Una buena parte de las entradas al blog han llegado como
resultado de alguna experiencia mientras montaba en bici o corría. Ya he
comentado en alguna ocasión que son momentos en los que uno se evade de la
rutina y los problemas habituales y está más receptivo a otras cosas o es capaz
de prestar atención a esas otras pequeñas cosas.
Ni que decir tiene que este invierno ha sido particularmente
duro, pues aunque las temperaturas no han sido excesivamente gélidas, si que ha
habido muchos días de lluvia y mal tiempo en general, lo que me había impedido
disfrutar de este tipo de actividades que tan beneficiosas resultan a pesar de
mis intentos por preparar dignamente La Tragamillas.
Pero como se suele decir, todo pasa y tras el frio invierno,
nos ha llegado el estallido de una primavera temprana que ha dejado unas
primeras estampas imponentes con la nieve aún de fondo en las cimas de las
montañas de la Sierra del Guadarrama. Seguramente una próxima oleada de frio se
lleve por delante buena parte de todo este encanto y magia, pero así de
caprichosa es la naturaleza. Así que de momento disfrutemos de lo que ha
querido servirnos como aperitivo de la primavera que está a la vuelta de la
esquina.
Como decía, cuando corro es cuando más atención presto a
cosas como los almendros en flor, que este año están espectaculares. Es difícil
imaginar que una flor de colores tan pálidos pueda llegar a desprender una
fragancia tan intensa y sin embargo, es increíble
este año la fuerza con la que han eclosionado las flores de estos árboles, que
perfuman cualquier lugar donde estén ubicados. Nunca en los años que llevo
corriendo había notado tan intensa la fragancia de ninguna especie floral como
el caso de los almendros este año.
Pero no fue esta la única cosa que robo mi atención, que ya
lo venía haciendo desde días antes, en mi salida a correr, ya que mientras volvía
de Alpedrete vencido y cabizbajo entre las sombras de una noche dominada por la
luna en cuarto creciente, decidí alargar el entrenamiento por aquello de no
tirar la toalla al primer contratiempo. El objetivo hacer un kilometro mas a un
ritmo un poco más alegre y tratar de asear un poco los números. Fue por ello
por lo que hice un pequeño caracoleo por las calles cercanas a la Ciudad
Deportiva y justo al pasar por las inmediaciones del gimnasio de uno de los
institutos de la zona, me encontré con que estaban practicando uno de esos
deportes a los que tenemos olvidados de forma permanente y luego les exigimos
una medalla olímpica cada cuatro años. No tenía ni idea de que en Collado
Villalba existiese un Club de Esgrima. Siempre es grato descubrir que los
gustos de las minorías se abren paso entre el borreguismo servil de las masas.
En definitiva, ayer Collado Villalba me volvió a sorprender,
algo que solo puede pasar cuando uno se mueve y su entorno está vivo.
En el colegio de mis hijas hicieron una exhibicion para intentar sacar adelante una extraescolar. A los niños les gusto, aunque era dificil que hubiera el numero minimo de niños. Pero de todas formas me parecio loable el interes que pone esta gente en su club de esgrima y las iniciativas como esta que comento para darlo a conocer
ResponderEliminar¿Quien no ha jugado de pequeño a los espadachines?
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