Durante esta pasada Semana Santa, he reflexionado un poco sobre varias cosas, entre ellas la falta de identidad y de costumbres que tiene este pueblo.
No se si será el que casi todos somos emigrantes y no me refiero a los que vienen de Colombia, Ecuador o Marruecos, sino de los castellanos, extremeños o andaluces, por poner un ejemplo.
Y es que el crecimiento de población tan rápido que ha tenido el pueblo unido a su particular urbanismo, ha provocado que las costumbres de los lugareños se hayan perdido o quedado reducidas a una mínima expresión que no se ha sabido o querido transmitir a los nuevos vecinos.
Fiestas como la Candelaria o San Blas son a día de hoy costumbres que solo conocen unos pocos, entre los cuales uno no se encuentra. Aún recuerdo la sorpresa que me lleve hace unos cinco o seis años cuando al volver de dar una pequeña vuelta en bici unos chavales se cruzaron ante mí con unos cencerros. Iban anunciando una fiesta bastante conocida entre las gentes del pueblo y totalmente desconocida para los del barrio de la estación. Ante mi perplejidad me decidí a meterme dentro del pueblo y preguntar a los que por allí estaban, (además de por el camino a Moralzarzal, que por aquellos tiempos desconocía), que estaban haciendo. La cosa era bastante evidente, ya que un tío con un montón de chorizos preparados y un cuchillo en mano no creo que tenga muchas opciones.
El caso es que me hablaron un poco del asunto y me invitaron a pasarme por allí en esa misma noche, cosa que no hice, pero que de ser hoy si haría, ya que me gustaría conocer mejor las antiguas tradiciones.
Puedo decir pues, que costumbres antiguas las hay, pero que tienen problemas para transmitirse a las nuevas generaciones. ¿Y que hacen estas nuevas generaciones? ¿Crean las suyas propias? Lo cierto es que en un pueblo de estas dimensiones es muy difícil implantar una tradición de buenas a primeras por muy arraigadas que estén en otros lugares. Y es que es muy difícil sacar a la gente a la calle y eso lo hemos sufrido en nuestras carnes preparando La Tragamillas. Con unos trescientos participantes de la localidad y otros tantos de los alrededores y buscando la forma de que la prueba tuviese el calor del publico, todo ello facilitado por el buen día y el paso por el centro del pueblo y sin embargo la gente no salio a la calle.
Algo así es lo que les ha sucedido a los Hermanos de la Cofradía del Cristo del Buen Camino, que están tratando de crear su propia tradición. Su empeño en hacer una procesión es encomiable, pero el resultado ha sido muy frío. Esta claro que con los tiempos que corren no es fácil acercar a la gente a eventos de este tipo y que el componente espectáculo prima en ellos y es evidente que la historia y los años cuentan y en un pueblo como Villalba sin tradición de sacar a sus santos por las calles eso se nota. Es lógico pues, que la gente asista a otras procesiones más arraigadas como las de Galapagar y sobretodo El Escorial.
Pero yo este año no me he resistido y me he asomado a ver “la procesión de mi pueblo” modesta con un solo paso, pero que trae algo nuevo al mismo. Resultaba chocante ver a los nazarenos pasando con los siglos de historia por esa “modernidad inacabada” de Honorio Lozano. Que contraste ver a esa imagen parada frente al “pantallazo” con su sempiterno error de Windows. Vamos, que si en esos momentos el cacharro sale en marcha y además nos da una noticia distinta al fichaje de Alonso por Renault, medio Villalba se hace la procesión desde la fuente de la Plaza de España hasta la Iglesia de la Virgen del Camino de rodillas con el “Vigía” de testigo.
No se si será el que casi todos somos emigrantes y no me refiero a los que vienen de Colombia, Ecuador o Marruecos, sino de los castellanos, extremeños o andaluces, por poner un ejemplo.
Y es que el crecimiento de población tan rápido que ha tenido el pueblo unido a su particular urbanismo, ha provocado que las costumbres de los lugareños se hayan perdido o quedado reducidas a una mínima expresión que no se ha sabido o querido transmitir a los nuevos vecinos.
Fiestas como la Candelaria o San Blas son a día de hoy costumbres que solo conocen unos pocos, entre los cuales uno no se encuentra. Aún recuerdo la sorpresa que me lleve hace unos cinco o seis años cuando al volver de dar una pequeña vuelta en bici unos chavales se cruzaron ante mí con unos cencerros. Iban anunciando una fiesta bastante conocida entre las gentes del pueblo y totalmente desconocida para los del barrio de la estación. Ante mi perplejidad me decidí a meterme dentro del pueblo y preguntar a los que por allí estaban, (además de por el camino a Moralzarzal, que por aquellos tiempos desconocía), que estaban haciendo. La cosa era bastante evidente, ya que un tío con un montón de chorizos preparados y un cuchillo en mano no creo que tenga muchas opciones.
El caso es que me hablaron un poco del asunto y me invitaron a pasarme por allí en esa misma noche, cosa que no hice, pero que de ser hoy si haría, ya que me gustaría conocer mejor las antiguas tradiciones.
Puedo decir pues, que costumbres antiguas las hay, pero que tienen problemas para transmitirse a las nuevas generaciones. ¿Y que hacen estas nuevas generaciones? ¿Crean las suyas propias? Lo cierto es que en un pueblo de estas dimensiones es muy difícil implantar una tradición de buenas a primeras por muy arraigadas que estén en otros lugares. Y es que es muy difícil sacar a la gente a la calle y eso lo hemos sufrido en nuestras carnes preparando La Tragamillas. Con unos trescientos participantes de la localidad y otros tantos de los alrededores y buscando la forma de que la prueba tuviese el calor del publico, todo ello facilitado por el buen día y el paso por el centro del pueblo y sin embargo la gente no salio a la calle.
Algo así es lo que les ha sucedido a los Hermanos de la Cofradía del Cristo del Buen Camino, que están tratando de crear su propia tradición. Su empeño en hacer una procesión es encomiable, pero el resultado ha sido muy frío. Esta claro que con los tiempos que corren no es fácil acercar a la gente a eventos de este tipo y que el componente espectáculo prima en ellos y es evidente que la historia y los años cuentan y en un pueblo como Villalba sin tradición de sacar a sus santos por las calles eso se nota. Es lógico pues, que la gente asista a otras procesiones más arraigadas como las de Galapagar y sobretodo El Escorial.
Pero yo este año no me he resistido y me he asomado a ver “la procesión de mi pueblo” modesta con un solo paso, pero que trae algo nuevo al mismo. Resultaba chocante ver a los nazarenos pasando con los siglos de historia por esa “modernidad inacabada” de Honorio Lozano. Que contraste ver a esa imagen parada frente al “pantallazo” con su sempiterno error de Windows. Vamos, que si en esos momentos el cacharro sale en marcha y además nos da una noticia distinta al fichaje de Alonso por Renault, medio Villalba se hace la procesión desde la fuente de la Plaza de España hasta la Iglesia de la Virgen del Camino de rodillas con el “Vigía” de testigo.
pues yo me alegro muchisimo de que vayan implantando esta nueva tradicion en Villalba.
ResponderEliminarYa era hora de tener algo asi. Cuantas mas fiestas se hagan de este tipo mejor.
Por cierto que curioso lo de la foto del blog dl faraon churrero jeje.
Copiado del blog de la CGT:
ResponderEliminarEl socialismo villalbino, una y otra vez nos demuestran lo que puede cundir un sueldo municipal, el primero fue chaparro que pasó de electricista a multimillonario, después JP con Tuareg, su nuevo chalet de lujo, sus populares practicas deportivas, transformándose de churrero a yuppie consolidado, con suma facilidad.
Algo de culpa la tenemos los ciudadanos ya que les dimos la oportunidad con nuestros votos en repetidas ocasiones y con resultados electorales excelentes.
Ahora ha surgido un nuevo personaje, un híbrido entre la Pantoja de Puerto Rico y el Luisma de Aida que también le gusta esto de la buena vida con sueldos populares, todos hemos podido oír de su boca, como este mil eurista no se pierde ningún año los principales saraos rocieros, habitualmente se permite viajes de fin de semana en avión y hotel de cuatro estrellas e invita a comer en buenos restaurantes a cualquier señorita que se ponga a tiro.
De nada han servido las críticas al respecto, efectuadas por varios trabajadores municipales en los distintos foros, denunciando en repetidas ocasiones la impunidad de la que ha gozado en todos estos años.
De nada ha servido que se le descubra con las manos en la masa en repetidas ocasiones, alguna de ellas, fueron precedidas de una temporadita “sin currar” y otra vez a las andadas.
Si mirar a otro lado ha sido malo, peor ha sido intentar poner fin a los desmanes, intentando abrir expedientes a los compañeros que pusieron en conocimiento del Área de Personal su reincidencia, para luego intentar dar carpetazo con sigilo a los hechos.
Desgraciadamente contra el carpetazo no podemos hacer nada, lo tendrán que hacer las urnas, pero contra el sigilo “toma dos tazas”.
¡TODOS CONTRA LA CORRUPCIÖN!