Y es que el sábado se celebro el partido de homenaje a los
30 años de la llegada del Club de Baloncesto Collado Villalba a la localidad,
algo de lo que llevaba un tiempo escribiendo entradas para tratar de refrescar
la memoria de algunos y para que los que no tuvisteis la oportunidad de
vivirlo, supieseis un poco lo que significo este suceso en el pueblo, eso sí, siempre
desde mi punto de vista. Si queréis repasar lo publicado hasta ahora al
respecto solo tenéis que teclear la etiqueta “baloncesto” del final de esta
entrada y se os abrirá un menú con las entradas en las que he hablado de ello.
Pasadas poco mas de las 19:00h, empezaba en el Pabellón Quique
Blas el acto conmemorativo, para el cual estuvieron presentes la gran mayoría
de los que fueron las personas importantes del club, desde directivos a
jugadores pasando por el cuerpo técnico. Muy poquitas fueron las ausencias y si
muchos los que se presentaron aquí a pesar del esfuerzo que les suponía el
llegar hasta aquí.
Una rápida presentación de los protagonistas dio paso a un
respetuoso minuto de silencio en memoria de Charly Montes, un carismático jugador
de la época que defendió los colores del Casa San Fernando, pero muy
especialmente los del Estudiantes cuando este jugaba aún en el Antonio
Magariños.
El Real Madrid vino con un equipo más joven y que está
acostumbrado a jugar este tipo de bolos con una cierta asiduidad, por lo que el
repaso que dieron a los nuestros fue notable, pero eso era lo de menos en una
fiesta como la del otro día. Lo importante es que algunos volvimos a pisar el pabellón
años después y volvimos a respirar baloncesto.
Cuando terminó el partido decidí pasar por el tradicional
mercado medieval que se monta todos los años en el fin de semana anterior a las
fiestas de San Antonio. Los problemas para encontrar aparcamiento fueron
importantes, pero al final lo conseguimos y pudimos dar una vuelta por el
centro del casco antiguo del pueblo y poder respirar esa extraña mezcla de
olores entre los jabones aromatizados y los distintos productos gastronómicos que
en estas ferias se venden.
Pero justo al llegar a casa me entero de que la jornada no
ha sido tan redonda en el municipio. Al parecer se había producido un accidente
en el ferial y había habido cuatro heridos. Eso justificó la presencia de
varias ambulancias que vi mientras trataba de aparcar o el que viese al alcalde
cabizbajo apoyado en un pale de patatas, se podría decir que estaba en un
proceso de simbiosis y se le había quedado cara de boniato.
Afortunadamente, el accidente se saldo solamente con cuatro
heridos leves, pero pone de manifiesto que el control y vigilancia sobre todo
este tipo de ferias y tinglados ambulantes debe de ser mayor para evitar que
tengamos que lamentar algo más gordo en el futuro. Recordemos que esta es la segunda vez que la suerte se alía con nuestro municipio y un accidente no se
convierte en tragedia.
Al día siguiente, pude ver como la atracción permanecía
precintada y no sé yo si se volverá a abrir o si estará ya su suerte echada por
esta campaña en nuestro municipio. Lo que si me llamó la atención del mercado
en este segundo día fueron un par de cosas. Por un lado la no presencia de
animales (ni corralitos con ocas, ni los burros para los paseos infantiles, ni
animales de cetrería) no se si se debió a un tema de espacio o a normas de cuidado
animal, el caso es que se notaba que faltaba algo típico de este tipo de
mercados.
Y la otra cosa que aprecie, fue el gran bajón de afluencia
del sábado al domingo. Por un lado es lógico, pero mucho me temo que la
competencia entre este mercado y el Olé Moral es muy cainita para ambos. Tal
vez los municipios vecinos deberían mejorar su comunicación y tratar de diseñar
una agenda que evite este tipo de solapamientos que no benefician a nadie.
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