el comercio ni la hostelería funcionan a
buen nivel y donde las instituciones locales lejos de animar la vida social y
cultural del pueblo, contribuyen aún más a su letargo o agonía, elijan la
palabra que mejor se adapte a su visión del tema, con el cierre de varias
instalaciones municipales.
Así que me veía forzado a realizar una encuesta para saber
si vivo en un universo paralelo al de nuestros dirigentes o si estoy equivocado
y solamente se trata de que mi mundo es
otro como decía la canción.
Los datos que arrojó la encuesta a la que hacía mención
anteriormente, me dejaron ver que la sociedad española o al menos la
villalbina, ha cambiado mucho en estos años. Y esto me empujó a llevar a cabo
otra que dejo otros datos que ya me sospechaba que se darían. El ocio y la
hostelería de nuestro pueblo han caído a un inquietante segundo nivel y no se
pasa del “vermouth tabernario” en el mejor de los casos. Nada que ver con la
hostelería de primera división de lugares como Navacerrada o Guadarrama. Y eso
que todos los partidos políticos llevaban en su programa el potenciar el
turismo de nuestro municipio. Se lo deberían hacer mirar nuestros políticos y
ponerse manos a la obra y darnos la sorpresa de acordar alguna propuesta
consensuada sobre el tema. Pero claro, eso es ciencia ficción, el capítulo de
enmiendas está destinado al comercio internacional, Venezuela o las esteladas,
todo ello temas de capital importancia para nuestro municipio y sobre lo que
nuestros concejales tienen potestad.
Y así nos adentramos en el mes de septiembre con una entrada
claramente reivindicativa y de denuncia sobre un problema de seguridad que
atañe a nuestro municipio. La peligrosidad de algunos de sus cruces y la falta
de iluminación en buena parte del pueblo. A día de hoy, por incompetencia de
nuestros concejales, el punto negro sigue sin solución. Según se alega desde nuestro Ayuntamiento, que eso
pertenece o es competencia de Fomento, pero lo cierto es que el puente continúa
sin iluminación y sigue siendo un punto negro. Uno de los tantos que existen en
nuestro pueblo y que provocan que nuestras calles sean “Territorio Hostil” para
el peatón.
En cualquier caso, está claro que el Ayuntamiento merece un claro
tirón de orejas por no haber solucionado el asunto después de tantos meses,
pues si no son suyas las competencias, sí que debe ser el garante de que
terceros actores cumplan con sus deberes dentro de los límites de nuestro
pueblo. Pero claro está, si empieza por no predicar él mismo con lo que le
compete, como para ir a pedir. Lamentablemente, dos meses después de escribir
esta entrada, tuve que escribir otra volviendo a demandar medidas correctoras
para paliar los problemas de nuestras calles en este aspecto tras la muerte de
un vecino en la calle Gabriel García Márquez.
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