Así, el mismo día que cientos de vecinos se veían atrapados en el atasco de la Carretera de Moralzarzal como consecuencia del asfaltado de la nueva rotonda, a pocos metros podía disfrutar de los cielos de Villalba. Unos cielos que según atardecía el día iban cambiando de color y que eran surcados por pájaros de todo tipo, desde los de acero a las bandadas de aves migrando en busca de su hábitat más apropiado.
Varias fueron las bandadas que pude divisar en el corto espacio de tiempo durante el que estuve parado mirando al cielo, pero siempre es bonito ver ese espectáculo sobre las cumbres de las montañas.
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