Recupero una sección a la que he dedicado varias entradas
aprovechando la llegada del buen tiempo y que llega la época para poder
disfrutar de las mismas. Se trata de la sección Villalba en la mochila.
En este caso nos vamos a explorar la Sierra de Hoyo hasta la
Cascada del Covacho. Se trata de una
ruta de dificultad media - baja, a la cual la podremos añadir más o menos
dureza en función del punto de partida. La altimetría que ilustra esta entrada
tiene como punto de salida y llegada el Parque Peñalba.
Aunque practicable durante todo el año, no recomiendo
hacerla en los meses de más calor por la ausencia de zonas de sombra y de
fuentes en las que poder tomar agua. En las épocas de hielos o más lluvia, el
cruce del arroyo puede estar un poco embarrado, pero no es especialmente
problemática en este aspecto. Casi el 100% de la ruta discurre por caminos
anchos y sin obstáculos, solo a la hora de llegar a la cascada el terreno es más
pedregoso y habrá que estar un poco atentos a los posibles resbalones.
Así pues, comenzamos la ruta adentrándonos en la
urbanización La Cerca a la cual accederemos por su zona norte y tomaremos la
calle que sale dejando las pistas de tenis y piscina a nuestra derecha. Nuestro
objetivo no es otro que llegar a una puerta que comunica esta urbanización con
El Mirador de la Sierra, pues es desde la carretera de esta urbanización desde
la que accederemos a la parte principal de la ruta. La puerta es fácilmente
identificable, pues tiene unos hierros para evitar el paso de ganado.
Justo al terminar la carretera de El Mirador de la Sierra
nos encontramos con un camino empinado que es el comienzo de la parte más
interesante de esta ruta. El kilometro que hemos recorrido hasta ahora nos
habrá servido para entrar en calor, pues la parte más dura de esta ruta está
justo en el principio de este camino de tierra que en poco más de un kilómetro
nos dejará en la cota más alta de todo el recorrido.
Atravesaremos una barrera que impide el tráfico de los
vehículos a motor pero en ningún momento abandonaremos este camino. Cuando
llevemos cerca de un kilómetro, veremos una finca con un vallado bastante
cuidado con una pared de piedra y alambrado. Es muy posible que allí tengamos
un curioso espectador de nuestras andanzas, pues esa finca está habitada por un
avestruz, al parecer es el único que queda de un grupo de cuatro o cinco que
llegó a haber. Supongo que se trataría de algún capricho del propietario o de
algún regalo exótico. Lo cierto es que el animal tiene pinta de ser ya bastante
mayor por lo poco lucido de su plumaje, pero no tengo ni idea de la longevidad
de estos animales traídos desde tan lejos.
Esta finca la bordeamos con un pequeño giro a la derecha,
pero no hay perdida, pues hasta ahora no hemos tenido la posibilidad de
abandonar el camino principal. Aunque al poco de pasar esta finca nos sale un desvío
por la izquierda, seguiremos por el camino principal y ya comenzaremos la
bajada, que de vez en cuando se verá salpicada por algún pequeño repecho.
Habremos ido girando poco a poco hacia la derecha, mientras
que a nuestra izquierda la pared granítica nos ofrece un paisaje imponente que nos
recuerda a La Pedriza. Aunque el camino tiene varias casetas del Canal de
Isabel II, la mejor orientación nos la proporcionan las torretas de alta
tensión que tendremos a nuestra derecha. Pese a que en un principio pueda
parecer que nos alejamos de ellas, al final el camino girará a la derecha hasta
que pasemos justo por debajo de ellas, más o menos cuando llevemos 4 kilómetros
desde que salimos. Antes habremos cruzado el Arroyo del Endrinal.
Es justo cuando pasemos bajo estas torres de
electrificación, que bien pudieron ser fabricadas en MADE, cuando nos
desviaremos por el camino que sale a la derecha, que no tiene perdida, pues una
piedra justo en el centro del mismo y un pequeño pinar que atravesaremos unos
metros después, nos servirán para orientarnos.
Seguiremos ese camino y tras poco más de un kilómetro el
camino pasará a ser una gran zona de piedra con una bajada que nos dejará en el
arroyo de la cascada. Desde arriba podemos ver otros caminos provenientes de
Hoyo de Manzanares que confluyen en el arroyo. Nosotros solo tendremos que
remontar unos pocos metros para disfrutar del paisaje que nos ofrece la
cascada.
Cuando volvamos de camino a nuestro punto de partida,
podremos disfrutar de las vistas que hemos dejado a nuestras espaldas en el
camino de ida. El Valle de los Caídos, el Escorial con su monasterio y ya más
cerca, una perspectiva de nuestro pueblo y de algunos de sus puntos más
emblemáticos como la dehesa sobre la que ahora destaca el vecino edificio del
hospital. Unas vistas que solo pueden ser
superadas por las aves rapaces que suelen sobrevolar la zona y de las que con
casi toda seguridad divisaremos alguna a poco que alcemos la vista, pues los
buitres merodean mucho por la zona.
En definitiva, una ruta que podemos hacer sin demasiados
problemas y que en poco tiempo te lleva a un enclave singular desde el mismo
centro de nuestro pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario