Noche fresca la del domingo día 21 de julio tras las tormentas
que refrescaron el ambiente de un día del corazón del verano.
Metido ya de lleno en la mitad de la campaña de Villalba
Capital de la Sierra, que vera un poco frenada su actividad una vez pasen las
fiestas de Santiago Apóstol en la semana en que nos encontramos, es justo en
este momento cuando voy a disfrutar del primer evento de su programación
No es que tenga motivo alguno por el cual estuviese
boicoteando los eventos hasta ahora programados, simplemente no habían cuadrado
en mi modesta agenda en la que no es precisamente que me sobre el tiempo libre
debido a mis horarios laborales. Pero en el caso de ayer, la cercanía del lugar
y que el artista fuese de renombre me
incitó a acercarme a presenciar el concierto.
El lugar elegido para el mismo fue el ágora de la biblioteca
Miguel Hernández en la calle Batalla de Bailen que fue cortada a tal efecto. Un
ágora que se quedo pequeña ya que muchos tuvimos que ver o más bien escuchar el
evento desde la acera e incluso mas allá. Digo bien lo de escuchar más que ver,
ya que la gran cantidad de columnas y la poca elevación del escenario
dificultaban la visión de los artistas y aunque fuese un espectáculo musical, habría
estado bien el poder ver a los intérpretes en faena en mejor posición.
Este espacio abierto no está especialmente concebido para estas
cosas, pero está claro que se ha convertido en el epicentro de las iniciativas
culturales del municipio y su céntrica ubicación juega a su favor. A ello hay que sumarle sus grandes
dimensiones que facilitan que ayer por ejemplo, más de 1000 personas se
pudiesen dar cita en el evento. Pero no deja de ser un espacio al aire libre y
por tanto con sus correspondientes hándicaps, ya que aunque la circulación de vehículos
estuviese cortada, no deja de ser una vía pública y la gente no para de ir y
venir con lo que supone de distracción y de ruidos varios.
Pero voy a ahondar un poco más en el tema y vamos a hacer
parada en lo que supone que este tipo de acontecimientos se desarrollen en espacios abiertos y de forma
gratuita.
Vaya por delante que soy partidario de este tipo de espectáculos
y de este formato (muy probablemente, de haber sido de otra forma no habría acudido al mismo), pero lo cierto
es que no estamos preparados para ello. La cultura del “gratis” parece que da
derecho a todo y si bien tiene como principal virtud el dar la oportunidad de
acercarse a ella a gente que de otra manera no puede o no se ve motivada a
hacerlo, no es menos cierto que provoca una cierta perdida en la calidad.
Por ejemplo, ayer había mucha gente muy joven y muchos
niños. Era muy gratificante ver la mezcla de edades o ver incluso a gente con look a lo Easy Rider con su camiseta del
Granitorock ver una actuación como la de ayer. Pero lamentablemente fueron unos
cuantos los padres que llevaron allí a sus niños sin estar preparados para ello
o sin tratar de hacerles entender lo que allí estaban viendo. Aun así, ese otro
puñado de niños que miraban sin pestañear el concierto y aplaudían después de
cada canción, bien compensan los fiascos de los que no disfrutaron de la
actuación y nos molestaron un poco a los allí presentes.
Pero si los niños tienen justificación, los que no la tienen
son los mayores que pegan una voz al ver pasar a la vecina y no digamos
aquellos que fueron al concierto con sus perros. Se dice que la música amansa a
las fieras, pero por lo que se vio ayer, había fieras indomables que no parecían
muy conformes con la calidad del evento y lo mostraron con sus ladridos. Creo
que en este caso, hasta los más fervientes defensores de los animales, estarán
de acuerdo conmigo en que un concierto de música clásica no es un lugar al que
ir a dar un paseíto con el perro.
En cuanto a lo estrictamente musical, no puedo permitirme
enjuiciar al artista pues no tengo ningún tipo de conocimiento de música clásica
ni estoy en situación de decir si la técnica del violinista de origen armenio y
con claras influencias de Oriente Medio o la Europa del Este, es más o menos
depurada, aunque debo decir que siempre me ha chocado mucho el verle tocar con
tantas cuerdas rotas o tan largas que cuelgan por todas partes. Creo que en
cierto modo forman parte de su marca como su aspecto físico.
Lo que sí puedo decir, es que esa curiosa mezcla de música oriental
con la música zíngara e incluso con algunos toques de samba en alguna pieza, me
trasladaban a otras ciudades. En más de una ocasión uno no podía dejar de
ubicarse mentalmente a las orillas del Danubio o verse paseando por las calles
de Praga o Budapest. Un viaje que en esta ocasión salía gratis, solamente había
que cerrar los ojos y dejarse llevar, espero que alguno más de vosotros también
experimentase ayer algo así.
Parece que lo que es gratis nos da derecho al todo vale. Es absurdo que lleves a niños si lo que van a hacer es trotar como caballos salvajes. Para eso te los llevas al parque que estaran mas a gusto y los demas tambien. Lo mismo con los perros, y si acaso te acercas por curiosidad te quedas lejos con el chucho sin moletar a los demas.
ResponderEliminarTodo se resume en una palabra, EDUCACION. Debe ser bochornoso para este artista intentar acercar algo de cultura a la calle y ver semejante <>. Lo que no se, es como no recogieron los bartulos y nos dejaron alli tirados, supongo que estaran acostumbrados en este tipo de conciertos
Amigo anonimo.
ResponderEliminarLo primero de todo, es que quiero evitar malos entendidos, ya que las cosas que censuro fueron comportamientos aislados, nunca mayoritarios.
Por otro lado, me figuro que los artistas cuando acceden a participar en conciertos como este, ya son conscientes de que el espectaculo puede sufrir perdidas de calidad por este tipo de incidentes. En el caso de Ara Malikian, parece que suele hacerlo con una cierta asiduidad, tal vez por eso sea tan popular, ademas de que es un gran musico y un gran comunicador, pues los espacios entre tema y tema eran siempre adornados con interesantes historias de la inspiración musical o del contexto historico o social en la que fueron compuestas.