Sin duda alguna, la actualidad de los últimos siete días,
Eurocopa aparte, ha tenido como protagonistas a los incendios forestales. Un fenómeno
tristemente común en nuestro país que cada vez esta más desertizado por culpa
de los mismos.
En los últimos años y salvo algunas excepciones, la
superficie quemada se ha ido reduciendo, pero pese a todo, esto no ha evitado
que tristemente año tras año, las imagenes de nuestros bosques y montes
arrasados por el fuego vuelvan a la portada de los informativos televisivos
para recordarnos que es una amenaza real que está ahí presente y cuyo daño no
logramos reparar en su totalidad casi en ningún caso ni aún con el paso de los
años. Desgraciadamente a la catástrofe medioambiental hay que añadir en esta
ocasión la pérdida de vidas humanas en los incendios de Valencia.
El pasado miércoles aprovechando el tiempo libre del que disponía,
agarre la bici y decidí ir a parar con mis huesos a nuestro querido Cerro del Telégrafo.
Del capítulo deportivo podemos prescindir por completo pues mi rendimiento
sobre la bicicleta siempre ha dejado que desear y en estos momentos más aún si
cabe.
Pero justo antes de llegar a la primera cancela que da
acceso a la cañada que rodea el cerro desde Moralzarzal, pude comprobar que se
ha producido un conato no hace mucho, que afortunadamente no ha quemado una
importante superficie gracias a que una de las paredes de piedra pudo hacer de
barrera para evitar que el fuego iniciase su camino ladera arriba con mayor
facilidad. Pero lo cierto es que el escaso pasto que presenta el monte esta
extraordinariamente seco, pues en los últimos meses las precipitaciones han
sido casi nulas. Esto hace que el monte sea un polvorín que podría arder en
pocas horas ante nuestra impotencia.
Por ello debemos volcarnos en la mejor forma de combatir los
incendios, que no es otra que la prevención, pues la mayoría de los fuegos se
producen por imprudencias o despistes humanos. Desgraciadamente los recortes en
el mantenimiento de los montes se vienen produciendo desde hace años y su
estado es cada vez un poquito peor. Si bien es cierto, que en el caso que nos
ocupa, en el Cerro del Telégrafo, al menos desde la vertiente que da al
municipio de Moralzarzal, se ve que el esfuerzo por su conservación es
importante y cada año se repasan los cortafuegos para evitar que el fuego pueda
atravesar distintas áreas de la montaña y de esta forma poder controlarlo mejor
en el caso de que sucediese algo.
Además, en el día de ayer, mientras subía hasta la cima de
la montaña, me llegue a cruzar con cuatro patrullas de la Guardia Civil, lo que
deja a las claras, que se vigila de forma importante dicho entorno. No sé qué sería
lo que provocó tan amplio despliegue,
pues lo único que vi fuera de lo normal, fue unos operarios que estaban
haciendo labores de mantenimiento en el pilón
que hay justo por debajo de la Fuente del Reten, la cual por cierto está prácticamente
seca, un indicativo claro del verano tan seco al que nos estamos enfrentando.
Pero todo el esfuerzo en cortafuegos y desbroce pierde toda
su efectividad si todos nosotros no prestamos importancia a la recogida de
todos los restos de cristales, botellas… más si cabe aún a las de plástico, que
ignoramos tantas y tantas veces, y no nos damos cuenta que una simple botella
de agua es capaz de hacer el efecto lupa y provocar un incendio.
Desgraciadamente no se lleva a cabo el mismo trabajo de
mantenimiento en todos los montes y espacios abiertos y de disfrute publico que
se hace en el Cerro del Telégrafo. Así estamos asistiendo ya a un grave peligro
por los numerosos botellones que se llevan a cabo en el corazón de nuestra
Dehesa o de El Coto de las Suertes pese al desbroce de las vacas en el caso del
primero de los enclaves.
Pero está claro que tanto autoridades como usuarios hemos de
extremar las precauciones si no queremos ver a los pies de nuestro municipio o
incluso dentro de él un desastre de la envergadura del que asoló el Monte
Abantos o El Cerro de Collado Mediano más recientemente. Creo que todos debemos
poner nuestro granito de arena para poder conservar parajes como El Telégrafo,
que de vez en cuando nos obsequian imágenes como la que pude presenciar ayer de
tres águilas con su vuelo suspendido a pocos metros de altura del suelo y a una
distancia cercana a mí. Un autentico espectáculo.
Tampoco olvidemos la perdida de vidas de animales que también son muy importantes. Espanta la multitud de cuerpos quemados encontrados por todas partes, así como animales maltrechos que deambulan por las cunetas.
ResponderEliminarDe eso nadie suele hablar, pero son los principales dueños del bosque y los que más pierden en todo esto.
Efectivamente amigo anónimo, tampoco lo olvidamos. Como comento en el ultimo parrafo, seguramente esos aguilas dejaran de volar sobre nuestras montañas si estas se quedan deserticas. Y eso es solo un ejemplo.
ResponderEliminarEl "cerro" en el lote de Moralzarzal, principalmente, es hoy un pinar consolidado. Nunca antes lo fué. Las especies autóctonas son y fueron el enebro y la encina y el melojo de media ladera hacia arriba y en el pié de monte húmedo el gradioso fresno. Estas especies han soportado en el pasado numerosos incendios de los que se han recuperado bien, dada su resistencia mayor al fuego y su capacidad de brotar con fuerza tras él. El enebral lo replantan las aves, los mústelidos y los zorros. Veremos si algún desgraciado dia prende el pinar...
ResponderEliminarUno de los desafios mas estimulantes y mas límpios será la preservacion de las especies autóctonas en nuestros valles, tras la declaración de Parque, que solo se limitara a la preservación de las de alta montaña.