Después de concluida la Tragamillas 2013 y después del
desgaste físico y mental que este acontecimiento me lleva asociado, pues
absorbe buena parte de mi tiempo libre, llega el momento de volver a recuperar
el ritmo al blog.
¿Temas para ello? Claro que los hay, pero a falta de uno que
me motive especialmente y a la espera de poder afrontar algunos temas aparcados
con la fuerza que se merecen, creo que lo mejor será cerrar el capítulo
Tragamillas 2013 con lo que fue el día de la carrera. En cierto modo es como el
postre a una comida de tres platos que dura más de tres meses intensos.
Sin duda alguna lo más importante es poder comprobar que
pese a la crisis, la feroz competencia y otros obstáculos, la carrera goza de
muy buena salud y que cada año son muchos los que repiten y la tienen como fija
en el calendario y otros muchos los que acuden a debutar en ella alentados por
amigos que ya han probado las cualidades de esta carrera. Un año más, el cupo
de inscripciones se cumplió y 1500 corredores se dieron cita en la línea de
salida a pesar de que durante un tiempo se temiese por llegar a la cifra
redonda.
Y entre esos 1500 se encontraba quién esto escribe fiel a su
cita por séptimo año consecutivo. La preparación no fue la adecuada por
diversas circunstancias que no viene a cuento detallar por aquí. Pero no podía
faltar a mi cita con una nueva edición de la carrera que para mí es mucho más
que una carrera.
Mucho e intenso fue el trabajo llevado a cabo en los últimos
días previos a la cita atlética robando horas de sueño y descanso para tratar
de que todo saliese bien. El listón estaba muy alto, pero como atletas que
somos, teníamos que tratar de superarlo.
Como siempre suele ocurrir, la semana previa a la carrera es
inevitable ir consultando las páginas de la predicción meteorológica y es ahí
cuando uno entiende esas imágenes que de vez en cuando vemos de los penitentes
en semana santa llorando por no poder sacar su paso. Pero afortunadamente y
tras días de intensa lluvia, en la víspera de la carrera el sol salió con
fuerza y permitió que el suelo se secase casi por completo, lo que además
facilitó las labores de marcado del recorrido de los organizadores.
Así que el día 3 amaneció un tanto nublado, pero sin amenaza
de lluvia y con todos los deberes hechos. Todo
se fue desarrollando conforme al guión que llevamos trazando durante
estos años. Los sponsors y las empresas que nos prestan sus servicios van
llegando y montando cada una de ellas sus infraestructuras a lo largo de las
tres horas anteriores al pistoletazo de salida. Se van entregando los chips y
dorsales sin mayores problemas que alguna pequeña cola lógica cuando estamos
hablando de un evento para 1500 personas.
Y así se da el pistoletazo con la puntualidad característica
a las 10:00, algo muy valorado por los corredores que tienen que apurar su
calentamiento y no quedar fríos antes de la salida.
Situado en la panza del pelotón aprovecho para saludar a un
grupo de foreros de internet con los que había intercambiado alguna impresión en
los días anteriores. De momento todo les parece bien y les emplazo a que me
cuenten sus impresiones en la meta.
Se da la salida a la prueba y no tengo ni el más mínimo
nervio que antes tenía cuando me ponía en la línea de salida buscando mis límites
tratando de superar mis marcas. De un tiempo a esta parte lo único que busco es
terminar y disfrutar de lo que rodea al evento.
A pesar de la anchura de la Calle de las Aguedas, la salida
es lenta y como he dicho no tengo ningún interés en empezar una remontada que
solo me puede llevar a un gran fiasco. Justo al llegar a la primera rotonda ya
puedo ver como la cabeza de carrera está llegando al cementerio, menuda pasada.
Paso la dehesa y veo que llevo un buen ritmo para lo que he
entrenado, tal vez demasiado bueno y decido recortarlo un poco no vaya a ser
que queme las naves demasiado pronto en un terreno favorable como es la bajada
hacia Los Valles, donde nos espera la primera de las charangas en un punto un
tanto frio de la carrera que con su música se hace más llevadero.
Nos adentramos en la zona de chalets que hay cercana al
recinto ferial y empezamos a ver gente que ha salido de sus casas para ver la
carrera. Así llegamos al primer avituallamiento que se ubica justo detrás del
Mercadona y que sirve para volver a relajarnos antes de afrontar la subida al
puente de la hidroeléctrica, aunque antes volvemos a ver grupitos de gente en
el entorno de la rotonda de la mula y la
rotonda del Rosa Chacel.
Así llegamos a Romacaldera, que como siempre se hace un poco
pesado, pero que te permite situar un poco la carrera, ya que al ser una larga
recta de ida y vuelta ves gran parte del grupo que te precede, como del grupo
que llevas detrás. Al salir de este lugar tenemos la primera novedad del
recorrido, ya que no vamos por el recorrido tradicional a través del polígono,
sino que vamos por detrás del Gigante paralelos al rio. No es un trazado bonito
ni aporta gran cosa a la carrera, sin embargo sí que permite liberar de
problemas de tráfico a las rotondas del Camino del Molino y la gasolinera de
BP.
Y nos adentramos en el casco urbano por la zona de “entrevías”,
donde empezamos a ver como se lo han currado los que a la postre fueron los
ganadores del concurso de animación, la charanga “Los Berenjenas”. Desde casi
un km antes de su ubicación en el recorrido, ya eran varias las pancartas que
nos anunciaban que algo había por allí montado. Todas ellas eran alusivas a una
particular visión de la “Operación Puerto” y el ínclito Eufemiano Fuentes.
Y allí estaba una parafernalia hospitalaria montada en el
puente de la RENFE para darnos el empujoncito necesario para ir a por una de
las zonas duras de la carrera, ya que pareciendo que no, el llegar hasta la
entrada superior de El Coto de Las Suertes, se hace realmente pestoso a pesar
de que hubiese gente animando y por mucho que te encontrases con un Coto “descafeinado”
por hacerlo en sentido inverso a como lo habíamos hecho los años anteriores.
Se hizo más llevadero el paso por el que posiblemente sea el
paso más bonito y más apreciado de los corredores que se acercan a la
Tragamillas, pero a la salida del mismo teníamos preparada una autentica
encerrona al meter la carrera por la puerta de lo que era “La Fabrika de Sueños”.
Un camino empedrado que picaba de los lindo y por el que circulamos en dos
filas paralelas aprovechando las marcas que las rodaduras de los coches han
dejado con el paso del tiempo. Se me hizo realmente duro y tirando de
imaginación me pensé que estaba en una especie de Paris – Roubaix. De poco
sirvieron los ánimos de “los fantasmas” situados al principio de la cuesta y
que recibieron la visita de la policía antes de la carrera pensado que eran
unos posibles “boicoteadores” de la misma.
Y por fin llegamos a lo que se denominó “La Calle del Rock”,
ya que allí iban a estar los grupos que optaban al concurso que daba acceso al
cartel del Granitorock. Mucha gente viendo la carrera, lo que unido a la música
te llevaba a un estado de euforia peligroso para lo que quedaba aún de carrera.
Al son de canciones de Leño, Sex Pistols, Bon Jovi… las piernas querían ir,
pero la cabeza mandaba meter la reductora, que íbamos camino de la parte más
dura de la carrera.
Y la cabeza no me engañó y el Vigía del Collado debió de ser
el cobijo del hombre del mazo que me estaba esperando para irme atizando a
partir de ese momento. Y es que las fuerzas comenzaban a abandonarme y
sobretodo, mi zancada se iba encogiendo por culpa de las molestias que me iban
aflorando en el lado derecho del cuerpo.
Trato de regular en la subida a Los Altos de Villalba, ya
que aunque no subimos hasta la parte más alta, se que se va a hacer muy dura y
luego quedará aún el Camino de La Fonda. Aún así el depósito ha entrado en la
reserva y me pasan mis compañeros del globo de 1h50’. Pensé que iban demasiado
deprisa para ese tiempo, pero en realidad al paso por Los Maristas ya soy
consciente de que voy en tiempo para hacer mi peor marca en una media maratón (salvando
mi debut donde posiblemente podría haber hecho un tiempo mucho mejor).
Tras todas estas penas y después de pasar a mi compañero
Alfonso, con el que he finalizado muchas carreras muy a la par (se ve que los
dos llevamos caminos paralelos en esto del estado físico), afrontamos la
entrada al casco histórico del municipio. Allí tendremos gaiteros, la Orquesta
de la Escuela de Música, la charanga Los Romeritos… Mucha animación, pero pocas
piernas, al contrario que el año pasado, cuando enganché a uno de mis
compañeros de club y nos fuimos los dos a buen ritmo hasta la meta. Este año el
ritmo no era tan bueno y me toco hacerlo en solitario, si bien es cierto que
también me dio tiempo a pasar a algún que otro corredor que ya iba muy tocado
en la segunda vuelta a la dehesa.
Subir la calle de las Aguedas para afrontar la entrada en
meta fue una buena tortura a pesar de la gran cantidad de gente que había fuera
viendo la carrera y de los niños que te pedían chocar la mano. Una subida que
parece que no tiene fin hasta que por fin doblas para hacer entrada en el
estadio por la “puerta de maratón”, donde el ver el bullicio, el colorido, el
pisar el tartán y que pronuncien tu nombre por la megafonía hacen que por un
momento se te olviden las molestias y saques las fuerzas que te quedan para
hacer una entrada digna en meta.
Tras la reconfortante ducha me entero de que Juan Antonio
Cuadrillero ha ganado y que además ha bajado de 1h10’. También de que tenemos
por primera vez un atleta local en el pódium
de la clasificación absoluta y que además es en lo más alto, ya que María
Arribas ha ganado la prueba femenina.
Pero desgraciadamente mi cabeza empieza a estar ocupada con
lo que fue el lunar de la carrera. Hafid Mhamdi se ha desplomado en Honorio
Lozano y ha tenido que ser evacuado al hospital Puerta de Hierro. Se habla de
un infarto, pero a duras penas se tiene información hasta última hora de la
tarde, que se ve corroborada por la visita de una delegación del club al
hospital para tratar de enterarse de primera mano por el estado del corredor y que
trasladan que se encuentra fuera de peligro en el nivel 1 de urgencias y que
estará allí algún día en observación.
Cuando escribo estas líneas me entero de que finalmente han
tenido que ponerle un marcapasos. El corredor marroquí está inquieto pues no
deja de ser un problema de salud importante que espera que se corrija con el
aparatito, pero en su caso afecta directamente a su medio de vida. Espero que
todo salga bien y que Hafid pueda volver a disfrutar de su pasión y seguir ganándose
la vida dignamente.
Muchos mas enlaces en www.latragamillas.com
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